REAL SOCIEDAD
Tiempo de examen de conciencia en la Real
La derrota en Cornellá fue el triste y merecido epílogo a una temporada marcada por su irregularidad. Entrenarán hasta el miércoles, y después vacaciones.
La Real Sociedad no jugará en Europa la próxima temporada. No se lo ha ganado. Ni durante el presente curso, ni tampoco en la última jornada, en la que no fue capaz de aprovechar la oportunidad que se le brindaba en Sevilla. Ni eso supo, o pudo, hacer. Fue el triste, pero merecido, epílogo a una campaña que ha acabado siendo frustrante y decepcionante al mismo tiempo. Tenía que acabar así. No es lo que nos hubiese gustado a todos, pero realmente esta Real tan irregular y tan poco fiable no merecía otro final.
Aunque duela decirlo, hubiera sido bastante injusto que la Real alcanzase el séptimo puesto en la última jornada y se llevase la pedrea de la temporada. Porque su curso ha estado en todo momento por debajo de las expectativas creadas por la plantilla más cara en la historia de la entidad txuri-urdin, con nada más y nada menos que 100 millones de euros de presupuesto. Fallaron las decisiones estratégicas que marcan una temporada, los fichajes no rindieron al nivel esperado y a todo esto se unió el mal año en el nuevo Anoeta. Lo metes todo en una coctelera y te sale el resultado final: novenos en la liga, a tres puntos del séptimo puesto, en un campeonato en el que entrar en Europa ha estado más factible que temporadas atrás.
Primer error a evitar: el banquillo. Todo comenzó torcido con la elección de Asier Garitano, un entrenador que parecía de consenso, pero que no era ni el candidato del presidente, ni del Director de Fútbol, y en el que se confiaba con la boca pequeña. Y tan pequeña era la boca que a la primera opción que hubo de destituírle, se le mandó a la calle. Y todo su proyecto, sincero y sólido, de cambiar las cosas en Zubieta, se vino abajo demasiado pronto, cuando necesitaba un tiempo de maduración. Imanol Alguacil volvió a ser llamado para apagar otro fuego, y ha cumplido con creces, pero no ha evitado la irregularidad de una plantilla que ha rendido por debajo de sus posibilidades. Ahora tiene contrato, y la clave es que siga con la plena confianza de todo el club. De lo contrario sería repetir el mismo error que hace un año.
Segundo error a evitar: los fichajes. Nadie puede negar que en general gustaron las cesiones de Theo Hernández y Sandro Ramírez. Dos jugadores jóvenes, pero contrastados en Primera. Pero sus cesiones tenían un riesgo que se ha pagado muy caro. Para empezar, el precio fue exagerado, más si se tiene en cuenta lo que han aportado después. Y luego su rendimiento ha estado muy por debajo de la apuesta que se hizo por ambos. Tanto que ambos han acabado la temporada sin jugar. Olabe debe medir mucho mejor los pasos que da con estas operaciones, y ser consciente de que los fichajes de fuera deben llegar para aportar lo que no hay en la plantilla, ni en Zubieta. Y hacer caso al entrenador a la hora de fichar. Sandro no era ni extremo, ni delantero centro. No tenía fácil encaje en esta plantilla, con la forma de jugar. Y Garitano hace un año pidió un extremo. No se le hizo caso. Y eso no puede volver a pasar.
A partir de ahí, habrá que medir bien cada paso que se da. Porque se avecina un verano sin excesivos movimientos, pero sí de mucho calado. Como la llegada de Remiro que moverá el árbol de la portería en el que están Rulli y Moyá. O el de la defensa, con la llegada del joven Sagnan. O la delantero, con la salida de Juanmi, que acredita un gol que no le sobra a esta Real. Olabe tiene, además, ante la complicada tesitura de gestionar el futuro de los nueve jugadores de la cantera que han debutado esta temporada en Primera. Porque marcan el futuro, pero todos no tienen sitio en el primer equipo, y muchos están ya para más batallas que jugar en Segunda B. El futuro empieza hoy para una Real que todavía entrenará hasta el miercoles. Después ya vacaciones y hacer examen de conciencia. Pero profundo, por favor.