NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

PREMIOS AS 50 ANIVERSARIO

Hipólito Rincón: “Creo en Dios: él nos ayudó para ese 12-1”

Rincón recuerda cómo vivió la hazaña que La Roja logró con su triunfo, con cuatro goles suyos, por 12-1 a Malta, que dio el pase a la Euro 84.

SevillaActualizado a
Hipólito Rincón: “Creo en Dios: él nos ayudó para ese 12-1”
astv

¿Lo que aconteció ante Malta en el Villamarín puede catalogarse como un milagro?

Fue un milagro. Yo creo en los milagros, en la vida y en Dios. Creo que él nos dio el premio que se merecía este país y nosotros. Dios estuvo con nosotros. Hay algo por encima nuestra que ayuda en la vida y ese día nos ayudó.

Dicen que usted era el único que creía en la hazaña.

Creo que en el fondo todos creían en ello, no sólo yo. Pero era difícil expresarlo: ¡Había que meter once goles! Era una hazaña complicada. Yo estaba convencido de que lo íbamos a conseguir. ¿Por qué no podíamos? Yo siempre he pensado que podía ganar cualquier partido.

¿Cómo se enfoca un partido en el que debes meter como mínimo once goles?

Era complicado. No servía ninguna táctica. Miguel Muñoz se encargó de inculcarnos lo importante que era España y nuestra bandera, lo que significaba para un pueblo entero. La cuestión era qué hacer para meter 11.

¿No había un plan?

No tenía ningún sentido hacer tácticas, la única válida era hacer 11 goles. La orden era dejarnos la vida por nuestro escudo. Sólo eso.

Holanda tuvo ventaja al no tener que jugar en Malta...

Eso fue clave. Nosotros cuando fuimos a Malta a jugar, llegamos allí y aún estaban pintando las líneas, aquello era un patatal. Si llegamos a jugar los dos partidos en España les metemos 24.

Cuando saltan al césped del Villamarín, incluso llovía.

Yo lo vi positivo porque ellos saldrían menos de su campo. Si el campo se ponía pesado, como a mí me gustaba, más posibilidades tendríamos. Ese día, con esa camiseta puesta, en ese campo, con ese himno, íbamos a morir por España, hubiese sido difícil que cualquier selección del mundo nos superara.

Y nada más comenzar, Señor falla un penalti.

Era por la presión, pero no nos dio tiempo ni a pensarlo.

Y marcan al cuarto de hora.

El cálculo no daba. Habíamos imaginado que al menos meteríamos seis antes del descanso.

Y empata Malta...

Cuando marcan yo creo que no nos afectó mucho. Nuestro objetivo era hacer un gol más, la hazaña era la misma.

¿Cómo se vive el descanso con el 3-1 tan corto a favor?

Comencé a gritar, quería transmitir que podríamos haberles metido ocho. Yo estaba con mucha euforia, quería salir otra vez al campo y que no hubiese ni descanso.

Su primer tanto inaugura la segunda parte.

Ni lo celebré ni contaba los goles. El técnico nos pedía cabeza, pero era imposible usarla. Era sólo meter gol y salir corriendo. Yo no sabía que había metido cuatro goles tras el partido. Sólo había un objetivo y era la portería.

Y llegó el periodo clave.

Marcar cuatro goles en un cuarto de hora fue la clave. Recuerdo que nos miramos todos, que miramos el marcador y fue cuando nos sorprendimos y pensamos que lo hacíamos, que era cuestión de tiempo.

Quedaba mucho tiempo tras anotar el undécimo. ¿Como lo vivieron en ese momento?

Muñoz nos pedía tranquilidad y es cuando me di cuenta de que nos faltaba uno.

Y marca Señor.

Ahí hubo ansiedad, cuando nos dimos cuenta que estábamos ahí, las piernas comenzaron a flojear. Cuando corrimos a abrazar a Señor, no podíamos ni levantarnos. El portero de Malta estaba totalmente deprimido.

John Bonello.

Había dicho que se retiraba del fútbol si le metíamos 11. Pero se salvó porque fueron 12...

¿Había realmente un rival?

El rival éramos nosotros mismos. Lo que había ahí era un equipo. Sin egos. A esa Eurocopa iban ocho y ahí estuvimos. Y en la final después.

La Eurocopa de Francia demostró que no era casualidad.

El equipo tenía muchísima calidad. En la Eurocopa hubo varios lesionados luego, si no hubiésemos ganado sin ninguna duda a Francia.

¿Pero mandó el corazón?

Si uno en la vida da todo lo que puede dar, no cabe esperar más. La gente se dio cuenta que dimos la vida por ese escudo. Me siento muy orgulloso de ser español: yo he nacido aquí, he tenido esa suerte. ¿Cómo no voy a dar la vida por este país?

¿Ahora es diferente?

Si haces algo sin sentirlo y sin creerlo, es más difícil. Cuando yo me he puesto la camiseta de mi país, al que quiero defender con mi vida, para mí ha sido un orgullo. El problema es el que se pone la camiseta sin sentir.

¿Qué supuso el 12-1?

Ese partido lo supuso todo para mi vida y mi carrera. Cuando alguien me para por la calle y se acuerda de mis goles, ¿cómo puedo sentirme? Me gustaría ser Pérez Reverte para poder expresar con palabras ese sentimiento. ¿Qué se puede pedir más a la vida?

Se siente agradecido.

Creo que sirvió para reconciliar a España con el fútbol. Luego Luis Aragonés lo cambió todo definitivamente. Cuando crees en algo al final lo consigues. Y España creyó siempre.

Muñoz dijo que fue el día más importante de su vida.

Y el de todos nosotros. Es algo que la gente recuerda, que perdura en la historia. Cuando yo esa noche oía el himno, se me ponían los pelos de punta. Si en ese momento me piden la vida, yo la doy.

Un alma de carácter ganador

“Eché la bronca a Lobo (Carrasco) cuando perdía tiempo tras el duodécimo gol. No me había enterado de la película”. La sonrisa de Hipólito Rincón sigue siendo la misma 34 años después de una hazaña de la que fue protagonista con cuatro de esos doce tantos que firmó la selección española en el Benito Villamarín. Este delantero (28-04-1957, Madrid) que se movía por casi cualquier zona del ataque recuerda cada segundo de aquel partido como si sólo hubiesen pasado horas. En aquel 1983, Rincón jugaba en el Betis, al igual que Gordillo, que también fue protagonista ese día. “Era la ciudad idónea, la gente se volcó pese a que hacía un día de perros”, narra el madrileño, que siempre manifiesta sus sentimientos: no puede evitar las lágrimas cuando es preguntado por lo que significó para él ese partido. Como jugador, perteneció tres años al Castilla antes de jugar en el primer equipo madridista y desde 1981 a 1989 militó en el Betis. Es el único Pichichi de la historia verdiblanca (20 tantos, 82-83) y sigue siendo máximo anotador bético en Primera, con 78 goles.