Una decena de aficionados españoles contra miles eslovenos

Una decena de aficionados españoles contra miles eslovenos

Tan sólo una decena de españoles vieron en directo el partido de vuelta de la final de la Liga de Campeones en el que El Osito L'Eliana perdió la oportunidad de conquistar su segundo título en esta competición, ante los aproximadamente tres mil que llenaron el recinto esloveno.

Los diez aficionados valencianos que se desplazaron a la capital eslovena con el resto de la expedición del campeón español fueron situados por la organización en una de las esquinas del Pabellón Slovan, una auténtica olla a presión en la que tres mil apasionados hinchas animaron a su equipo desde dos horas antes del comienzo de partido.

Siete aficionados de siempre

El grueso de la escasa representación española estaba formado por un grupo de siete aficionados de Valencia que es habitual en los partidos que disputa El Osito en su cancha y que acudió al pabellón provisto de bocinas y camisetas con los nombres de sus jugadoras.

Poco se dejaron sentir, sin embargo, ya que el ensordecedor ruido de la afición del Krim, que calentó el partido con himnos, cánticos y consignas desde mucho tiempo antes de la hora fijada para el inicio del choque, solapó el esfuerzo animador de las hinchas valencianas.

Sin ventaja en el marcador

Pero sobre todo porque el equipo español no gozó en ningún momento de alguna ventaja en el marcador que hiciera enmudecer al rebosante y caluroso pabellón que el Krim había engalanado para una final que no se les podía escapar.

A esos siete entusiastas seguidores españoles, la mayoría jóvenes estudiantes y aficionadas al balonmano, deporte que practican como aficionados en Manises, se les unió el árbitro de fútbol internacional Juan Antonio Fernández Marín, un gran aficionado al balonmano y residente en L'Eliana.

Todos ellos, más el alcalde de L'Eliana, Josep María Angel, que interrumpió la campaña electoral para acompañar al equipo, aplaudieron a las jugadoras españolas en la ceremonia de entrega de recompensas al final del partido, un espectáculo de luz y colores en el que los aficionados locales lanzaron a la cancha más de tres mil globos.

Fue el triste colofón a un viaje de ilusión del grupo de románticos del balonmano que hizo que El Osito se encontrara menos solo en el infierno del Pabellón Slovan, una "ratonera" situada en uno de los barrios residenciales de la capital de Eslovenia.