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Café, copa y fútbol

J. Gurruchaga: “Se olvida antes a un jugador que a un músico"

Javier Gurruchaga tiene un gran sentido del espectáculo y despliega su catálogo de gestos ante el asombrado fotógrafo cuando llega a Las Estaciones de Juan.

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J. Gurruchaga: “Se olvida antes a un jugador que a un músico"

—¿Algún futbolista o algún equipo le han inspirado para hacerle una canción?

—En realidad ningún futbolista me ha enloquecido tanto como para hacerle una canción. Eso sí, recuerdo que la época de nuestros primeros conciertos con la Orquesta Mondragón, coincidió con un momento de especial esplendor de la Real Sociedad, con futbolistas tan carismáticos como Satrústegui, López Ufarte o Arconada.

—Pero vamos, que a usted de pequeño le tiraba más el show que la pelota.

—Con siete años empecé a estudiar en el conservatorio de San Sebastián y me tiraba más la música que el balón. Donosti es una ciudad de mucho fútbol y mi padre era muy aficionado. Me acuerdo de 0que Zubizarreta fue alumno disciplinado de mi tío Demetrio Iriarte, profesor de música. Hace poco me lo encontré y me lo recordaba con cariño.

—Tengo entendido que a usted, que tanto le gusta organizar, ejercía de árbitro en los partidos del colegio.

—En realidad lo hacía para no estar tan desvinculado de mis compañeros. Bajaba al patio y me ponían de árbitro. Pero era un desastre; siempre había alguien que me quería pegar y me decían: “Hasta de árbitro eres un inútil”. Yo estaba a otra cosa. Lo que realmente me interesaba era si por culpa de Yoko Ono se divorciaban los Beatles.

—¿Y no se sentía un poco marginado?

—No. Era un buen estudiante y la verdad es que los compañeros me respetaban. Todos sabían de mi vena humorística y hacía un poco el gamberro con los profesores. Esto me hizo muy popular en el colegio aunque no me gustara el fútbol. Además había una cosa que nos unía a todos que era la playa de La Concha. Allí íbamos a jugar o a hablar de música. Una playa que ha sido un auténtico vivero de buenos futbolistas.

—Y con el paso del tiempo, ¿cómo ha observado la evolución del fútbol como fenómeno de masas?

—Es un gran negocio como todo lo relacionado con el show business. En ese sentido tanto el Athletic de Bilbao como la Real Sociedad se han mantenido más al margen intentando respetar los valores y la identidad de su cantera. Los otros grandes equipos han forjado su éxito a golpe de talonario. Me parece bien. Son grupos económicos con gran poder y fichan lo mejor. Es como si hubieras metido en un mismo concierto a los Rolling, los Beatles, Elton, Bowie; desde luego habrías llenado el aforo. El fútbol hay que verlo como el gran espectáculo que es.

—Los grandes futbolistas han venido a sustituir a lo que eran antes las estrellas de la música.

—Son deportistas y además estrellas. Y se saben vender muy bien. No son hábiles comunicadores, pero son jóvenes y tienen glamour. Es algo generacional. El problema que tienen es su fecha de caducidad. En cuanto se les pasa el momento de gloria, son abandonados de la forma más drástica y brutal. No pasa en otro tipo de espectáculo. Ni en el cine ni en la música o el teatro. En la música una estrella puede aguantar mucho más tiempo como artista. Siempre tendrá gente que le siga. Le pasa a Aute o le ha pasado a Sinatra. Sin embargo es terrible ver a los jugadores, cómo caen rápidamente en el olvido. En cuanto desaparecen del mapa llega el ostracismo. Se olvida antes a un futbolista que a un músico. Al jugador retirado se le apaga la luz completamente a no ser que te llames Maradona o Pelé. En ese sentido es un mundo despiadado.

—¿Qué le pareció ver un cartel gigante de Cristiano en calzoncillos en la fachada del Ayuntamiento de Madrid?

—Que tiene un físico destacable. Los calzoncillos que usa no me vuelven loco. Prefiero los amplios, para que me bailen… usted me entiende. Hablando en serio, preferiría que el Ayuntamiento hiciese otros esfuerzos publicitarios, pero estamos en un sistema de márketing apoteósico. Me parece un disparate todo. Madrid parece sodoma y gomorra. Está sucia y descuidada.

—¿Le gusta más la estética de Cristiano o la de Messi?

—Messi se parece a Harpo Marx.

—¿El mudo de los hermanos Marx?

—Ese mismo. El que tocaba el arpa. Tiene un extraordinario parecido. Miren las fotos. Es insólito, porque son exactamente iguales. Con peluca morena o peluca rubia es impresionante el parecido. No salgo de mi asombro. Hay algunas fotos que si no estás preparado para verlo no das crédito. No entiendo que la gente no se haya dado cuenta antes. Dicho esto, Messi me parece un gran futbolista y una persona estupenda. Lamento mucho su lesión muscular.

—¿De qué equipo es?

—Me gusta la Real Sociedad. Y también simpatizo con el Atlético de Madrid sobre todo por su presidente, Enrique Cerezo, que ha sido productor de tres películas mías. Es un hombre del cine y conmigo ha sido especialmente cariñoso. Un hombre que habla lo justo. Me cae bien el Cholo Simeone y Villa. Hay gente que sin hacer tanto ruido a lo Diana Ross, están haciendo un buen trabajo. Los encuentro más populares, más cercanos.

—Aparte de los míticos jugadores de la Real, de su memoria futbolística ¿a quién destacaría?

—Sin duda a Iribar. Como a otros grandes, lo veíamos de chaval en los escaparates de las tiendas cuando todavía no teníamos televisión. Era un ídolo. Recuerdo que veíamos alucinados a un tipo inglés, Bobby Charlton que se quedó enseguida calvo. Y, por supuesto, también a Pelé. Años después le conocí. Coincidimos en una tertulia en una televisión y fue muy amable. Me firmó un balón que, por cierto, no he vuelto a encontrar.

—Un balón dedicado de Pelé no es cualquier cosa...

—Coincidimos en un acto benéfico. Ya debía tener setenta y pico años. Se le veía un hombre muy afable y preocupado por los asuntos humanitarios. Congeniamos muy bien.

—¿Ha conocido personalmente a jugadores más modernos?

—En los noventa cuando hacía Golfus de Roma, un musical que dirigía Mario Gas, vino a vernos a Hospitalet Pep Guardiola. Me hizo mucha ilusión. Me pareció un señor muy tímido, muy correcto. Todavía entonces no se había convertido en la gran estrella que es hoy en día. Y luego en México conocí a un tipo extraordinario: Javier Aguirre. Tenemos los mismos orígenes y me quedé asombrado por la cultura inmensa que posee ese hombre. Sabe de todo. Un gran personaje.

—¿En qué genero encuadraría el mundo del fútbol?

—Melodramático. Tiene algo que no sé definirlo. Sin ser un gran aficionado es un espectáculo que, si me pongo a verlo, me voy implicando de tal manera que acabo con taquicardias. Me pasó con los partidos de la Selección. Me apasionaba de tal manera que llegaba a ponerme malo. Prefiero no ver demasiados partidos trascendentales porque me afecta demasiado.

—¿El fútbol es cultura?

—Rotundamente sí. Creo que es parte de la cultura, del desarrollo y de la inteligencia, como otros muchos deportes. La cultura es de amplio espectro. Allí está el deporte y otros muchos sectores que, los que mandan, deberían cuidar más. Y me refiero al tema del IVA con el que nos están haciendo mucho daño a los artistas. La carretera del cine y el teatro en este país está muy descuidada.

—Musicalmente ¿a qué le suenan Madrid, Barça y Atleti?

—Bueno, el Atlético tenía un estupendo músico con banda de rock que era el Mono Burgos. El Atleti por su forma de entender el fútbol es rock´n roll; al Madrid le pondría más un vals tipo Viena y al Barça algo más de fuego de artificio: sin duda le va una sardana.

—¿Qué le parece el conflicto en la portería del Madrid?

—A mí me cae muy bien Casillas. Creo que ha hecho un gran trabajo de portero y me transmite muy buenas vibraciones como ser humano. El baile al que le están sometiendo me asombra por lo disparatado. Iker no merece ese divorcio tan bipolar que se está generando en torno a su figura. No entiendo nada, me parece un espectáculo bochornoso.

—¿Y qué le parece la figura del entrenador?

—Por culpa de algún entrenador, en los últimos años hemos asistido a unos espectáculos grotescos que parece que han terminado. Por fin ha disminuido el nivel de adrenalina histriónica, perversa e infantil que estábamos padeciendo. Es un hecho que en el fútbol hay más tranquilidad y eso se agradece. Hemos respirado todos.

—¿Se refiere a algún entrenador que quiera citar?

—A buen entendedor… No he visto en mi vida que en un espectáculo para todos los públicos, un entrenador vaya y le meta el dedo en el ojo a otro. La violencia, ya sea un dedo, un codazo o un cabezazo es impresentable. Otra cosa es que sea un buen entrenador, pero hay códigos de comportamiento y respeto que hay que cumplir. Un partido de fútbol es un retrato de nuestra sociedad.

—Estará muy a favor de personajes como Del Bosque.

—Es de lógica conclusión. Es hijo, nieto y hermano de ferroviarios, como yo. Hablamos cuando hemos coincidido en algún acto benéfico y nos llevamos muy bien. Es una persona de gran empatía y sencillez, valores que no abundan en el star system del fútbol.

—¿Hay mucho friki en el mundo del fútbol ?

—Freak es un término inglés con el que se llama ahora a cualquier cosa. El esperpento, lo histriónico y lo friki está en la vida. Insisto en que el campo de fútbol es un espejo de nuestra sociedad y los personajes que lo invaden también están en la vida. Hoy en día la sociedad, anda un poquito desequilibrada. También, por tanto, el mundo del fútbol. Hay monstruos de feria en todos lados.

—Háblenos de sus proyectos.

—Estoy acabando mi intervención como jurado en un programa de TVE y sigo encadenado a la música. Abordo un año intenso con el actor Willy Montesinos con el que voy a hacer la obra de Neil Simon Una pareja de risa. Arrancamos el día 7 de enero en Valencia. Ese, sin duda, es ahora mismo mi gran partido.