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BARCELONA-REAL MADRID

Los pecados que el Madrid no puede repetir en el Camp Nou

El equipo de Lopetegui se la juega en Barcelona, donde deberá olvidar el desajuste entre líneas, los laterales desbordados, la lentitud de los centrales, su falta de puntería…

Actualizado a
Los pecados que el Madrid no puede repetir en el Camp Nou

El Real Madrid en general, y Julen Lopetegui en particular, se la juegan el próximo domingo en el Camp Nou (16:15 horas) pese a llevar tan sólo un puñado de jornadas. A cuatro puntos del líder en la Liga y con la acumulación de resultados adversos que lleva esta temporada (Atlético, Sevilla, CSKA, Alavés y Levante), al equipo blanco no le bastará con no tener a Messi enfrente para salvar un match-ball en el campeonato (riesgo de quedarse a siete puntos) y, quién sabe, si la cabeza de su entrenador. Para salir reforzado ante el Barça, sobre todo, no podrá permitirse repetir los pecados que le están condenando en estos primeros trece partidos y que ya le han dejado sin Supercopa de Europa, sin estar metido en puestos europeos y con pitos en su estadio aun siendo colíder de la fase de grupos de la Champions. El entrenador está señalado, pero los jugadores, muy por debajo de su nivel, también tienen muchas cosas que decir.

Concesiones en defensa

El Madrid lleva 20 goles a favor y 15 en contra en los 13 partidos de esta temporada. Pese a jugar con un rival claramente inferior en su último encuentro, el Viktoria Plzen le tiró diez veces, dos de ellas entre los palos y varias de ellas con evidente peligro a bocajarro. La defensa no termina de compenetrarse. Entre otras cosas porque le está contando mantener una línea fija en el once sin retoques. Un ejemplo: esta vez, y pese a no estar Carvajal por lesión, Odriozola fue suplente y un extremo como Lucas Vázquez hizo de lateral derecho. A los centrales les cuesta anticiparse y, además, sufren demasiado con los balones a la espalda. Las coberturas se hacen mal y tarde, y no están encontrando en Casemiro al escudero de antes que se incrustaba entre la retaguardia para cerrar vías de pase. El Madrid únicamente ha podido dejar cuatro veces la portería a cero y Ramos aparece en la mayoría de estropicios.

Laterales como extremos

Los laterales, por su parte, pierden la posición con frecuencia y, lo peor, no alternan sus roles. Varias veces en el partido de ayer Lucas y Marcelo estaban volcados de forma simultánea al ataque, en contra de lo que aconsejan los manuales, por lo que la salida del balón del rival se hacía con facilidad al recuperar el balón por cualquiera de los dos costados, dejando a los centrales desnudos a la contra. Con el de anoche, el Madrid ha concedido algún gol en 11 de los últimos 14 partidos de Champions que ha jugado en el Bernabéu. La solidez falta con facilidad por los aires. Al Madrid le gusta abrirse en ataque pero le cuesta cerrar en defensa. Le atacan muy separado. En el Camp Nou, juegue quien juegue en los laterales, deberán subir por sorpresa y alternativamente. Coutinho, Dembélé y Suárez podrían hacer sangre a la espalda, sacando a los centrales de su sitio y penalizando la obsesión de desdoblar a los interiores por costumbre y no cuando lo pide el guion.

Medio campo desequilibrado y desajustes entre líneas

Casemiro, Modric y Kroos están lejos de su mejor estado de forma. Y eso lo nota el equipo. No hay frescura. El Mundial les está pasando factura, aunque Lopetegui ha intentado dosificar sus apariciones en este arranque para que, poco a poco, vayan recuperando su mejor tono. La circulación es lenta, se rompen pocas líneas de pase con las conducciones y el repliegue tampoco se hace a la velocidad adecuada. Da la sensación de que el Madrid no tiene casi nunca el control de los partidos. Al centro del campo del Madrid le diferencia del resto el cambio de ritmo y, tanto Kroos como Modric, no encuentran esa quinta velocidad. Valverde, cuando salió, pareció jugar a otro ritmo diferente. Anoche, Isco jugó por delante de todos ellos para darle una velocidad más al juego y, sobre todo, algo de juego interior en busca de Bale y Benzema. Sin embargo, el tiempo de baja le pasó factura al malagueño. Le faltó movilidad, con el balón estuvo pastoso y acabó siendo sustituido porque se le estaba haciendo largo el partido.

Presión desigual y por compromiso

Pese a que la posición en defensa del equipo es muy adelantada, como le gusta a Lopetegui, el medio campo roba menos balones de los debidos, también condicionado porque Benzema y Bale están siempre deseando que el balón supere su línea para abandonar la presión y caminar a la espera de un nuevo ataque. La presión en el Madrid se hace más por compromiso que por convicción. Además, la defensa no acompaña al frente, sabedora de que ese ejercicio de recuperación no es lo eficaz que debería. Falta confianza y sin ella se siguen las indicaciones del entrenador con mucho temor y con poca seguridad. Ramos, Varane y Nacho, juegue quien juegue atrás, no terminan de posicionarse en campo contrario. Se guardan las espaldas y así, permiten que haya demasiados metros entre líneas. El riesgo es tremendo: o se roba de primeras o las contras son de libro. El Levante ya aprovechó alguna de ellas. Ceballos parece que aglutina como nadie al medio campo cuando juega, tanto en ataque con su toque y asociación, como en defensa con su despliegue físico. Sin embargo, en el último partido se quedó fuera. Veremos si es por descanso (incomprensible en un adolescente) o por castigo.

Errores individuales en las dos áreas

Da igual quién esté en el once. El sistema o el escenario. Los fallos personales están haciendo mucho más daño al Madrid que el grisáceo tono colectivo. En defensa, cuando no es Marcelo (Supercopa de Europa), es Varane (Levante). Y cuando no son ellos, aparece Courtois (Alavés) o Ramos (Atleti, Girona, Sevilla, Viktoria Plzen...). El medio campo tampoco se salva. El grotesco fallo de Kroos en Moscú le costó tres puntos al equipo. En ataque, el funcionamiento no es mucho mejor, a pesar de que no es tan doloroso dejar de marcar que que te marquen. Da igual quién juegue arriba: Bale, Benzema, Mariano o Asensio. Al Madrid le cuesta un mundo hacer gol y acaba pagando al final de los partidos esa moda de perdonar al adversario. No lo mata, le deja creer y, a veces, morder. En estos trece primeros partidos de lo que va de temporada, el Madrid lleva 20 goles, cuando la temporada pasada ya había hecho 27 a estas alturas. El Madrid necesita 13 remates para meter un gol. Más le vale bajar esa media en Barcelona. La marcha de Cristiano le ha condenado porque el portugués, jugara mejor o peor su equipo, liquidaba muchos partidos con su acierto. Unas veces ponía la guinda y otras el maquillaje. El Madrid, como dice Isco, ya no puede pararse a echarle de menos. Sólo tiene tiempo para encontrar a alguien con una cucharada de su medicina.

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