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Jack del Río se adaptará al talento que hay en los Raiders

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Cuando un equipo echa a un entrenador tiene la reacción natural de querer fichar a su contrario. Es ley natural que no suele contravenirse. De un sargento a un tipo dialogante, de un gurú defensivo a un loco del ataque. Por eso cuando los Oakland Raiders despidieron a Dennis Allen, un joven que apenas tenía experiencia si quiera como coordinador, se dejaron caer en los brazos de Jack del Río, experimentado en mil batallas en la NFL y que fue entrenador jefe de los Jacksonville Jaguars durante nueve años, amén de coordinador defensivo en los Denver Broncos hasta la pasada temporada.

Se que el fichaje de Del Río no fue recibido con alegría entre las filas de la afición de los Raiders. Es lógico porque de los veteranos entrenadores en la liga suelen recordarse sus fracasos, sus despidos, que es como acaban todos los periplos por las bandas de los equipos. Pero he de decir que creo que la situación en la que llega a este equipo puede ser la ideal para todos los implicados.

Y es que Jack del Río es, ante todo, un entrenador sensato y flexible que saca buen rendimiento de equipos jóvenes y maleables, de aquellos que escuchan sus enseñanzas por encima de gritos y órdenes.

Él mismo se encargará de la parcela defensiva. Ken Norton oficiará como coordinador defensivo, pero eso es sólo un nombre para definir al que será su mano derecha. Del Río siempre ha sido un especialista en esta materia y así seguirá siendo. Se cuenta, incluso, que en su etapa en Jacksonville daba órdenes directas a los linebackers, algo nada habitual. No es de extrañar pues tanto él como Norton fueron LBs profesionales durante más de una década.

Es por eso que las ilusiones de Oakland han de empezar por ahí. Su mejor jugador es Khalil Mack, que no sólo fue uno de los mejores rookies de la pasada temporada sino que tiene toda la pinta de ser el hombre sobre el que fundar todo el cimiento de un equipo. Mack y Sio Moore serán los principales beneficiados de los esquemas que potencian el cuerpo de LBs de este par de entrenadores.

No tiene sentido analizar si Del Río jugará con una defensa 4-3 o con una 3-4 porque, como he dicho, será flexible para adaptarse a sus jugadores. Es posible que la experiencia reciente en Denver, con una 4-3, sea la apuesta más sensata, con Mack en el papel de Von Miller, pero la profusión de esquemas diferentes estará a la orden del día.

Esto no significa una excesiva complejidad. En absoluto. Las defensas de Del Río se han caracterizado por tratar de imponer el talento y no el sistema, por hacer que los mejores jugadores decidan las jugadas y no complicarse en exceso. En esencia, por decirles lo que quieren que haga pero darles libertad para ejecutar. Eso lleva a una cierta pasividad que hace que se concedan yardas a cambio de no conceder big plays. En eso coincide con la filosofía que mostró Norton como entrenador de LBs en los Seattle Seahawks, su anterior trabajo, pues los esquemas no eran complejos en sí.

Tal y como están de talento, la defensa de los Raiders bajo este cuerpo técnico se tomará su tiempo y asegurará la posición de campo. No será especialmente agresiva ni compleja.

Bill Musgrave con Matt Ryan en su etapa en los Falcons.
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Bill Musgrave con Matt Ryan en su etapa en los Falcons.Al MesserschmidtGetty Images

En el lado ofensivo las riendas las llevará Bill Musgrave. Se da la circunstancia de que este coordinador ofensivo ya lo fue con Jack Del Río en Jacksonville, y lo despidió tras un par de años juntos. No hay mal ambiente entre ellos, sino no lo habría contratado de nuevo, y Del Río tiene en estima el aprendizaje que Musgrave ha vivido en sus diferentes paradas: en Minnesota y Atlanta como coordinador ofensivo, y el año pasado como entrenador de QBs en Philadelphia, entre otros equipos.

Lo que está claro es que Musgrave llega para defender exactamente la misma filosofía que guiará la defensa: flexibilidad, talento por encima de esquemas, enseñanzas a los jugadores y sensatez por encima de excitación.

Durante su periodo en Jaguars y Vikings se vieron campañas de carrera monumentales de Fred Taylor y Adrian Peterson. Es por eso que alguien que debe estar muy contento en la plantilla de los Raiders es Latavius Moore, su corredor titular. Incluso Trent Richardson debe entender que le ha tocado la lotería en esta su segura última oportunidad en la NFL.

Musgrave quiere correr, quiere dominar el partido por tierra, y complementa esa tendencia con un sistema West Coast que usará para desarrollar, poco a poco y sin estridencias, el potencial de Derek Carr, QB titular de los Raiders. 

Seguro que quiere implementar algunas de las ideas que vio el año pasado en los Eagles, como ayudante de Chip Kelly, como el up-tempo, pero no me imagino a este hombre, de nuevo con responsabilidades de coordinador ofensivo, jugando alocado y arriesgado. No, en modo alguno. De hecho, seguro que es una petición expresa de Del Río el actuar con la mayor seguridad posible. Tienen un equipo joven, un QB de segundo año, un corredor que aún está por demostrar lo que puede hacer en esta y un receptor elegido en el número cuatro de la primera ronda del draft como es Amari Cooper. Todo grita, a los cuatro vientos, prudencia y pedagogía.

No es un concepto extraño en Musgrave, que ya vivió algo parecido en Atlanta cuando trabajó con un rookie llamado Matt Ryan. Aquello salió muy bien. Aunque no se puede decir lo mismo de una situación similar en Minnesota con Christian Ponder.

En conclusión, los Oakland Raiders saben que tienen un fundamento sólido de lo que puede ser el futuro de la franquicia, y que lo tienen en los dos lados del balón, en ataque y en defensa, y su decisión a la hora de formar el nuevo cuerpo técnico ha sido la de ir piano piano. En ese sentido, es probable que no hubiese un hombre mejor que Jack Del Río en el mercado de entrenadores. Los Raiders van a jugar con mucha sensatez y mucha protección para sus jóvenes estrellas. No parece un mal plan.