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New Orleans Saints

Toda la NFL está pendiente hoy de Drew Brees

El quarterback de los New orleans Saints debe firmar su nuevo contrato hoy mismo, o la especulación sobre su futuro se disparará a las nubes.

Actualizado a
Toda la NFL está pendiente hoy de Drew Brees

Hoy, en el calendario de Nueva Orleans al menos, es el día de Drew Brees. Los Saints tienen que firmar a su quarterback su nuevo contrato en las próximas horas o... o... o vaya usted a saber, porque nos adentraríamos en terreno desconocido y en un seísmo inimaginable dentro de la NFL en su conjunto.

Porque, por increíble que parezca, la situación ha llegado al punto de que estamos a menos de 36 horas de que Drew Brees se convierta en agente libre absoluto, con capacidad para negociar con cualquiera su próximo destino.

Desde hace meses, desde el principio de todo este proceso, tanto el dueño de los Saints, Tom Benson, como su general manager, Mickey Loomis, y su entrenador, Sean Payton, han dicho que no hay ninguna duda de que Drew Brees jugará en 2018 para el equipo. El propio quarterback ha declarado, en innumerables ocasiones, que quiere ser un Saint de por vida. Hasta aquí, todo normal. Es la mayor leyenda de la historia de la franquicia y, además, sigue jugando a un nivel excepcional, como sólo tres o cuatro QBs en toda la liga, y puede que esté siendo generoso con el número.

Las dudas surgen cuando pasan los días y el nuevo contrato no se firma. Y llegados a este punto la presión se vuelve extrema.

Porque el equipo necesita ya la firma. Si Drew Brees es agente libre mañana a las nueve de la noche, horario peninsular español, los Saints tendrán dieciocho millones de dólares de dinero muerto en su espacio salarial, lo que limitaría cualquier movimiento que quieran hacer en la agencia libre al quedarles tan sólo doce millones de dólares de margen.

Es por eso que no se entiende muy bien que las negociaciones se estén alargando tanto en el caso de que, como exclaman a los cuatro vientos todas las partes, no haya absolutamente ningún problema.

Ayer mismo se supo que los Minnesota Vikings han preguntado por la situación del jugador. Eso que se haya filtrado. Es evidente que los New York Jets o los Arizona Cardinals, que están tras los pasos del fichaje de Kirk Cousins, también habrán llamado al agente de Brees para preguntar. Y media liga, claro, media liga haría malabares por tenerle. Así que el precio no puede ser, no va a ser, barato para los Saints, y su idea de ofrecerle contratos de un año se puede estar viniendo abajo porque el mercado no dudará en ponerle tres anualidades en los morros en caso de tener una mínima opción de arrebatárselo a Nueva Orleans.

Mientras se filtraba el indisimulado interés de los Vikings, Brees estaba en las oficinas de los Saints viendo la rueda de prensa de la retirada de su viejo amigo Zach Strief. El tackle ha estado con él toda su carrera en Nueva Orleans, nada menos que doce años. Juntos ganaron un anillo. Juntos vivieron de todo. Es más, Strief dijo que no se había retirado el año pasado debido a la lesión de Ryan Ramczyk, su sustituto natural, ya que no podría estar en casa y ver como Brees no estaba protegido. Drew no pudo contener las lágrimas.

Y la especulación se disparó ¿era la emoción de Drew Brees en parte por saber que se iba a ir él también del equipo? No deja de ser hablar por hablar, por supuesto.

Lo que sí es verdad es que los New Orleans Saints tienen que poner hoy mismo punto y final a este asunto, tanto por motivos económicos como de estabilidad. Porque como sigan pasando las horas, lo impensable seguirá, pasito a pasito, convirtiéndose cada vez más en una opción plausible.