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LEGANÉS

Y Garitano obró la revolución

Después de tres partidos en los que los rivales le habían cogido el truco a su equipo, el de Bergara dio un vuelco al once para asaltar el Tartiere con tres centrales y un alma ofensiva.

Actualizado a
Y Garitano obró la revolución
JAVIER GANDULDIARIO AS

Aunque Asier Garitano ya había negado en otras ruedas de prensa que los rivales del Leganés le habían pillado el truco, en la previa de la visita a Oviedo un periodista se lanzó de nuevo a cuestionarle por el asunto. “¿Piensa hacer muchos cambios ahora que los contrarios han aprendido a cómo frenar al Leganés?”. Garitano cogió un poco de aire y, lejos de repetir el discurso negacionista, respondió con la naturalidad que acostumbra. “Buscaremos soluciones como en cada partido. Vamos a ver si somos capaces de que nos vaya bien”, entonó con serenidad, lo opuesto a la revolución que aplicó al once que esgrimió frente a los carballones.

Fue una alineación subversiva hasta en las formas. Porque cuando un equipo sale con defensa de tres centrales, dos carrileros (uno de ellos más central que lateral), tres centrocampistas natos, un extremo y un único delantero, lo último que se piensa es que se trate de un bloque ofensivo. Error.

Laterales como extremos

El Leganés, en el Tartiere, se comportó como equipo atacante sin desdeñar la defensa. Intenciones que se dejaron ver desde el primer minuto con el dibujo que se desplegó en la pradera asturiana. Jugó el Leganés, más que con un 5-3-2, con un 3-1-4-2 en el que Palencia y Javi Hernández, teóricos carrileros, ejercieron de interiores habituales. A veces extremos.

Buena prueba fue la jugada del 0-2, en la que Palencia (lateral diestro) puso dentro del área el pase de la muerte que Javi Hernández (lateral zurdo) remató reconvertido en ‘9’. Poco antes los papeles se invirtieron y fue Palencia el que por poco no llegó a un pase de la muerte de Javi Hernández. Todo en la zona de castigo.

También funcionó una medular reinventada en la que Rubén Pérez era el pivote y Rubén Pardo y Eraso los interiores encargados del último pase, algo que hasta ahora apenas se había visto. Cierto es que contra el Almería, en Butarque, Garitano desplegó un once similar, pero también que la puesta en escena no fue tan valiente como en el Tartiere, quizá encorsetado por el rápido 0-1 que marcó Sadiq. Entonces Garitano tuvo que cambiar el plan al descanso. Ayer el de Bergara se limitó a insistir en lo ideado.

Enemigo sorprendido

Con su alineación, el técnico pepinero contradijo sus palabras con sus actos. Aunque lo hubiera negado antes, pareció admitir que sí, que los rivales le habían cogido el truco y que era necesario un vuelco al once. Revolución gatopardista (cambiar todo para que nada cambie) que descolocó al enemigo.

“Tal y cómo se ha desarrollado el partido, el sistema del Leganés sí que ha supuesto un escollo. (…) Han presentado una disposición con tres centrales, pivotes muy armados y el tema es que se les ha puesto el partido como querían muy pronto. (…) Nosotros, aún sin estar cómodos, sin tener el control, no hemos dejado de intentarlo”, admitía el Cuco Ziganda, técnico del Oviedo a propósito de la sorpresa que le había preparado su amigo Garitano.

“Ya lo he dicho varias veces. Esta plantilla da para usar varios dibujos. Hoy hemos considerado que era lo mejor. Faltaba algún interior y hemos contrarrestado lo que tiene el Oviedo. Queríamos tener también equilibrio en centímetros en balón parado. La idea que teníamos la hemos trabajado. Hemos hecho un gran partido y hemos sido merecedores del triunfo”, le replicó un Garitano al que la agitación de su pizarra le dio (de nuevo) buenos resultados.