Las claves de la derrota: Al Sabbah, la inversión y el dopaje
El poder del dirigente kuwaití perjudicó a la candidatura de Madrid 2020 y por además la idea de hacer unos nuevos Juegos Olímpicos más austeros no gustó para nada al COI.


En medio del barullo de la derrota, cuando unos lloran, otros abrazan para consolar a los perdedores y la mayoría miraba atónita en la pequeña pantalla el desenlace frotándose los ojos, la frase más repetida entre los miembros de la candidatura de Madrid era: "No sabemos qué ha podido pasar". Una derrota, sin embargo, siempre tiene explicaciones.
Una de las primeras tienen nombre y apellidos. El jeque Ahmed Al Sabbah, presidente de los Comités Olímpicos Asiáticos, es uno de los nombres más influyentes en el COI y padrino de Thomas Bach, el abogado de 59 años que tiene muchas opciones de ser elegido presidente del COI mañana en la Asamblea. Uno de los sueños de Bach es devolver los Juegos Olímpicos a su país, Alemania. Berlín prepara candidatura para 2024 y, para eso, la primera premisa era que Madrid no fuera olímpica en 2020. La influencia del kuwaití fue decisiva. Eliminar a Madrid de la carrera con los votos que controla Al Sabbah quien, por cierto, no veía con malos ojos la candidatura de Blanco, era parte del plan.
Más razones. Pero la derrota también se explica desde asuntos más sencillos. Madrid garantizaba más de 600 millones de euros en patrocinadores, pero mientras Japón proyectaba en su presentación una imagen con todos sus patrocinadores, orgullosos de unirse a un proyecto indestructible, Madrid no tenía demasiados padrinos. Eso, y la tasa de paro que no garantizaba la compra del cien por cien del ticketing, jugaron tan en contra de Madrid como las deficientes respuestas del dopaje. Obsesionada con la economía ("será nuestro caballo de batalla", decía Samaranch 24 horas antes de la elección), la estrategia del discurso se basó en el anuncio de buenos términos macroeconómicos que confirmasen la salida de la recesión y el inicio del crecimiento, y dejar clara la garantía única de las tres administracciones. A Madrid las preguntas sobre dopaje le cogieron a contrapié, porque suponía que ese examen ya había sido superado con nota en Lausana. Blanco, que ha estado impecable durante todo el proyecto, estuvo algo espeso en la respuesta.
Y, sin duda, la peor conclusión que dejó la derrota es que Madrid pretendió inventarse un nuevo modelo de Juegos. Hacer de la necesidad virtud y convertir Madrid 2020 en los Juegos de la austeridad y el legado. El COI, que vende el olimpismo desde los valores, le dio una patada a la novedosa idea de Madrid, como molesto porque le quisiesen enseñar cómo debe funcionar este negocio. Y este negocio, como todos, funciona con dinero. Y, se quiera o no, hoy España es muy poca cosa para organizar unos Juegos.