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LEICESTER

Vichai, el rey de los duty-free que salvó e hizo grande al Leicester

Vichai, fallecido en el accidente de su helicóptero, compró en 2010 el Leicester. Estaba en Segunda y su meta era hacerle campeón de la Premier. Lo logró en la 2015-16.

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Vichai, el rey de los duty-free que salvó e hizo grande al Leicester

En el 2007, el comerciante Vichai Raksriaksorn era un anónimo millonario, el 21 más rico de Tailandia. Una década después pasó al segundo puesto tras engordar su riqueza de 200 millones de dólares a 2.8 billones. Ese salto le proporcionó un título real honorario: Vichai Srivaddhanaprabha. En Inglaterra se le ha conocido más bien como Vichai.

De 59 años, era entusiasta del polo y por supuesto del fútbol inglés. Adorado en Leicester, llegaba a los partidos de casa en helicóptero, después de que monjes budistas hubieran bendecido el césped. En su primera visita al estadio King Power apareció con diez de ellos y no cuenta con ninguna mujer entre sus asistentes para que los religiosos no puedan ser tentados.

Como la mayor parte de la élite comercial tailandesa, Vichai era de descendencia china, pero no de una clase empresarial tradicional. El origen de su riqueza es oscuro, pero el salto lo dio su compañía de duty-free King Power, fundada en 1989, cuando abrió, gracias a sus conexiones con la realeza y la élite política, una tienda en el aeropuerto internacional de Tailandia, el primer establecimiento de carácter privado permitido por el gobierno en un lugar tan estratégico.

Vichai, fallecido cuando su helicóptero se estrelló en los aledaños del King Power Stadium, sobrevivió a las diversas crisis políticas apoyando a unos y a los contrarios y en 2010 contaba ya con el respeto de todos. Ese año, tras tres siendo patrocinador del club, compró el Leicester City en la segunda división con la intención de hacerle campeón de la Premier, algo que consiguió en la temporada 2015-16.

Se escribió que era un sueño imposible y una ambición cómica para un dueño extranjero sin experiencia en el fútbol inglés. Si el equipo perdía, recorría iracundo los pasillos del estadio. Si ganaba, invitaba a sus amigos (empresarios, generales y políticos tailandeses) a botellas de vino de 500 euros que acababan medio llenas. Los invitados se arrodillan ante él.