El Portland sobrevive a un viaje ‘eterno’

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El Portland sobrevive a un viaje ‘eterno’

Tardó 50 horas para llegar a Donetsk, pero sólo once en volver a Pamplona.

El Portland preparó el viaje con tiempo y mimo para que el desplazamiento a Donestsk (Ucrania) no afectase a una plantilla tan veterana como la suya. Sin embargo, el resultado ha sido radicalmente distinto: una salida en vuelo privado el viernes, para llegar a sólo tres horas de disputar el partido el domingo, y eso porque se retrasó en 60 minutos el inicio del encuentro.

"La culpa fue de la niebla", asegura Equisoain, el entrenador del equipo. En el programa de viaje estaba previsto salir el viernes por la mañana de Pamplona, y con dos paradas técnicas para repostar, en Verona y en Ivano Frankvsk, llegar a Donestsk en "unas 10 ó 12 horas. Estaban previstos un par de entrenamientos".

El Portland, que viaja en un avión de sólo 18 plazas (las justas para los jugadores, entrenador, delegado, médico y recuperador), más las dos de los pilotos, sin azafatas y sin aseos ("como íbamos a parar cada tres horas para repostar, tampoco era mucho problema, salvo un apretón en pleno vuelo), llevaba, eso sí, comida propia para dos días en Ucrania, que ha vuelto intacta a Pamplona: "Nuestro menú fue de bocadillos en la comida y en la merienda".

Porque en Verona, primera escala, el Portland esperó seis horas en el aeropuerto antes de buscar hotel ante la imposibilidad de llegar a Ucrania. Y el sábado, otras siete horas en el mismo aeropuerto: "Cuando embarcábamos en Verona pensando en regresar a Pamplona, resulta que se abrió el de Ivano".

Y en Ivano Frankivsk, a unos mil kilómetros del destino, otra vez imposibilitados para continuar. "Ahora, además, estaba el frío. Tenía pensado ordenar carrera continua en los alrededores del hotel, pero era exponer a los jugadores a todo". El domingo el Portland, tan previsor en su viaje, llegó dos horas antes del inicio, por eso se retrasó el choque. Luego, ganó.

Y para volver, ni un problema: 11 horas, y sólo una de retraso por culpa del viento de cara.