El que Contador no vaya a participar en el Tour parece una inocentada, una más de las que suceden en el ciclismo. A eso me sonó la creación del ProTour, un circuito cuya clasificación general no tiene repercusión. O que el equipo del ganador del Tour no encuentre patrocinador. O que su salvación (o lo que iba a ser) venga de una ciudad kazaja. O que pese a los escándalos los ciclistas, cada vez menos quiero creer, se sigan dopando. O las excusas que ponen los que son pillados.

Es duro decirlo, pero este deporte tiene lo que se merece porque no han sabido limpiar su imagen ni crear unos nuevos cimientos. Se toman medidas ilógicas, cada organismo rema en una dirección, se mantiene la ley del silencio sobre el dopaje y se sigue recurriendo a patéticos lamentos tipo: "alguien se quiere cargar el ciclismo" o "nos persiguen mientras a otros deportes no se atreven a meterles mano".

Le mandé un SMS a Alberto para hacerle sonreír en un día tan triste: "Monta un equipo para el Tour con tus amigos ciclodeportistas de Pinto y hazme un hueco para tirar del carro; con tu calidad y nuestra ilusión lo ganas seguro". Una inocentada que, con tantos despropósitos, podría acabar siendo realidad.