Tras un inicio de partido igualado (2-2, min.5), el Octavio logró distanciarse en el marcador gracias a su excelente trabajo defensivo. El 6-0 implantado por Quique Domínguez, respaldado por un magistral Javi Díaz en la portería, se convirtió en un muro infranqueable para la primera línea leonesa.
Además, amparado en esa buena defensa, el equipo gallego logró explotar su juego de contraataque, por lo que los problemas se le multiplicaron a los de Jordi Ribera, que sólo sobrevivían gracias a los goles del lateral croata Denin Buntic (cinco en la primera parte).
Sobrepasado el ecuador del primer tiempo, el Octavio alcanzó una máxima renta de seis goles (11-5). Minutos antes, y tras agotar su tiempo muerto, Ribera ya había concedido la dirección de juego a Jorge García Vega, que sustituyó a un desacertado Dani Sarmiento.
Un cambio que desatascó a los leoneses en el ataque posicional, pues los de Ribera, tras gozar de su primera superioridad, recortaron la desventaja con un parcial 2-5 gracias a la aportación de sus dos extremos (13-10, min.22).
El Ademar venía de menos a más, todo lo contrario que su rival, y antes del descanso ya culminó su remontada (14-14, min.26). Las paradas del internacional croata Mirko Alilovic, que había sustituido a Vicente Álamo, la efectividad de Stranovsky y el lanzamiento exterior de Buntic fueron determinantes.
En la reanudación, los dos equipos gozaron de superioridad numérica para escaparse, pero el continuo intercambio de goles lo evitó.
La igualdad se mantuvo hasta mediada la segunda parte (16-16; 23-23), momento en el que los leoneses consiguieron una renta de tres tantos tras un parcial 1-4 en cinco minutos (24-27, min.50).
El Octavio estaba atascado en ataque y su entrenador lo intentó arreglar con un tiempo muerto. No funcionó. Los vigueses chocaron con el mejor Alilovic en la portería.
Las espectaculares paradas del portero croata y la apuesta por dos centrales en la primera línea, García Vega y Sarmiento, permitieron al equipo de Ribera sumar un triunfo que les sirve para seguir soñando con la cuarta e, incluso, la tercera plaza, aunque la misión es casi imposible.