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ATHLETIC | MARCELINO

"Siento que estoy capacitado para dirigir a cualquier equipo"

El entrenador del Athletic habla sobre sus cinco primeros meses en Bilbao, el carrusel de sensaciones que ha vivido y el partido de mañana ante el Madrid en San Mamés.

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"Siento que estoy capacitado para dirigir a cualquier equipo"

Marcelino García Toral (55 años, Careñes, Villaviciosa) prodiga sonrisas, es muy correcto, un apasionado del fútbol, y le gusta explayarse. Ante todo, argumenta para convencer. El entrenador del Athletic ha vivido en una noria de emociones desde que llegó a Bilbao. Nada más aterrizar, ganó la Supercopa ante Madrid y Barça, y el juego del equipo, meteórico, subió como la espuma. Pero en abril perdió dos finales de Copa y se ha empezado a pinchar el globo...

Estamos en la era de las entrevistas por Teams, Zoom, Skype… ¿prefiere no vernos o le va más mirar al interlocutor a los ojos?

Prefiero estar junto a quien hablo, lo digo como lo siento. Las relaciones humanas tienen que ser cara a cara y no a través de una pantalla, pero bueno, esperemos que esto acabe cuanto antes.

Desde Caparrós no se podía entrevistar al entrenador del Athletic, y de eso hace diez años. Recuperamos la normalidad.

Así lo entiendo, no tengo nada que ocultar, ni esconderme de nada, ni de nadie. La relación entre todas las partes es algo bueno para beneficio de este bonito espectáculo. Y transmitir lo que uno piensa no creo que perjudique a nadie. Al contrario, beneficia a lo que es el fútbol, a las relaciones y a exponer la forma de pensar.

Defínase como persona y como entrenador.

¡Es complicado definirse a uno mismo! Intento ser siempre un tipo absolutamente normal. En las relaciones personales, sincero, porque la sinceridad es una grandísima virtud y lo que fomenta las buenas relaciones entre las personas, y dialogante. Y en ámbito profesional, me gustan la seriedad, el rigor, y la humildad, por supuesto, que es un valor que debemos tener siempre presente. Trato de transmitir coherencia para que los jugadores confíen en nuestra forma de actuar.

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Hablé con excompañeros de su etapa de jugador, los Ceballos, De Huerta, Eloy… y el técnico Lico. Le ven ahora igual de obsesivo y apasionado que antes. ¡Eloy le tenía que frenar para que no apretase tanto al propietario del Sporting!

Sí, soy el mismo. En cuanto a profesionalidad en lo que me gusta, sí. Bueno, ahora soy más ganador que como jugador. Como futbolista cuando era más joven me faltó el carácter que ahora tengo, la ambición… era, como suele pasar a los chicos, un poco ‘excusista’, eso lo mejoras a medida que cumples años. Ahora ves todo más desde la madurez. También cuando empecé a entrenar era diferente de ahora en determinados criterios. Pero en aquello del punto de partida por el que te gusta el fútbol y cómo lo desarrollas, soy el mismo. 

¡No me diga que le hizo la misma ilusión aquel ascenso con el Lealtad a Segunda B hace 23 años que la Copa con el Valencia!

Sí, porque lo importante es disfrutar con cada momento que vives y fue espectacular cada uno de esos momentos, igual que lo fue ganar una Supercopa con el Athletic y lo habría sido levantar una Copa aquí. Es cierto que de haber ganado la Copa, le habría faltado algo que le convierte en diferente: la presencia de gente en las gradas, convivir con los aficionados y disfrutar plenamente la victoria.

¿Se ve como un técnico consagrado, con prestigio?

Siento interiormente que estoy capacitado para cualquier reto y para dirigir a cualquier equipo. Llevamos una trayectoria con muchísimos logros, que una vez son los títulos y otra los objetivos que consigues en función de los que te has propuesto o lo que se considera como capacidad del equipo. Nuestra trayectoria es larga y hubo más éxitos que decepciones.

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No ve nada incómodo en esto de entrenar, aunque algunos colegas lo consideran casi una tortura. Hasta físicamente algunos como Guardiola o Zidane se van consumiendo y están ya sin pelo, y mientras usted sigue como siempre y con ese pelazo.

Cuando elegimos una profesión, debemos saber qué pros y contras tiene y asumirlos como tales. Desde la asimilación de ese concepto general que abarca al entrenador, yo disfruto mucho más que sufro. Pasan los años y las derrotas me hacen pasarlo mal, pero eso no me debe debilitar, como tampoco las críticas negativas, ni me fortalecen las positivas. Soy prudente, tranquilo, sereno, para que lo que ocurre alrededor no me condicione en mi forma de actuar.

¿Qué le dice la gente por la calle? ¿Aquel episodio de 2008 está olvidado? ¿Sigue el camino de Raúl García e Iñigo Martínez, que se tuvieron que ganar el cariño de Bilbao?

No puedo percibir ese hecho. Las cosas se olvidan. Estoy muy agradecido al comportamiento que tiene la gente conmigo en Bilbao desde mi llegada. Y mira que perder la Copa pudo ser una gran decepción, pero las muestras de afecto y las palabras que me transmite la gente son muy de agradecer. Lo único que me hace es, si cabe, tener más motivación para intentar no defraudarles.

Hubo muchas sonrisas y abrazos al principio con la Supercopa, pero últimamente le noto más duro y crítico. ¿Se han acabado las bromas?

No es crítico. Soy un entrenador, y me considero así como persona, que me gusta opinar de lo que he visto. Expreso lo que siento: si es alegría, alegría y si es tristeza, la intento no expresar pero sí explicar por qué no ha salido el partido que queríamos. En muchos casos en el Athletic tengo una sensación contrapuesta. Los jugadores realizan un gran trabajo que me deja muy satisfecho, pero luego, por pequeños detalles, todo ese esfuerzo y el hecho de ser superior al rival, no lo transformamos en victoria. Eso nos hace no ganar, algo que me incomoda siempre. Me fastidian muchos empates que conseguimos en los que el equipo hizo méritos para ganar, pero detalles puntuales nos impidieron hacerlo. Y eso me enfada, pero no solo por mí, a todos, por el esfuerzo de los jugadores.

Tres finales en tres meses. Si las gana, pasa a la historia, pero no ha sido así. ¿Le preocupa que esté decayendo el 'efecto' Marcelino?

No. Si se confía en la idea y metodología de trabajo, iremos a mejor. Rendimos a un gran nivel en la Supercopa porque nuestros mejores futbolistas estaban muy bien, rindieron todos a la vez, tenían un estado de ánimo perfecto y fue un recorrido corto de cuatro días. Amparados en esa victoria y en un título muy, muy meritorio, el equipo fue creciendo.

Y luego ¿qué pasó?

Fueron surgiendo dos circunstancias. Disputas un año después por la pandemia una final que te genera gran ilusión, pero a la vez una obligación y una ansiedad. Y a la vez, hay una posibilidad de disputar otra final. Sumas todo eso mentalmente y jugar un partido cada tres días, con un cuerpo técnico nuevo... genera una situación de máximo estrés competitivo y poco trabajo. Eso nos llevó a la irregularidad. Se juntaron muchas cosas en las que dividir la atención. En el subconsciente, la Liga pasó a un segundo plano. Y luego está lo de no tener suerte en determinados partidos. Y llega la noche esperada…

El día D. La Cartuja. La Real.

Una vez visto el partido, todo ese estrés nos pasó una factura muy grande y la ilusión se convirtió en un miedo a perder que nos dejó sin el rendimiento que estoy convencido que estos futbolistas tienen. Fue una pena que perdurará en nuestras mentes, la de los técnicos y los futbolistas, hasta que seamos mayores

Dice que le aburre tener el 80 por ciento de posesión si no hay goles. Es más de Klopp que de aquella Selección que dirigía Del Bosque.

Esto hay que matizar. Haces una frase y se descontextualiza, se saca un titular. Yo quiero tener el 80 por ciento de posesión, pero ahí tienes que tirar 20 o 30 veces a portería, no tres ocasiones claras y diez tiros a meta. Hasta que se demuestre lo contrario, en el fútbol tienes dos porterías, una que debes defender y otra, para atacar, y el mayor éxtasis que una afición siente es primero cuando metes un gol y segundo cuando haces una ocasión de gol, no cuando das pases. Nuestra afición no convive con esa idea y tampoco otras muchas de equipos en los que estuve. Posesión para tener finalización, si no la tienes, el fútbol es muy aburrido y aquella Selección tenía muy poca. Muy diferente era el Barça de Guardiola en las tres primeras temporadas. Soy más de ver al Bayern de la temporada pasada, al Dortmund. al Liverpool de Klopp... a esos equipos que juegan hacia delante, finalizan, establecen un ritmo frenético, recuperan, contraatacan, circulan el balón para generar espacios de progresión para finalizar… ese es el fútbol que me enamora.

Pueden ser los jueces de la Liga. Ganaron al Atlético, tacharon al Sevilla… toca 'fastidiar' al Madrid.

Queremos competir, no tenemos que mirar contra quién jugamos. Seremos un equipo poderoso cuando seamos capaces de visualizarnos a nosotros mismos y lograr, independientemente de contra quién juguemos, contra el Ibiza en Copa o Madrid en Liga, intentar dar nuestra mejor versión. Cuando seamos capaces de forma reiterada de repetir esa mentalidad, seremos un equipo muy competitivo. Nos toca jugar contra el Madrid y nuestra mentalidad, como contra el Huesca o en el siguiente partido contra el Elche, va a ser intentar ganar. Pero no nos consideramos jueces de nada, queremos ganar por nosotros mismos y la Liga la ganará el que haya sumado más puntos. Está todo igualado. Sumando el Atlético todos los puntos van a ser menos que en los últimos diez años.

¿Le gusta Zidane?

Como jugador era extraordinario, y como entrenador es el mejor que puede tener el Madrid, así lo dicen los resultados: ganó Champions y Ligas. Y esta temporada con multitud de dificultades, sobre todo en cuanto a lesiones, es el segundo favorito para ganar la Liga a falta de dos jornadas. En Europa fue el equipo español que más lejos llegó, así que la temporada debe ser buena. Hombre, si se queda sin títulos Madrid o Barça se considerará que no ha sido un éxito. Como entrenador es el ideal y así lo dicen los resultados.