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FINAL COPA (2020) | ATHLETIC - REAL SOCIEDAD

Illarra sacó su trompeta

El capitán de la Real lidera la fiesta nocturna en el hotel. Emotiva despedida de Sevilla y ninguna celebración institucional en Donostia.

Actualizado a
Illarramendi y Oiarzabal sostiene el título copero
AMAIA ZABALO

Iba a tocarla otra vez el 'Búfalo' Villalibre y al final fue Asier Illarramendi. El capitán de la Real Sociedad, lesionado en la previa, se convirtió en el improvisado líder de la fiesta de la plantilla txuri-urdin en su hotel de concentración en Sevilla. Fiesta privada, muy íntima, sólo jugadores, cuerpo técnico y unos cuantos directivos, dentro de la ya famosa burbuja por la situación del coronavirus que atravesamos. Y en esa fiesta, dentro de las muchas anécdotas que sucedieron, la más curiosa y destacada fue la que protagonizó el centrocampista mutrikuarra. De repente, apareció en el comedor del hotel con una trompeta y empezó a tocar la marcha de San Sebastián mientras el resto de sus compañeros le hacían el coro, saltaba y bailaban de alegría por el tercer título copero de la historia txuri-urdin. La Copa del Rey presidió la cena toda la noche, que se alargó hasta el amanecer.

Las caras de los jugadores de la Real al salir de su hotel para montarse en el autobús que les llevó hasta el aeropuerto de Sevilla para volver a casa les delataba. La noche de la celebración había sido larga. Ojeras, afonía, voz ronca y sonrías de oreja a oreja. Algunos reconocían que habían intentado conciliar un poco el sueño, pero que no lo habían conseguido. ¿Cómo iba a poder dormir alguien cuando 34 años después logras llevar una Copa a las vitrinas de tu club? El único contacto de los jugadores con los aficionados tuvo lugar en Sevilla, en la entrada del hotel de la Real, cuando iban a subir al autobús. Fueron momentos muy emotivos, protagonizados por una decena de miembros de la Peña Realistas El Sur, la agrupación de aficionados de la Real en Sevilla. "Ha sido increíble este momento, hemos podido aplaudir, saludar y felicitar a todos los jugadores, de una forma que seguramente en condiciones normales no hubiéramos podido hacer. Así que dentro de esta situación que nos da mucha pena, al menos estamos felices de haber sido aquí, en pequeñito, los embajadores de todos esos realzales que se han tenido que quedar en Gipuzkoa y no pueden celebrar con los jugadores esta Copa. Sí, hemos conseguido felicitarles de parte de todos de forma pequeñita ", decía Ion Urrestarazu al Diario AS.

Lamentablemente, y por responsabilidad, en Donostia no hubo nada. La Ertzaintza, viendo el precedente de las desmadradas despedidas en Zubieta y Lezama antes de la final, cortaron los accesos al aeropuerto de Hondarribia y a las instalaciones de la Real. Y las instituciones de Gipuzkoa, el Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación, actuaron con sentido común, y suspendieron cualquier acto de recibimiento o reconocimiento. Si se trata de evitar aglomeraciones y celebraciones callejeras en medio de un peligroso repunte de casos positivos de Covid-19, hay que dar ejemplo. Y lo dieron. Todo suspendido, porque si la afición no puede celebrar como desea el título de campeones de Copa, tampoco los políticos. Es de sentido común. Así que los jugadores se montaron en su autobús y fueron a Zubieta. Lo que tenía que haber sido un multitudinario recibimiento se quedó en pequeños grupos que les fueron felicitando a lo largo del trayecto del aeropuerto a sus instalaciones de entrenamiento.

Imanol Alguacil, que no para ni cuando gana un título, había programado una sesión en Zubieta para este domingo por la tarde. El plan era volver a Zubieta, comer todos juntos y hacer un suave entrenamiento de recuperación. Pero el entrenador oriotarra, casi sin voz y con una sonrisa perenne, decidió suspenderla. Volvieron juntos a Zubieta y cada jugador cogió su coche para marcharse a su casa a celebrar con su familia este Copa del Rey. Porque esa fue otra de las diferencias de esta final, las mujeres y novias de los jugadores no pudieron viajar a Sevilla por el tema de la burbuja, y los jugadores no pudieron festejar la Copa con su gente hasta este domingo por la tarde. Fue Mikel Oyarzabal, el héroe de la Copa del Rey de la Real, el que sacó el trofeo del hotel y lo metió en el bus. El eibarrés no se despegó de esa Copa que tanto ha doblado. Y Mikel Merino casi se deja olvidado en el hotel de Sevilla su trofeo de mejor jugador de la final. Se lo tuvo que recoger y entregar el responsable de prensa de la Real, Jon Ander Munduate. "No se me ha olvidado, eh. Me lo guardaba. Estoy muy cansado pero muy feliz, esto es increíble, qué pasada", decía el navarro. Así fue el día después de los herederos del 87, de los nuevos campeones de la Copa del Rey.