El apellido Bellingham ya ha dejado su impronta en el Mundial de Clubes. En la segunda jornada, y no por obra de Jude, que pasó de puntillas en el tristón estreno en Miami del Real Madrid ante Al Hilal, si no por Jobe, el hermano menor. Apenas una hora de juego le bastó al flamante nuevo jugador del Borussia Dortmund para comenzar a ganarse con su primer gol el cariño de la afición Schwarzgelben, que no solo evoca al madridista en la estética de su nuevo fichaje, también en sus trazas como jugador, ahora en la élite.

Niko Kovac le hizo debutar sustituyendo a Pascal Gross en el empate del partido inaugural ante Fluminense, concediéndole algo más de 30′ de juego. Tras ello, y a pesar de que el técnico croata mantuvo la incertidumbre por un problema digestivo, se coló por primera vez en el once titular ante Mamelodi Sundowns. Comenzó como extremo pero su descenso al centro del campo, liberado como interior licencias ofensivas, detonó el partido.

Sobre la bocina del tiempo de descanso, Ronwell Williams, el que estuviera nominado el pasado año al Balón de Oro de los porteros, rechazó un centro de Julian Brandt a zona prohibida, al punto de penalti. Ahí apareció Jobe para anotar el momentáneo 1-3 con una estética volea precedida por un fabuloso control orientado con el pecho convertido en regate. El gol que parecía sentenciar un encuentro que acabaría con apuros para los suyos, como reflejó ese 3-4 final. También germinó el 2-4. Los primeros tres puntos aurinegros en este Mundial de Clubes llevaron el sello del mini Bellingham, como ya le apodan en Dortmund. Un comienzo con duende.

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