Con el 1-0 ante Osasuna como el mejor compañero de viaje, el Málaga emprendió ayer su segundo desplazamiento en la Copa de la UEFA. Vencida la presión de engarcharse de nuevo a las victorias en Liga no ganaba desde el pasado 6 de octubre ante el Atletic de Madrid, la plantilla blanquiazul, que ayer descansó en Berlín y hoy tomará rumbo a Wronki, se conjura para asestar el golpe definitivo y apear al Amica en la eliminatoria de dieciseisavos de final. Darío Silva, revulsivo del equipo malagueño el pasado sábado, acepta el rol de favorito: "Si jugamos como lo hicimos en la Rosaleda y teniendo un pelín de suerte el Amica no es rival para nosotros aunque será un partido difícil, sobre todo, por el clima".
