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Super Bowl LII

Llegó la hora: El pronóstico para la Super Bowl LII

Sea cual sea el resultado, el domingo seremos testigos de la historia en el duelo entre los Philadelphia Eagles y los New England Patriots en Minneapolis.

MinneapolisActualizado a
Llegó la hora: El pronóstico para la Super Bowl LII
Michael DwyerAP

Una de las cosas más fascinantes del deporte es que no hay puntos medios. Es blanco o negro. Héroe o villano. Ganador o perdedor. Risas o lágrimas. No hay empates (oh, esperen), trofeos por participación (ooops, lo hice de nuevo), ni derrotas dignas. El segundo lugar es el primer perdedor. Llegó la hora de la verdad.

La Super Bowl no es la excepción. En todo, caso, la edición LII es la norma de todos estos contrastes.

A estas alturas, ya debieron escucharlos todos. El quarterback de los seis anillos contra el que inició la temporada de suplente. El coach con etiqueta de genio contra el que apenas comienza a caminar sin andadera. La máxima dinastía contra un equipo luchando con uñas y dientes por alterar de un golpe un historial de fracasos. Todo se resume en una organización preparada para ganar y una que lleva el desconsuelo en la bolsa del pantalón.

Esa es otro aspecto fascinante del deporte. Que cada partido es una nueva oportunidad de cambiar la historia. A fin de cuentas, hubo un momento muy, muy lejano, en el que Eagles presumía algo de brillo en sus vitrinas y los Patriots solo bolsillos rotos.

New England dio nuevo rumbo a su historia con una sorpresa mayúscula en la Super Bowl, y los Eagles bien podrían hacer lo mismo este domingo. Cosas más raras han pasado (cof, cof cof helmet catch, cof cof). Bien hacen los Patriots en no tomarse a la ligera a Philadelphia, después de todo, los siete Super Bowls previos de la era Brady-Belichick se han decidido por seis puntos o menos.

En el papel, los casinos, la percepción de analistas y aficionados por igual, los Patriots son claros favoritos. ¿Por qué no habrían de serlo? Tienen el talento, los entrenadores y la experiencia. Una ofensiva completa, la mejor dupla coach-quarterback de la historia y una defensiva capaz de cambiar velocidades cuando el terreno se acorta.

Pero Philadelphia, amigos míos, tiene algo que puede ser más peligroso que todos los Tom Bradys y Bill Belichicks del mundo: Nada que perder. Desde la semana 14, cuando perdieron a Carson Wentz, han adoptado esa filosofía y no les ha ido nada mal. Si nadie cree en los Eagles, ellos sí. Viéndolo desde la perspectiva del ícono deportivo de la ciudad: Tienen el “ojo de tigre”.

Obviamente eso es una intangible. Lo que proyectan o desean proyectar. Pero deportivamente también tienen razones para creer. No se ganan 13 juegos en la NFL por casualidad ni solo por contar con un quarterback de la talla de Wentz. En el caso particular de los Eagles, la Super Bowl se gana con defensiva, vamos, como lo han hecho toda la temporada.

Los 33 touchdowns de Wentz y la tercera ofensiva más anotadora de la NFL son números sexys, lo primero que uno ve para determinar el potencial de un equipo. Pero lo realmente les podría dar una oportunidad el domingo es lucir como la defensiva que admitió 10 puntos o menos en ocho juegos, incluyendo los últimos cuatro. Esa es su única oportunidad. Eso y no entregar balones, algo por lo que de cualquier forma Nick Foles no se caracteriza.

Dentro de su bolsa de trucos, el coordinador defensivo Jim Schwartz y el coach Doug Pederson deben encontrar la manera de mantener a Brady bajo presión. Y no me refiero solo a la física, sino a la mental. Complicarle las lecturas previas, obligarlo a ir tras segundas y terceras opciones. Encontrar un matchup adecuado para Rob Gronkowski y hacerlo rápido.

Parece demasiado pedir, pero se ha logrado antes. Solo que no esta vez. Patriots por 4.