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ESPANYOL

Harakiri en la portería

Los determinantes errores de Álvaro Fernández y antes de Lecomte en el Espanyol desnudan una pifia mucho mayor: la gestión de un área deportiva que dejó escapar a Diego López y Oier.

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CORNELLÁ DE LLOBREGAT (BARCELONA), 02/10/2022.- El portero del RCD Espanyol Álvaro Fernández, detiene un balón durante el partido de la jornada 7 de LaLiga, este domingo en RCDE Stadium de Cornella de Llobregat. EFE/ Marta Pérez
Marta PérezEFE

Incrédulo aún por lo sucedido, unía sus palmas Álvaro Fernández, como inmerso en un estado de ‘shock’, para pedir perdón por el gol que evitó la primera victoria del Espanyol de Diego Martínez en el RCDE Stadium. Un error insólito, pues dejó pasar un tiro casi involuntario de Eray Cömert, creyendo que iba fuera. Pero solo la punta del iceberg en que, pifia tras pifia, se ha convertido la gestión de la portería perica. Hasta el punto de que surge el inevitable debate sobre quién debe ser su inquilino en lo sucesivo. Ninguno de los candidatos es, no obstante, el principal responsable de este desastre, cuya matriz se encuentra en la planificación por parte del área deportiva que comanda Domingo Catoira.

La relación de calamidades no empieza por Álvaro Fernández ante el Valencia, ni antes en Anoeta. Como tampoco de Benjamin Lecomte y su pasividad en goles del Celta, del Rayo, por supuesto su expulsión frente al Real Madrid. El origen del error tiene como fecha oficial el 9 de junio, cuando se decide prescindir de Diego López. El dueño de todos los récords de imbatibilidad en la historia perica –en Primera, Segunda, en Europa…– pero, por encima de todo, una pieza imprescindible aún la temporada pasada, con 49 goles recibidos en 36 jornadas (1,36 de promedio) a pesar del terrible tramo final del Espanyol.

Fue inesperado, la verdad. Esperaba continuar un año más después del rendimiento, mi papel en el club y alguna charla previa que tuvimos”, reveló el gallego semanas más tarde en una entrevista con AS. Una decisión tan drástica que llevó al convencimiento de que algún guardameta titularísimo estaba atado. Nada más lejos de la realidad. 34 días tardaron en encontrarle un teórico reemplazo, y a contrarreloj porque la plantilla ya de Diego Martínez se iba de estadía a Marbella.

Aunque para mal gobierno de los tiempos, la salida de Oier Olazabal. Esperó el Espanyol a comunicárselo al penúltimo día antes de que expirara su contrato, lo que le llevó a descartar alguna oferta que tenía sobre la mesa. El irundarra, un ejemplo de profesionalidad al aceptar su rol a pesar de que lució lo poco que había jugado –solo seis goles recibidos en nueve partidos, de los que únicamente perdió tres–, estaba dispuesto a rebajarse a la mitad su salario con tal de quedarse. Pero la dirección deportiva prefirió darle puerta, incluso teniendo que pagar por ello una pequeña penalización (igual que en el caso de Fran Mérida) por el año opcional que tenía firmado.

Diego López, en su emotiva despedida.
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Diego López, en su emotiva despedida.GORKA LEIZADIARIO AS

Y llegó, un 13 de julio, Benjamin Lecomte, cedido la pasada campaña en el Atlético de Madrid sin haber jugado ni un solo minuto. “Es un portero de rango de equipos superiores al Espanyol”, se congratulaba en su presentación Catoira, quien añadía una frase que ahora suena casi a maldición:Buscábamos estabilidad y experiencia en una posición clave, así como mentalidad que queremos dar en el equipo”. A préstamo desde el Mónaco, sin opción de compra, se postulaba el francés para hacerlo tan bien que a final de curso tuviera que pujar el Espanyol por quedárselo.

Pero Lecomte no pudo comenzar peor, lo que obligó al área técnica a buscar otro guardameta. En realidad, lo que hizo fue retomar su plan A, ya que venía negociando desde mayo por Álvaro Fernández, cuyos derechos comparten Huesca y curiosamente Mónaco. Y también había conversado por Bartlomiej Dragowski con la Fiorentina, que conocedora de las necesidades del club perico se descolgó con exigencias de venta abusivas. No fue hasta el 31 de agosto, después de que accediera el Huesca a una cesión, cuando consiguió el Espanyol anunciar a Álvaro.

Y por si todo esto fuera poco, casi desde la barrera pero sin dejar de trabajar un solo minuto se lo ha mirado Joan García. El canterano, quien la pasada temporada no tuvo fortuna en su debut –pues fue protagonista ante Solares, Elche y Levante, en tres de los cuatro encuentros que disputó–, recibía en público el apoyo del club perico pero, a la vez, vivía en absoluta incertidumbre su futuro.

Lecomte, en su última acción hasta ahora con el Espanyol: su expulsión contra el Real Madrid.
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Lecomte, en su última acción hasta ahora con el Espanyol: su expulsión contra el Real Madrid.JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

En la propia presentación de Álvaro, a un día para el cierre del mercado, reconocía Catoira que aún no habían decidido si mantenerlo en el primer equipo o si cederlo. “Tenemos que concretarlo. Hay un Europeo Sub-21 el año que viene y ver qué es lo más adecuado para que pueda rendir acorde al potencial que tiene”, razonaba, como si en 24 horas fuera a llegar un Segunda que le garantizara la titularidad, algo de lo que había sido incapaz de lograr el Espanyol en todo el verano. Así que se quedó, iniciando con 21 años su segundo curso consecutivo sin ritmo de partidos. Hasta hoy.

14 goles y unos cuantos fallos garrafales después, con el Espanyol convertido en el cuarto equipo que menor porcentaje de disparos detiene –un 56,25 por ciento, atribuible al terrorífico 45,45 por ciento de Lecomte y el tibio 65 por ciento de Álvaro–, la inefable gestión en la portería ha ‘quemado’ ya a dos guardametas en únicamente siete jornadas, de modo que surge el debate de si alargar la confianza en el actual titular, capaz de compaginar pifias con excelentes paradas, o de si apostar por un Joan García que también merece su oportunidad. Que sería la tercera y última bala. Salvo que el área deportiva sorprenda con una el estreno de una temporada de este sainete en el mercado de invierno.