GIRONA-ESPANYOL | ÁNGEL MARTÍNEZ
“Jugadores del Girona venían a casa a comer y echar la siesta: ni un menú podían pagarse”
Dice Ángel que le gusta ver al Espanyol “sufrir y competir”, y que con el Girona disfruta. “Ha cambiado la película” entre sus dos ex equipos. Él es concejal en Girona, ‘coach’ y futuro entrenador.
En la temporada de su debut con el Espanyol, la 2006-07, alcanzó la final de la Copa UEFA, actual Europa League. Y sentía, con razón, que podían “ganar a cualquiera”. Tres años después se marchó cedido a un Girona “muy amateur”. Ni por asomo podía imaginar, ni él ni nadie, el curso de los acontecimientos en los últimos años. Ángel Martínez, natural de Girona, actual concejal allí, ‘coach’ deportivo, comentarista de los partidos del Espanyol B y futuro entrenador (”más pronto que tarde”), charla con AS del partido de este sábado y mucho más.
Por primera vez en la historia, el Girona aparece como favorito ante el Espanyol...
Es que en los últimos años ha cambiado totalmente la película. El Girona ha llegado a donde está por méritos propios, por juego, gestión, paciencia… Y el Espanyol está como está.
¿Cómo está, exactamente?
Pues en momentos de dificultad, eso es obvio. Es muy complicado recuperarse de dos descensos, y más cuando los pilares se tambalean constantemente.
¿La estabilidad es la clave de unos y otros, más allá de las inversiones de Rastar y del City?
La clave es tener unos pilares fuertes sobre los que construir. Es realmente complejo cuando se discute a Rufete, Catoira, Garagarza a Mao, al entrenador del momento, al presidente... El Girona, por su parte, ha logrado todo lo contrario. Antes caerá la Catedral de Girona que Quique Cárcel, por el trabajo que ha ido haciendo. En el runrún de Segunda, cuando peor lo estaban pasando, se apostó por Michel. Y Geli es un gran representante del club y de la ciudad. Tener fuertes esos pilares, gozar de estabilidad es algo que llega al equipo y que le hace creer y crecer. El ambiente crítico es bueno, no tanto el pesimismo permanente.
¿Cómo lo vive un perico ‘gironí’?
Es muy complicado. El Espanyol siempre ha tenido esos rasgos de rebeldía, de ser el díscolo porque se siente marginado en Barcelona. Y a mí me gusta ver al Espanyol sufrir y competir, y disfrutar del Girona, por su juego, su dinamismo. Para mí fue increíble escuchar el himno de la Champions en Montilivi. En una misma categoría, son ahora mismo dos mundos paralelos.
El día y la noche.
Para el Girona, todo lo que le sucede es muy nuevo, vive en una burbuja, tiene internacionales e incluso marcan con sus Selecciones, como Bryan Gil el otro día en el España-Suiza. Y el Espanyol, al revés, en descenso aunque sea con un partido menos, padeciendo para no convertirse en un club ascensor. Hace daño, sinceramente. Por eso el partido de este sábado será especial y complicado a la vez para mí. Pase lo que pase, lo quiero disfrutar, aunque sin mirar mucho el resultado, para no sentirme ni contento ni triste.
Usted debutó con el Espanyol en la temporada 2006-07, en el camino hacia la final de la Copa UEFA, con Carlos Kameni, Dani Jarque, Iván de la Peña, Luis García, Raúl Tamudo… ¿Sigo?
No, no es necesario (ríe). Yo debuté directamente en la UEFA, en diciembre de 2006, y en esas semanas derrotamos al Atlético de Madrid siendo muy superiores y le pasamos por encima al Sevilla. Cuando mis hijas me preguntan sobre aquella época y les hablo del ‘Tamudazo’ y del ‘Delapeñazo’, no se lo creen. Teníamos la certeza de que podíamos ganar a cualquiera.
No hace tantísimo tiempo. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?
Los descensos hacen mucho daño a cualquier club. Y no uno, sino dos, en muy poco tiempo. Es frustrante, lógicamente, pero la realidad es otra y el momento es muy distinto. Cualquier comparación con el pasado sería injusta. Lo bueno, es que sigue siendo nuestro equipo, con los mismos colores y el mismo escudo que defender.
¿Y eso es suficiente?
Debe serlo. El fútbol, para bien y para mal, no tiene memoria. Al propio Girona le puede pesar esta temporada si se van prolongando las comparaciones con el año pasado, en que parecía que no ganar cada uno de los partidos era un fracaso. Con el tiempo se valorará más lo que ha logrado.
¿Lo hubiera imaginado en el mejor de sus sueños, cuando en 2010 se fue cedido a un equipo que prácticamente acababa de subir a Segunda A?
Ni en broma. La supervivencia del Girona tendía de un hilo. Lo viví yo, y aún más mi hermano (Jose Martínez), que estuvo en Tercera. Después de los entrenamientos, venían jugadores a casa a comer y a echarse la siesta porque no podían permitirse un menú fuera. Había impagos. Entrenábamos en Riudarenes, con cuatro máquinas en el gimnasio, ropa que a menudo tenía jirones y muchas veces agua fría en las duchas porque no funcionaba la caldera. Era todo muy ‘amateur’.
Ha mejorado increíblemente el Girona, igual que usted pretende como concejal que mejoren las vidas de los ciudadanos gerundenses, ¿verdad?
Así es. Gracias al fútbol soy lo que soy, y ahora estoy tratando de devolverle todo ese cariño a la sociedad, más allá de las siglas. Es cierto que ganamos las elecciones, pese a lo cual estamos en la oposición (formó parte de la lista del PSC en las Municipales). Y, como concejal, estoy inmerso en temas más deportivos, como reuniones con entidades, clubes, escuchar sus necesidades, tratar de mejorar instalaciones… Pero también, como hijo que soy de un barrio como Germans Sàbat, hablo con asociaciones de vecinos, trato de estar pendiente. Y colaboro con asociaciones como La Diana, para niños y niñas sin recursos, u otros temas de inclusión para personas con discapacidad. En ese trabajo social he encontrado algo reconfortante. No por lo que doy, sino por lo que recibo.
Articula su discurso, en el buen sentido, como un auténtico político.
(Ríe) No, no me considero un político, sino un trabajador social que está a disposición de la ciudadanía. Y me encanta, porque en las personas encuentro ese ‘feeliing’ y comprensión. No me interesan las altas esferas, porque entiendo la política como la necesidad de llegar a acuerdos para que la gente viva mejor. Ya como futbolista, cuando estaba en Inglaterra, me entendía con compañeros irlandeses, canadienses u holandeses, con gente que no hablaba el mismo idioma, por un bien común. Si los comprendía a ellos, qué no haré por los vecinos de Girona.
¿El fútbol, en ese arte de la negociación, tiene mucho de política?
Lo tiene, sí. En un equipo de fútbol, cada individuo es diferente, como lo son los distintos partidos políticos, e igualmente debes trabajar en conjunto para lograr ese bien común. Cuando eres capitán, como me sucedió en el Sabadell, también debes negociar, luchar por los intereses de los jugadores, con un sindicato que sería la AFE, e intentar casarlos con los intereses del club. Al final, en el fútbol y en la política, hay que ir de cara, ser honesto.
Y después está su faceta de ‘coach’ deportivo, con titulación. ¿Con quién ejerce?
Trabajo individualmente con algunos excompañeros, también con chicos jóvenes y con algún club. Incluso doy charlas con padres y madres, porque al final son quienes están en casa del futbolista, los que los llevan en coche o los siguen desde la línea de banda. Si no educas a los padres, todo el trabajo que puedas hacer con los chicos se va al garete.
Uno de los grandes asuntos de hoy en el fútbol formativo.
Es que muchas veces no se dan cuenta de la importancia que tienen, de su influencia, de que si su mensaje no es bueno pueden convertirse en los peores enemigos de sus hijos. Así que es necesario hacer un trabajo conjunto entre el club, los deportistas y sus familias. También imparto charlas gratuitas a chicos, de fundaciones o en barrios, que tienen problemas. Utilizo mi carrera para llegar a ellos, que se fijen objetivos y tracen el camino, porque todos somos buenos en algo, lo que se trata es encontrarlo, formarse y luchar por ello. Darles más oportunidades, al fin y al cabo.
¿Y cómo va el curso de entrenador? ¿Se ve más en fútbol formativo o en el profesional?
De entrada, me gustaría estar en el fútbol formativo, pero mi idea es desarrollar mi idea futbolística, moldearla y transmitirla en equipos profesionales. Quien diga lo contrario, miente. Yo estoy acabando de formarme para dar el salto a los banquillos más pronto que tarde.
Y, mientras tanto, comenta los partidos del Espanyol B para el club. ¿Ve futuro a corto-medio plazo en la cantera?
Yo creo que sí. Como estamos viendo en un club muy cercano, de las necesidades salen oportunidades. Es verdad que no hay que precipitarse, hay que esperar al momento óptimo de maduración de cada futbolista. Por ejemplo, a Bauza y Justin Smith los veo ya hechos. Catalá en el filial es dueño y señor de la defensa. Almansa, que precisamente viene del Girona, es un talento y un perfil que no tenemos en el primer equipo. Y, de quienes están ya, me alegro un montón por la renovación de Jofre, el temporadón de Joan García, el rendimiento de Puado, Omar, Pol Lozano… No quiero olvidarme de nadie.
¿Qué siente cada vez que pisa la Ciudad Deportiva Dani Jarque, donde se formó, para comentar esos encuentros del Espanyol B?
Cada vez que voy me acuerdo de mis tiempos, pero no con melancolía, sino que me encanta. Veo a los canteranos desde arriba y me doy cuenta de que cuando yo jugaba en el B era un pardillo, ni siquiera me percataba de que estaba a un paso del primer equipo, que en cada partido había mucha gente importante en la grada. Quizá esa fue una de mis virtudes, que solo pensaba en mejorar cada día. En cada partido se juega mucho, porque cada partido puede cambiar tu carrera.
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