España afronta los cuartos de final en el momento más complicado para el legado de esta Selección histórica. La rocambolesca derrota contra Brasil ha puesto en duda su honradez, guste o no. Desde Francia se sucedieron las acusaciones, olvidando que el verano pasado Parker y Noah se tomaron el día libre ante España para evitar a la anfitriona Lituania en el Europeo del que fueron subcampeones. La memoria es frágil y maleable.
Pero en casa la sombra de la duda también acecha: sobre 32.000 votos, el 77% de los internautas de as.com consideran que España se dejó ganar. Las extrañas decisiones de Scariolo, la ausencia de faltas al final y la sobreactuada defensa pública de sus valores (no refrendada luego en la cancha) de algunos jugadores y de la FEB, tienen al pueblo con la mosca detrás de la oreja. Si cae ante Francia la imagen del equipo quedará malparada.
Dudas. Y conviene recordar que España, sospechas al margen, no fluye. Durante toda la primera fase ha emitido malas sensaciones: defensa invisible, altibajos constantes, paupérrimo tiro exterior, suplentes deprimidos y mensajes cruzados en la zona mixta. Los optimistas recordarán el Europeo 2009, de evolución similar y que acabó en medalla de oro. Los pesimistas temerán que, por enorme que esté Pau, se necesita ya, pero ya, a Rudy y a Navarro, verdugo de Francia en la final de 2011. Tras el embrollo, a España sólo le salva avanzar. El mundo observa con la espada levantada. No hay margen de error.