El Panda, el renacer goleador de un youtuber, inversor y activista social
Borja Iglesias firmó ante el Barcelona su primer hat-trick en la máxima categoría. Un triplete acompañado de insultos homófobos que el polifacético futbolista no ha dudado en denunciar.
Desde Santiago de Compostela, donde vive, a la ciudad deportiva del Celta en Mos, donde se ejercita con sus compañeros, hay casi 100 kilómetros de distancia que Borja Iglesias recorre casi a diario. 100 km de ida y 100 km de vuelta. Dos horas al día en la carretera, demasiado tiempo desperdiciado en el caso de un futbolista cuya vida consiste en mucho más que pegarle patadas al balón. Para aprovechar sus trayectos por la autopista AP-9, el delantero ha contratado a una persona que ejerce de chófer. A sus 32 años, de Panda solo tiene el apodo, su carácter bonachón y el coche con el que se presentó el pasado verano en Vigo. El resto es pura hiperactividad.
Entre las múltiples facetas del ariete está la de youtuber. Hace dos meses estrenó su propio canal. Lo hizo compartiendo cómo vive un día de partido en Balaídos, un vídeo que arranca con el internacional español paseando a sus perros por la mañana en Santiago y un cocinero preparándole el desayuno en la cocina de su casa. Desde entonces, entre otros contenidos ha publicado una masterclass para amantes del café y una charla con los diseñadores de la nueva camiseta del Celta inspirada en el himno del centenario creado por C. Tangana.
Otra de las pasiones de Borja Iglesias son los videojuegos. Junto a Thibaut Courtois, Marc Gasol y el youtuber DjMariio se enroló en el proyecto de un club de eSports, el DUX Gaming. También le ofrecieron entrar como accionista en el equipo de su ciudad, el histórico Compostela, y aunque estuvo cerca de aceptar, finalmente no lo vio nada claro y lo rechazó. El Panda tiene olfato de inversor y en su cartera de negocios apuesta por el sector hotelero y los inmuebles.
Un empresario atípico, de barba desaliñada y con las uñas pintadas. A los dedos de sus manos empezó dándoles color para luchar contra el racismo y la homofobia y a partir de ese gesto se convirtió en todo un activista social. El último capítulo de esa lucha por el respeto y la tolerancia se ha vivido en los últimos días. El delantero ha denunciado los ataques sufridos en las redes sociales después de anotar tres goles contra el Barcelona. “La siguiente vez les metes cuatro o te robo a la novia (aunque supongo que no te importará)” o “Día histórico, Borja Iglesias se convierte en el primer homosexual en anotar un hat-trick al Barcelona. Ejemplo de superación” son algunos comentarios que ha tenido que leer y a los que ha respondido con una reflexión: “Nos sorprende que haya insultos racistas y homófobos en los campos de fútbol. Pero es que seguimos conviviendo en una sociedad en la que el respeto hacia los demás sigue siendo algo que está muy lejos”.
La firmeza en sus reivindicaciones contrasta con la crisis de confianza que padeció la pasada campaña y que estuvo a punto de hacerle tirar la toalla. Iglesias se planteó colgar las botas durante sus semanas más duras en el Betis. Totalmente distanciado de Manuel Pellegrini, el héroe de la Copa del Rey que el conjunto verdiblanco conquistó en 2022 se marchó cedido en enero al Bayer Leverkusen de Xabi Alonso. Allí festejó un doblete, Bundesliga y Copa, pero cerró la temporada con cero goles. No marcó ni en el campeonato español ni en el alemán.
En el momento más bajo de su carrera se abrió la opción de regresar al Celta. Máximo artillero en la historia del filial celeste, ha vuelto a disfrutar del juego bajo las órdenes de Claudio Giráldez y con socios como Iago Aspas y Óscar Mingueza. La recompensa a su trabajo sucio jornada tras jornada fajándose con los centrales la recibió el sábado en Montjuïc. Firmó el primer triplete de su carrera en la máxima categoría. El Panda ha renacido como killer y demuestra que también en los terrenos de juego todavía tiene mucho que decir. Él desea hacerlo vestido de celeste y jugando en Europa. Dos sueños que tendrá que pelear en las próximas semanas. Uno en los despachos -le queda contrato con el Betis- y el otro con su habitual Afouteza sobre el césped.
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