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CAFÉ, COPA Y FÚTBOL

Edi Clavo: “Camino Soria tiene el sello de una obra clásica, igual que el Atlético de Madrid”

Edi Clavo, exbatería de Gabinete Caligari, vuelve a la acción para mostrarnos en carne viva la historia de la creación de una de las obras maestras del pop español, el disco ‘Camino Soria’. Un relato en el que late el coraje y corazón de su amado Atlético de Madrid.

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Edi Clavo: “Camino Soria tiene el sello de una obra clásica, igual que el Atlético de Madrid”

Treinta años después resucita ‘Camino Soria’, se reedita el disco y usted publica un libro homónimo en el que se narra la historia de la creación de esa obra histórica del pop español. ¿Se le ha revuelto en el alma al escribirlo?

Me he dado cuenta de que fue un disco muy relevante, no solo en la carrera profesional de Gabinete Caligari, sino también en la historia de la música pop en castellano. Y no se me ha revuelto especialmente nada, simplemente me parece una manera muy honesta de reivindicar un gran trabajo que hicimos hace 30 años.

Asegura que el rock envejece muy mal, ¿cómo ha resistido el paso del tiempo ‘Camino Soria’?

Durante el tiempo que he estado trabajando en el libro he escuchado de nuevo, y con especial atención, todas las canciones del disco y he comprobado que ha envejecido muy bien. Camino Soria tiene el aroma y el sello de una obra clásica, igual que mi querido Atlético.

La portada del disco es un lienzo blanco, blanquísimo. ¿Le llegó a crujir siendo usted un atletista de corazón?

Bueno, ejem, a la editorial Contra le exigí que añadiera una faja de color rojo para que la portada fuera rojiblanca (ríe).

¿Cómo eran esas tardes de fútbol siendo Jaime Urrutia tan madridista y usted atletista pasional?

Yo siempre estuve en desventaja porque el Real Madrid ganaba más cosas que el Atleti. Pero bueno, cuando ganaba mi equipo me quedaba el triple sabor de la victoria del débil.

La edición de ‘Camino Soria’ coincidió con el gran fichaje de Gabinete Caligari por EMI. Pasaron del amateurismo a primera división de la música, ¿se les subió mucho el palmito?

Nosotros ya veníamos con el palmito subido de casa desde bastantes años atrás. El fichaje por EMI fue la rúbrica de lo que pretendíamos, que era llegar al máximo público porque nosotros sabíamos que teníamos una jugada ganadora, de música pop de calidad. Ese gran fichaje nos puso en nuestro sitio.

¿Cómo afectó a sus relaciones personales ser famosos y millonarios?

Gabinete Caligari siempre fue un grupo de tres amigos (Jaime, Ferni y yo) hasta el final. Ese gran éxito no afectó nada a nuestras relaciones. Afectaron más otras cosas tiempo después.

Remata el libro diciendo que el éxito que tuvieron con ‘Camino Soria’ supuso el principio del fin de Gabinete Caligari. Explíquese.

Sobre ese tema también podría escribir otro libro. Los años noventa supusieron un cambio generacional, irrumpieron otros aires. La música pop es efímera, se alimenta de cadáveres jóvenes y los nuestros, según avanzaba la década de los noventa, ya estaban un poco vistos. Llegaron los indies y nos fueron borrando de la misma forma que nosotros nos sacudimos a los de los setenta.

Los primeros sonidos de Gabinete Caligari estuvieron más bien ligados a un rock sombrío, siniestro. El propio nombre del grupo es el mismo de una de las obras maestras del cine expresionista alemán, ¿cómo es el paso a un rock más colorista, castizo y torero?

Es verdad que al principio nos fijábamos mucho en los grupos ingleses que rompían en Inglaterra a principios de los ochenta, como Joy Division, por ejemplo, pero luego fuimos cambiando, y la mili tuvo gran culpa de ello. En la mili no se oía a Joy División o a The Cure, se escuchaba más bien a Los Chunguitos, a Leño y a Miguel Ríos, y eso nos cambió un poco la cabeza. Llegamos a pillarle su punto y nos planteamos que si mezclábamos las bases del rock anglosajón con nuestra imaginería castiza podría salir algo de lustre. Y de esa mezcla salió lo que se llamó rock torero. Nadie hablaba en el rock de toros hasta ese momento y nosotros nos cruzamos con esos lances y no salió mal la cosa.

Luego llega el fichaje por EMI y hubo más exigencias...

Claro, estar en esa primera división te exigía, para empezar, ser número uno y a partir de ese momento se acabaron los juegos con el rock torero y esas cosas, teníamos que estar arriba, y vender 300.000 discos si queríamos estar en lo más alto.

Eran unos jóvenes con mucha energía, empaque, garbo, éxito y mucha pasta, ¿cómo les reventó todo ese cóctel?

Nosotros teníamos fama de arrogantes, vacilones y algo deslenguados con la Prensa, pero, bueno, ese punto de arrogancia y chulería forma parte del ADN del rock. Pero esas maneras hay que defenderlas con estilo, no te puedes quedar en un mero bocazas. De todas formas, en nuestra vida íntima éramos bastante conservadores. Ganábamos pasta, es verdad, y había que aprovecharlo porque sabíamos que eso no iba a durar siempre. Otros se metieron todo lo que ganaron por la vena, la nariz o el gaznate. Nosotros nos compramos nuestra casa, el coche, hicimos alguna inversión y llevábamos una vida más o menos ordenada. Ninguno éramos un viva la virgen, no se nos fue la cabeza del todo.

Incluso abrieron un histórico bar, el ‘Cuatro Rosas’, en la calle Fomento, de Madrid. ¿Cómo fue esa experiencia?

Parte del dinero lo invertimos en ese bar porque nos gustaban los bares y el Cuatro Rosas fue un poco la prolongación de nuestra oficina. Allí recibíamos a todos los amigos, a personajes de fuste, Radio Futura, Pata Negra, Loquillo, Almodóvar, a la Prensa. El bar era una delicia y lo pasamos muy bien. Pero no podíamos llevar ese negocio y la música a la vez. Por eso lo dejamos.

La inmediata euforia del fichaje por EMI pudo terminar en tragedia, tal y como relata en el primer capítulo del libro. Aquella tarde de toros en Las Ventas en la que Urrutia y usted estuvieron a punto de saltar de espontáneos al ruedo durante una corrida.

Sí, era la despedida de novilleros de Rafi Camino y El Litri, a finales de septiembre de 1987. En realidad el que quería saltar era Jaime, y a mí, digamos que me arrastró. Jaime estaba animado después de pasar una noche en blanco y unas cuantas copas, y también indignado por esa farsa de corrida de dos señoritingos hijos de papá. Jaime estaba dispuesto, me dijo: “Mira, yo salto, le doy un par de pases al torito, me llevan detenido, pago la multa y mañana salimos en los periódicos. Una promoción de primera”. ¡Y logramos llegar hasta el callejón!, pero un picador que se cruzó en nuestro camino nos hizo ver la luz y me di cuenta de que íbamos a ser noticia, sí, pero no de la sección de Sociedad sino de la de Sucesos. Y, bueno, se nos pasó el subidón, afortunadamente.

Otra ocurrencia histórica de Jaime Urrutia fue cuando en un concierto en Rock Ola se desmarcó gritando al micrófono: “¡Somos Gabinete Caligari y somos fascistas!”.

Aún se recuerda eso treinta y siete años después. Era la primera época y había que llamar la atención, provocar, no sé, para que hablaran de nosotros. El caso es que Jaime vio a un tipo con barbas entre el público, con pinta de progre de los setenta, y para provocarle y tocarle las narices soltó aquello.

En pleno éxito de Gabinete apareció Millán Salcedo, de Martes y Trece, y bordó una imitación de Jaime cantando en el especial de Nochevieja de TVE ‘La culpa fue del cha, cha, cha’. Usted siempre ha dicho que aquel suceso fue el principio del fin del grupo.

Y es verdad, no creo que nos beneficiara nada. El precio a pagar fue muy alto. Eso equivalió a decir que éramos un grupo vendido, hortera, nos sacó de la modernidad. Además, coincidió con que se iniciaba la década de los noventa con una nueva generación de músicos apretando por detrás con otras propuestas.

¿Sintieron que se iniciaba el declive de Gabinete Caligari?

Sí, porque después de ese gran éxito del cha, cha, cha, ya no había manera de superar aquello y la gente empezó a darnos la espalda. Ya no les hacían gracia nuestra imagen, nuestras patillas, ni los chistes, ni nada. Empezaron a decaer las ventas, el caché y todo se iba desmoronando. De todas formas, La culpa fue del cha, cha, cha es la canción que más dinero nos sigue dando.

Ahora corren otros tiempos y se nota un vacío en la música pop española. La gente está volviendo la vista a los ochenta, regresan a la escena grupos de esa época con gran aceptación. ¿Han tenido la tentación de volver a reunirse?

No. Gabinete Caligari se rompió, entre otras cosas, por una decisión personal de Jaime Urrutia. Hace dieciocho años que no nos hablamos, no tenemos ningún trato Ferni y yo con él. Jaime quiso seguir su carrera en solitario y nos ocultó que había firmado por su cuenta con una compañía. No fue franco con nosotros. Tengo la sensación de que Ferni y yo le estorbábamos en su nueva andadura. Y tengo que decir que en este libro he sido justo y hasta sentimental con Jaime. A mí, ahora mismo, no me apetece volver a la carretera con Gabinete Caligari.

Volvemos al fútbol, para que tome aire, ¿cree que el Atleti vive su mejor época?

Sin duda. El Atleti siempre fue El Pupas y con Simeone ha cicatrizado esa herida. Es verdad que aún sangran esas dos finales de Champions perdidas ante el Real Madrid, pero eso forma parte de la grandeza del Atleti. Ha perdido esas dos finales contra el Madrid y eso no lo puede decir cualquiera. Es maravilloso haber llegado hasta ahí después de tanta travesía mediocre. Además, vencer a la suerte del Real Madrid es casi imposible.

Después de las dos finales de Champions perdidas contra el Real Madrid, ¿le ha llegado a decepcionar el Cholo Simeone en algún momento?

No, nunca me ha decepcionado el Cholo. Creo que ha colocado al Atlético en un lugar impensable hace veinte años. Además, tengo que decir que las finales no solo se pierden ante el Real Madrid, si no, además, ante su extraña suerte.

¿De verdad cree que el Atlético de Madrid le puede ganar LaLiga al Barça?

Creo que sí, igual que ocurrió hace algunas temporadas. El Atleti es capaz de todo y al Barça le van a temblar las piernas viendo al Atleti pisándole los talones.

Publica su tercer libro: ‘Camino Soria’

Edi Clavo (Madrid, 1958). Músico y escritor. Batería de Gabinete Caligari desde su fundación (1981) hasta su ruptura (1999). Publica su tercer libro, ‘Camino Soria’, donde relata lo que rodeó a la gestación de una de las obras cumbres del pop en castellano.