Carlos Castro sacó oro en Heliópolis ante un Betis ineficaz

Salvó el Sporting un punto tras un buen pero insuficiente arreón final del Betis, que tal vez desperdició dos cuartos de partido por no poner a Ceballos en el campo. Se habían adelantado los asturianos, disciplinados pero casi romos, diezmados por la baja de su mejor goleador (Sanabria) y del banquillazo, molestias estomacales, de su hombre más rápido, Jony. El central Pezzella empató segundos después del 0-1 y no se volvería a mover el marcador aunque, esta vez sí, el Betis lo mereció a última hora. Los verdiblancos se quedan con 27 puntos, a seis del descenso dependiendo de lo que ocurra mañana, y el Sporting con 24. Pase lo que pase en el resto de la jornada, los de Abelardo no entrarán en la zona roja.

Tiene espíritu este Sporting, sobre todo desde que Sergio Álvarez ha regresado de una lesión para equilibrar el centro. En el Betis defienden N'Diaye y Petros pero no organiza casi nadie. Juega a pelotazos el equipo verdiblanco. Cuando el balón llega a tres cuartos, eso sí, pueden pasar cosas. El escaso peligro que se vio en la primera mitad surgió entre líneas, sitio que ocupaban dos JCCMC (Jóvenes Cedidos Con Mucha Calidad): Musonda y Halilovic.

Tres partidos han bastado para que el belga del Chelsea enamore a Heliópolis, cómo estaría la cosa que ya hasta lanza las faltas y los córners. En uno de esos lances, Rubén Castro estuvo a punto de inaugurar el marcador en un cabezazo que lanzó a la escuadra, pero por detrás de la red. Al 24 canario le detuvo un tiro a bocajarro Van Wolfswinkel, a veces más enemigo que compañero de ataque. No aporta demasiado el 9 holandés y tampoco lo hizo en la primera mitad Carlos Castro, Halilovic, muy activo en la conducción a la contra, ni encontró ni parecía podía encontrar al punta. Luego, el delantero de Ujo guisó y se comió su 0-1.

Desapareció prácticamente el ataque del Sporting con el comienzo de la segunda mitad, aunque tampoco había exuberancia en las ofensivas verdiblancas. Lo primero claro lo creó el Betis casi en el 60, con otra aparición de Musonda, cuyo pase filtrado no supo rematar Petros ante Cuéllar. Lo más importante, además de dos goles anulados al Betis por fuera de juego de Rubén Castro (los había) sucedió durante un minuto. Carlos Castro aprovechó una pérdida de Kadir y una autopista por la izquierda para, en ausencia de defensas y medios de cierre, batir a Adán en su salida. Instantes después Pezzella se redimía pateando una falta con el instinto de un 9: en Argentina tenía fama de gran rematador. Y eso, al menos, parece verdad.

El gran goleador, confirmado, es Rubén. El Betis intentaba aprovechar ese típico bajón físico que tantas veces ha condenado al Sporting en los finales, y también la entrada al campo de Ceballos por Petros, que le dio otra dimensión a la creación verdiblanca. Pero esta vez, les pasa a todos, el 24 canario no tenía el día. Dispuso de dos balones para ganar el partido: el primero se lo sacó Meré bajo palos. El segundo, Cuéllar. Ahí se acabó prácticamente el partido, pero no el sufrimiento para ambos equipos, que deberán seguir remando (el Sporting un poco más) en pos de la permanencia.