Un punto de reflexión

Hércules y Valladolid no tienen motivos para tirarse de los pelos pero sí para reflexionar seriamente sobre lo que pasó ayer en el Rico Pérez, a pesar de que un punto ante un rival directo puede considerarse bueno. Los locales siguen líderes y además demostraron un coraje de hierro para conseguir remontar las dos losas iniciales de Javi Guerra y Víctor Pérez. Pero Mandiá sabe que hay cosas que corregir. La principal, la desconcentración en acciones puntuales que dio paso al 0-2. En el primero, un resbalón desgraciado de Falcón; y en el segundo, un pase comprometido de Arbilla y un mal control de Abel Aguilar que dejaron a Víctor Pérez vía libre hacia el gol.

También Djuka rumió durante el viaje de vuelta los errores y aciertos, a partes iguales, de su equipo. Es curioso lo de este Valladolid. Es capaz de montar un engranaje defensivo, en el juego estático, casi infalible, donde el Hércules caía una y otra vez como fruta madura. Sin embargo, también demostró defender como un equipo alevín la estrategia rival. En seis minutos se dejó empatar en dos acciones similares tras dos córners botados por Carlos Calvo que remacharon Aguilar y Aganzo. Interpretaciones para la defensa en zona de la estrategia hay muchas pero si te meten dos cabezazos en el área pequeña, algo se ha hecho mal.

El Valladolid se vio con el partido encarrilado en el descanso pero tras el 2-2 vio que se iba por el sumidero. El gol de Aganzo coinicidió con la absurda expulsión de Nauzet. El Hércules se vio resucitado, de un plumazo. Ni en los mejores cálculos se barajaba la opción de empatar y estar con uno más (Nauzet se autoexpulsó tras el gol) con más de media hora por delante. Pero justo ahí, al equipo alicantino se le acabó la gasolina super.

Ida y vuelta.

Con Aganzo y Míchel ya muy justitos, Sardinero perdido y Tiago más retrasado, al Hércules sólo le quedaba la inspiración de Calvo, que ayer fue un tormento para un Balenziaga arremangado para achicar agua. El Valladolid aguantó el tipo e incluso tuvo opciones de llevarse algo más cuando los defensas del Hércules iban cayendo como moscas con problemas musculares y el partido se tornó en un desbarajuste.

Mandiá esta vez sí arriesgó y dio entrada a Tote por Mora, retrasando la posición de Aguilar. Simplemente el efecto psicológico de la entrada del capitán, nueve meses después, volvió a inclinar el campo hacia la portería de Jaime pero una contra pucelana podía resultar letal. Calvo y Míchel lo intentaron con dos jugadas personales pero el meta de Valdepeñas los mantuvo a raya. Jofre también la tuvo, tras ganar la espalda a los improvisados centrales, Arbilla y Aguilar, pero su remate fue muy blando.