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ATLÉTICO 1 - REUS 0

La Copa descubre a Thomas

El centrocampista hizo el gol de Atlético ante el Reus y reivindicó su figura. Fernando Torres perdió una ocasión única de hacer el tanto 100.

MadridActualizado a
La Copa descubre a Thomas
LALIGA

Vamos a decir que Torres no lleva 99 goles con el Atlético. Se le quita alguno. Se dice que lleva 98 o, mejor, 101. Que su cien ya pasó porque éste va camino de convertirse en maleficio. Hace 15 partidos, tres meses, que lo busca, que lo intenta, pero éste nunca llega. Y da igual lo que haga, que remate con el pie, con la cabeza o con el corazón. Y lo mismo da el escenario o el rival, que ese cien, su cien, nunca toca la red. Ayer, una vez más, parecía el día: la vuelta de dieciseisavos de Copa ante el Reus, un Segunda B serio y líder de su Grupo, pero Segunda B al fin y al cabo. Pero el gol de la victoria, ese que certifica el pase a octavos, lo marcó otro canterano cuyo nombre también empieza por T, pero no es Torres, sino Thomas

Thomas y Torres fueron ayer cara y cruz de una misma moneda. Toda la confianza que le sobra a uno, le falta a otro. Porque lo de Torres y el gol cien es una obsesión. La teoría de la pastilla de jabón: cuanto más la aprietas, antes se te escapa. A Torres se le ve agobiado cada vez que falla una oportunidad que podría haber sido el cien. Ayer le pasó tres veces. En la primera, disparó al portero un gran centro raso de Gámez (muy buenos primeros 30 minutos; profundo y peligroso por su banda). La segunda, fue un cabezazo tras una falta lanzada por Koke que sacó Badía en la línea de gol. Y la tercera es la foto de eso que hablamos: cómo paraliza una obsesión. Gámez (de nuevo genial) centra al área un balón que decía: “Soy medio gol”. Y El Niño surge de la espalda de la defensa, controla y se queda solo ante Badía. Un metro separa a portero y delantero. O menos. Cualquier cosa que hubiera hecho Torres habría sido gol. Cualquiera menos la que hizo: darle de tacón, en un gesto extrañísimo, como si pensara que estaba en fuera de juego. Pero no. No lo estaba. Y ahí estuvo su cien. Y es que, siempre, es mejor fumar primero y después preguntar si se puede. Ley de vida. Como lo de la pastilla de jabón.

Total que, al descanso, el gol cien de Torres no llegaba, Óliver y Correa sólo eran chispazos y la ocasión más clara había sido un palo de Koke. El Reus, mientras, intentaba jugar el balón: no había venido al Calderón sólo para la foto. Su mejor futbolista fue Folch (el que movía el juego), pero un abismo separa a los dos equipos y su única ocasión fue un disparo de Vaz que dejó una certeza: nadie diría que Moyá es un portero que ha jugado un partido oficial en nueve meses. Saltó a la base del poste, rapidísimo, con los reflejos de un gato y la sacó limpia. Qué dos porterazos tiene el Atleti.

La segunda parte comenzó con Undiano anulando un gol a Lucas. El árbitro interpretó que Savic asistió con la mano al francés, pero la cámara de televisión reveló que interpretó mal: Savic había prolongado con la cabeza. Ese gol habría sido el primero del francés con el Atlético. Pero al final esa medalla se la puso otro: Thomas, que ya no sólo pide minutos, también se los gana. El chaval la pelea, tiene una potencia que recuerda a Touré Yayá y su cabeza es un océano de confianza. Lo resume la foto de su gol: donde muchos hubiesen empalado el balón, él se inventó una volea con el interior del pie desde fuera del área. La pelota fue directa a la portería. Era su primer gol con la rojiblanca en el día en que parecía, sí o sí, destinado al cien. Pero no.

La última foto del partido es la penúltima jugada: Óliver busca a Torres, que la pega de rosca con la izquierda y, mientras el balón vuela, Fernando mira, detenido, esperando, casi rezando. Pero el balón se va alto y Torres sale del campo negando con la cabeza y el gesto serio. Como el del Cholo. El técnico también desea que ese maldito gol llegue ya. Ese que, digamos, es el 99. O el 101. Porque del cien lo mejor es no volver a hablar hasta que llegue.