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AFC SUR DESDE DENTRO

Exotic Smashmouth o la nueva filosofía de juego de Tennessee

Mike Mularkey, técnico de los Titans, prometió allá por febrero imponer su estilo: el “exotic smashmouth”, aunque nadie tiene claro lo que eso significa.

Actualizado a
Derrick Henry quiere convertirse en una pesadilla para las defensas de la NFL.
Mike EhrmannAFP

Los Tennessee Titans son el hermano pobre de la ya de por sí pobre AFC Sur. Los Texans tienen a JJ Watt y a su defensa. Los Colts, a Andrew Luck. Y los Jaguars a un montón de jugadores jóvenes y prometedores que los han convertido en uno de los equipos de moda en la liga (habrá que ver si confirman tan altas expectativas). ¿Y los Titans? Además de elevadas probabilidades de pelear por el primer pick del draft, lo que sí tienen los de Nashville es un estilo con nombre propio: el “exotic smashmouth”.

Lo desveló Mike Mularkey en febrero tras ser nombrado definitivamente como head coach de la franquicia (hasta entonces había sido sólo un interino). Que el estilo tuviera nombre propio, en cualquier caso, no significaba que alguien lo conociera. El propio Mularkey tuvo que explicar lo que eso significaba: así llamaba algún periodista (sin identificar) el estilo de los Pittsburgh Steelers en los que ejerció como coordinador ofensivo entre 2001 y 2003.

Aquellos eran los Steelers pre Roethilsberger, en los que el foco del juego era Jerome Bettis, aquel running back tamaño armario ropero que parecía imposible que pudiera moverse con la agilidad con la que lo hacía (casi 120 kilos de peso en sus 1,80 metros de altura). The Bus, como se le conocía, estaba rodeado de Kordell Stewart, un quarterback sólido y que corría muy bien, y por receptores como Plaxico Burress, Hines Ward y Antwaan Randle El, un quarterback en college reconvertido en wide receiver en la liga.

En resumen: un equipo tremendamente físico, tanto en ataque como en defensa, que convertían cualquier partido en una tortura agotadora para el rival. Y al mismo tiempo, un ataque que al juego implacable de carrera le sumaba golpes de improvisación y jugadas trampa. El ejemplo más recordado, ya sin Mularkey y con Big Ben al frente, es el touchdown que dio a los Steelers la Super Bowl de 2006: Roethilsberger lanzó el balón a Randle El por detrás de la línea de scrimmage y este a su vez lanzó un pase en largo a Hines Ward que sentenció el partido. La herencia de Mularkey en todo su esplendor.

Para dejar las cosas claras: los Titans de 2016 no estarán al nivel de los Steelers de hace 15 años. Especialmente en defensa, pero tampoco en ataque. ¿Pero tienen al menos las armas para intentar replicar aquel modelo?

Empecemos por el quarterback. No hace falta analizar demasiado: Mariota lo tiene todo para ser mejor de lo que Stewart llegó a ser jamás. El año pasado no se prodigó demasiado en el juego de carrera, en parte por sus problemas de rodilla. Pero Mularkey ya ha dejado claro que intentarán explotar más esa faceta de su juego, en la que ya se demostró capaz en la universidad de Oregon. Los receptores son otra historia: hay unas cuantas galaxias de distancia entre Rishard Matthews, Tajae Sharp y Kendall Wright y el grupo formado por Burress, Ward y Randle El. Algo compensa Delanie Walker, tight end fiable donde los haya, pero en definitiva: no hay color.

La clave está de todos modos en el juego de carrera. A falta de un Jerome Bettis, que de esos ya no quedan, los Titans han recurrido a una pareja de corredores duros, físicos y muy verticales: DeMarco Murray y Derrick Henry, ganador del Heismann en Alabama. Nada de requiebros y carreras laterales buscando la banda: de ellos se espera que elijan un hueco en la línea y se lancen a por él buscando el choque con la defensa rival. Y eso es lo que se ha visto en pretemporada, además con resultados notables (con el disclaimer habitual: es pretemporada). Además los Titans se han deshecho de otros corredores más ligeros, finos, con Bishop Sankey como mejor ejemplo.

Todo lo anterior pueden ser excelentes noticias para una línea de ataque que en los últimos años ha sufrido mucho. Los Titans han pasado años reuniendo a jugadores grandes, fuertes, seguramente una de las líneas con más kilos de toda la liga. Perfecta para el power football. Pero luego les pedían poner en práctica un sistema zonal en el que muchos de ellos sufrían lo indecible. Eso se acabó. Si Mularkey cumple lo que prometió en febrero, y por lo visto en pretemporada de momento no hay que dudar de él, la línea ofensiva de los de Nashville hará a partir de ahora lo que se supone que mejor saben hacer: avasallar físicamente a sus rivales para abrir huecos por los que penetren Murray y Henry.

A los Titans les falta mucho talento, sobre todo en defensa, para pensar en ellos como una alternativa seria incluso en la AFC Sur. Pero en una liga tan dominada por el juego de pase se han convertido en la gran esperanza de los aficionados al football vintage, con mucha carrera y mucha “sangre” en las trincheras. Sólo queda una duda: si Mularkey se mantendrá fiel a su plan cuando los Titans se vean dos touchdowns por debajo en el marcador.