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Liga BBVA | Zaragoza 0 - Real Madrid 6

El Madrid fue de otro mundo

Brutal paliza a un Zaragoza blando y entregado. Hat-trick a un toque de Cristiano. Marcaron también Marcelo, Xabi y Kaká, que estuvo en el fin de fiesta.

Luis Nieto
Actualizado a
<b>ESPECTACULAR. </b>De esta manera tan acrobática celebró Marcelo el 0-2, que consiguió después de conectar un centro desde la derecha de Sergio Ramos.
ESPECTACULAR. De esta manera tan acrobática celebró Marcelo el 0-2, que consiguió después de conectar un centro desde la derecha de Sergio Ramos.

Se acentúa la Liga de las superpotencias, que nos deparará muchos marcadores de tenis como el de ayer. Un Madrid mejor cocinado, como prometió Mourinho para su segundo curso, adquirió la categoría de huracán a su paso por Zaragoza. El equipo de Aguirre estaba en obras y acabó reducido a escombros tras pasar un rato horrible, persiguiendo fantasmas. Su consuelo es que al resto de los de su especie probablemente no le irán mejor las cosas. A costa de ese pelele reafirmó el Madrid sus nuevas convicciones, que parecen más firmes que las de hace un año.

La crisis ha adelgazado las plantillas profesionales y las ha llenado de jóvenes inexpertos de bajo coste, hecho que mutiplicará el desequilibrio entre Madrid y Barça y el resto del mundo, casi tercer mundo visto el partido de La Romareda. Porque la diferencia entre el equipo de Mou y el Zaragoza de los diez fichajes resultó escandalosa y alarmante. No parecieron dos equipos de la misma Liga. Ni de la misma galaxia.

El Madrid ha dado un paso decisivo hacia la prosperidad. Sigue siendo el equipo vigoroso que edificó el primer Mourinho, pero ha subido varios peldaños en autoridad, valentía, posesión y hasta camaradería, embudo por el que está cerca de pasar Cristiano Ronaldo. Hacer grupo no le restará goles. Metió tres a un toque, prueba inequívoca de que le conviene la caza en manada. Se fue pichichi en mayo y regresa pichichi en agosto.

En este Madrid ya importan el qué y el cómo. Y ese cambio de registro ha mejorado a futbolistas clave. En Özil cunde el desánimo si el partido no pasa por él durante minutos. En La Romareda fue figura central porque la contundente posesión del equipo facilitó su genialidad. También se aburría sin pelota Benzema, al que por fin Mourinho le ha sacado ese punto de emoción que necesitaba para despegar. El 0-1 nació de una pelota robada por él. Por cosas así Mou otorga matrículas de honor.

Coentrao y Xabi.

El partido tuvo una sola dirección y ni siquiera fue capaz de destapar el debate sobre si Coentrao, pareja forzosa de Xabi Alonso, torea fuera de sitio. Cabe apuntar que lo mejor lo hizo echándose la muleta a la izquierda y en arrancada. Es más de sorprender que de elaborar. Difícilmente quien nace extremo muere pivote. Pero aún así se le aprecia un nervio superior al de Khedira. Y, además, sentarse en la misma mesa que Xabi es un lujo. A Mou le tranquiliza tener cerca a Kaká y al equipo que ponga siempre al guipuzcoano. Dejó un supergol y un aire de gestor de juego insuperable. El Zaragoza, acorazado sobre un 4-1-4-1 con poca respuesta ofensiva, fue tragándose las ocasiones por tierra mar y aire hasta quedar calcinado.

A Ponzio le desbordó el trabajo de contención; Barrera, al que pusieron la camiseta antes de enseñarle la Plaza del Pilar, y Lafita apenas tuvieron oportunidad en campo ajeno; Uche se vio sin compañeros en 30 metros a la redonda; Roberto quedó condenado a superhéroe sin gloria. Le pudo ir aún mucho peor al Zaragoza si el Madrid afina en los cara a cara que se procuró en la segunda mitad y dejó marchar. El equipo de Aguirre blandeó hasta el sonrojo, hasta arrancar la indignación del público. Allí se huele el miedo desde el primer día.

Partidos así fomentarán el reparto de esfuerzos, la posibilidad de Mourinho de servir café para todos y mantener al vestuario contento y comprometido. Callejón, Higuaín y Kaká participaron en el fin de fiesta. El brasileño, incluso, firmó un gol propio de sus mejores días. Con ellos desde el principio o con los cuatro que le faltaron a Aguirre, el Zaragoza también habría quedado hecho unos zorros. La bipolaridad de la Liga empieza a ser un grave trastorno.