En Toulouse nació el 17 de mayo de 2002 Léon Marchand, que se ha convertido en la principal esperanza no sólo de la natación, sino que también del deporte francés en los Juegos Olímpicos que acoge París. Una cuestión nacional la de este estilista de 22 años que no vivirá su primera experiencia olímpica, pues ya participó en Tokio 2020 con sólo 19, pero que no se tomó en serio la natación hasta que asomaba la adolescencia.
Venía de estirpe acuática. Su padre, Xavier Marchand, había sido subcampeón del mundo de los 200 metros estilos en 1998, y finalista olímpico en Atenas 1996 y Sidney 2000. Su madre, Celine Bonnet, llegó a competir en Barcelona 1992 en 200 y 400 estilos, y en 100 espalda. Y su tío Christophe Marchand también había sido olímpico en Seúl 1988 y en Barcelona, en 400 y 1.500 libre. Sin embargo, lejos de forzarle a practicar natación, trataron de disuadirle, conscientes del sacrificio que implica.
El judo fue el primer deporte de Léon, que lo probó porque tenía un dojo muy cerca de su casa. Por la piscina se interesó con siete años, pero enseguida lo dejó. “Estaba flaco, sentía frío, y lo abandoné durante uno o dos años”, explicaba. A su vuelta, ya en los Dauphins du Toec, tampoco destacaba en exceso. “No me gustaba ser el centro de atención”. Tiene fama de introvertido, pero quienes lo conocieron de pequeño aseguran que simplemente no le gustaba hablar, que se relacionaba perfectamente con los otros niños y los entrenadores.
Léon siempre supo abstraerse de la presión, y nadó desde el principio para disfrutar. “Nunca fue el mejor de su edad. Era bueno, pero no el mejor”, afirmó en ‘L’Équipe’ el actual presidente de los Dauphins, Vincent Gardeau. Hasta que a los 12 años ya se quiso volcar con el entrenamiento y la competición. Y ganó su primera final nacional. Pero fue a los 15 cuando se lanzó a probar los 400 estilos. Su tiempo fue horrible, y su madre le intentó convencer de que lo dejara, que no era su especialidad… Al día siguiente, rebajó su marca en 15 segundos.
Su etapa de crecimiento se la pasó viendo vídeos de Michael Phelps. Y, vaya por dónde, un tal Bob Bowman le descubrió en 2021, cuando ya despuntaba como juvenil. El mentor del ‘tiburón de Baltimore’ también lo sería de Marchand, a quien convenció para cambiar Toulouse por Arizona, en cuya universidad entrenaba el mítico instructor hasta esta pasada primavera de 2024. Sus padres, una vez más, le animaron a pensárselo dos veces. Pero el joven Léon decidió saltar el charco, para nadar y estudiar Informática. Y hasta hoy.
Al nadador francés le fue bien el atraso de Tokio 2020 a causa de la pandemia, porque pudo debutar en una competición olímpica con 19 años, vivir la experiencia de una final, con una sexta plaza en los 400 estilos, y aprender lo que son y cómo se desenvuelven unos Juegos sin ser víctima de la presión ni estar bajo el foco. Así, tan sólo 11 meses después, logró proclamarse campeón del mundo en esa distancia y en los 200 estilos, además de una plata en los 200 mariposa, en Budapest.
Pero lo mejor estaba por llegar. Y sucedió en el verano de 2023, en los Mundiales de Fukuoka, en que los que no sólo se colgó el oro en las tres especialidades, sino que batió el récord del mundo en los 400 estilos, una plusmarca que ostentaba Phelps desde que por primera vez la alcanzó en 2003. Su 4:02.50 mejoraba en 1.34 segundos lo cosechado por el estadounidense, que así como le envía mensajes cuando compite, ese día estaba en la misma piscina para felicitarle y levantarle el brazo como símbolo de que es su heredero. “Lo que hace Léon es de otro nivel”, manifestó Phelps.
Perfectamente adaptado a los Estados Unidos, el pasado marzo arrasó en las finales de la NCAA (el campeonato colegial estadounidense), con cuatro récords de la competición (que se disputa en yardas) y dando el primer título de la historia a Arizona en una noche en que sintió que “no tenía límites”. Bob Bowman se ponía las manos en la cabeza desde el lateral de la piscina. “Es el mejor nadador que hay ahora mismo, y probablemente consiga serlo de siempre”, afirmó su compañero Jonny Kulow.
Ante los Juegos Olímpicos, lógicamente competirá en los 200 y 400 estilos, pero se planteaba la duda de si concurrir en los 200 braza o los 200 mariposa. Hasta que la organización de París 2024 se la disipó, alterando el calendario a instancias de la federación francesa de natación para espaciar en el tiempo ambas finales (que inicialmente iban a disputarse seguidas) y permitir así que, si lo desea, Marchand participe en las cuatro pruebas.
La Defénse Arena y el planeta acuático estarán pendientes de uno de los nombres propios de estos Juegos, capaz de abstraerse del nerviosismo leyendo cómics manga o mirando series hasta minutos antes de entrar en acción. “Siento que manejo mucho mejor la presión”, indicó recientemente. Será favorito en los estilos, gracias a su portentoso subacuático. Y se prevé una pugna encarnizada con el húngaro Kristof Milak en los 200 mariposa y con el chino Qin Haiyang en los 200 braza. Y queda la incógnita de los relevos. París le espera.