Un doblete de Hernán Pérez complica la vida al Málaga

Reclamaba Sergio González al público de Cornellà —escaso, por cierto— en la previa que, si tenía que pitar, lo hiciera en el minuto 90 y no en el 20’. La cuestión era dar motivos para transformar los silbidos en aplaudos, y vaya si los dieron: justo en ese minuto, el 20, ya ganaba el Espanyol por 2-0 a un Málaga absolutamente atónito. Porque Hernán Pérez metió todo lo que tuvo mientras que Amrabat, a esas alturas, también había gozado de dos ocasiones claras, el día de su retorno tras dos meses lesionado, pero se topó con un Pau seguro de sí mismo.

El portero del Espanyol resultó la divina providencia ante un Málaga que no pudo buscar más su primer gol a domicilio en esta Liga. Tras las dos de Amrabat, llegó Charles, quien primero envió un chut al palo y después, un derechazo que obligó a lucirse a Pau, instantes después, eso sí, de la ‘delicatessen’ del encuentro junto al caño de Caicedo a Pablo Fornals: un intento de vaselina sobre Kameni que no cuajó.

Pero no era la noche del camerunés, aplaudido como siempre en la que siempre será su casa, sino de Pau. De Pau, y de Hernán. Seis minutos le bastaron al extremo para levantar a la afición de sus butacas. Pinchaba Asensio el esférico en el centro del campo, abría al paraguayo y éste se zafaba de Weligton con un amago y un recorte para batir a Kameni con la zurda. Más facilidades tuvo aún Hernán 14 minutos después, en el 20’, pues empuñó el balón con una media volea en el segundo palo, tras un insuficiente rechace defensivo.

La efectividad del paraguayo, así como la actitud del Espanyol, fue la misma que en San Mamés (de ahí que Sergio repitiera once). Pero no se puede decir lo mismo del Málaga: sí pusieron ímpetu los boquerones, pero la ineficacia resultó preocupante. Sin ir más lejos, tratando de recortar distancias en la reanudación, fue Horta el que esta vez impactó un disparo en el poste, tras una gran acción de Ontiveros, quien debutó en la Liga con 18 años y mucho descaro.

Ganó el Espanyol y ganó el pragmatismo. Vencieron los goles que marcó Hernán y los que salvó Pau, pero también la presión perica en un centro del campo, el del Málaga, que explica con su poca creatividad muchos de los males de Javi Gracia. Pierde crédito el técnico conforme se hunde su equipo en la tabla y emerge el Espanyol de Sergio, que se reencontró con su gente, hasta reapareció Gerard, y con la victoria.