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MUNDIAL 2010 | SEMIFINALES | ALEMANIA 0 - ESPAÑA 1

España está en la gloria

La Selección se ha clasificado para la final del Mundial 2010 después de dar una lección de juego a Alemania, que se vio abrumada por el fútbol de toque de España. Puyol, con un espectacular cabezazo, convirtió el gol que permitirá a la Selección disputar la final el domingo contra Holanda.

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<b>EQUIPO.</b> España funcionó y ganó como un equipo contra Alemania.
EQUIPO. España funcionó y ganó como un equipo contra Alemania.REUTERS

España está en la final del Mundial, en lo más parecido a la gloria que uno haya conocido. Y allí nos quedaremos para disfrutarlo, para conocer lo que se siente y para poder contarlo. Porque ya nadie tendrá que decirnos cómo se vive allí. Allí, en esa suerte de tierra prometida que tanto tiempo se nos negó, ahora estamos nosotros, ese universo rojo que conquistó Europa y ahora se dispone a dominar el mundo. Serán otros los que nos pregunten qué se siente siendo los mejores, porque eso somos ahora, la mejor selección del planeta a la que le resta sólo un pequeño paso para completar la obra más grande de su historia. Nos separa de él Holanda, pero ya a nada ni a nadie tememos. Son los demás los que se apartan de nuestro camino. Paso a los campeones.

A esa antesala del edén futbolístico llegó España después de someter con su juego de toque a Alemania, incapaz de contener la hemorragia de fútbol que le provocó la Selección. Cientos de pases, minutos de posesión abrumadora, control absoluto del juego y el pasaporte al olimpo llegó, qué paradoja, en una acción de furia de Puyol, que impulsado por millones de corazones españoles voló para llevar a la Selección a la gloria. Fue un córner ejecutado por Xavi que completó el bravo central con un cabezazo perfecto. Y es que la Selección fue mejor por tierra y por aire. Cuando se mide a los grandes, cuando se juega sin red, con el precipicio a un lado, España completó el mejor partido del Mundial. Una exhibición. Así somos.

Ya desde el inicio las sensaciones fueron inmejorables, con España dominando, mandando, imponiendo su estilo a partir de una posesión eterna del balón. La Selección se crece con la pelota, intimida al rival con esa sucesión de toques rápidos, siempre ejecutados con un sentido, y todo ayudado por el intercambio constate de posiciones de estos genios bajitos a los que se sumó Pedro, la gran sorpresa en la alienación de Del Bosque, que por fin se decidió a dejar a Torres en el banquillo.

Alemania también sucumbió a la dictadura que impone España con la posesión del balón. Precavidos, prudentes, replegados de forma consciente para buscar un contragolpe reparador... No. Asustados, abrumados, intimidados, dominados. Así se vieron los alemanes, obligados a perseguir el balón como persigue un perro su propia sombra, dando vueltas sobre sí mismos sin posibilidad de atraparla.

Le costó una eternidad recuperar la pelota a los alemanes, que la perdían en un suspiro. Se les agradece, en cualquier caso, su fobia al pelotazo y su gusto por el toque, nunca maltrataron el balón y lo trataron con un respeto desconocido por esas tierras. Pero esta vez, los maestros eran los españoles y los aprendices los germanos. De esa forma tan brutal ha cambiado el escenario futbolístico en los últimos años. España defendió con el balón en los pies, alargando las posesiones, arrebatando la iniciativa a Alemania. No hay mejor forma para protegerse de un ataque que teniendo tú el balón.

Xavi volvió a ser el faro que guió la inspiración española y nadie tocó el balón más veces que él. Jugó su mejor encuentro del torneo y España bien que lo agradeció. Contó con la complicidad de Iniesta y Pedro, que intercambiaron posiciones, se ofrecieron por el centro, dieron aire por las bandas y se asociaron con los centrocampistas y sirvieron de enlace perfecto con Villa. Mientras, Busquets y Xabi Alonso sostuvieron al equipo en el centro, evitando que se partiera en dos. Y a todos ellos les regaló siempre una salida por la banda derecha Sergio Ramos, que volvió a estar fenomenal, como en todo el campeonato. Tranquilo y centrado en defensa y sabiendo medir sus carreras por la banda. Supo elegir el momento para subir o quedarse y cuando un lateral sabe hacer eso tiene dominado gran parte de su oficio. Él solo pudo con Podolski y Boateng, puesto en evidencia por el mismo Ramos y Pedro hasta que Löw le mandó al banquillo en la segunda parte y le sustituyó por Jensen.

Entre todos se 'comieron' a Schweinsteiger, Özil y Khedira, a los que quitarles el balón y cerrarles los espacios es como privarles del aire para respirar. La consecuencia fue una primera media hora de juego fabulosa, de posesión abrumadora e intimidante. Más de un tercio de partido necesitaron los alemanes para ver de cerca a Casillas. Pero cómo lo vieron. Se lució el portero para desviar un tiro potente y preciso de Trochowski y ganó protagonismo después para anular los ataques alemanes por tierra y aire. Hasta entonces el protagonismo español fue absoluto, con una ocasión inmejorable de Villa, a pase de Pedro, y otra de Puyol, que remató en plancha un pase perfecto de Iniesta.

Sí se le debe reprochar a España su incapacidad para traducir en ocasiones de gol ese dominio y control que ejerció en el primer tiempo. Faltó verticalidad y algo de decisión para disparar cuando se acercaban al área. En definitiva, faltó el lazo al regalo. Aunque el camino a los vestuarios lo tomaron los españoles con el susto en el cuerpo, después de que se reclamara un penalti que no fue de Ramos a Özil.

España mantuvo la paciencia y el control en la reanudación. No le desesperó que los minutos se consumieran sin encontrar el gol y fue mandando pequeños avisos por medio de Xabi Alonso, Iniesta, Villa o Pedro, magnífico toda la noche y al que no le pesó nada el escenario. Mantuvo a raya España a Alemania, incapaz de dominar el balón y de llevar la iniciativa, propiedad de ese universo rojo que regó de fútbol el césped del Moses Mabhida.

Completó otros 25 minutos soberbios España, pero comenzó a faltar el aire y los alemanes, que ya habían refrigerado el centro del campo con la entrada de Kroos por Trochowski, empezaron a tener más presencia. Llegó la obligada aparición de Casillas para desbaratar un tiro de Kross. Nadie dijo que esto fuera fácil y algún susto había que pasar. Un pequeño desajuste que no varió el discurso.

Todas las piezas terminaron por encajar a 20 minutos del final, con ese vuelo mágico de Puyol ya relatado. De ahí al cierre se vivió con el corazón en un puño, con un ojo en el balón y otro en el reloj, que se volvió perezoso y comenzó a avanzar con lentitud. Dio España un ligerísimo y casi imperceptible paso atrás, meditado o impuesto, queda la duda, porque los alemanes ya habían agotado sus comodines y lo que les quedaba era la ruleta rusa. Todo o nada. Obligados a irse hacia arriba, se descubrieron atrás, concedieron espacios y la Selección pudo dejarlo todo solucionado antes de que pitara el árbitro si Pedro hubiera visto a Torres, sustituto de Villa y que se desesperaba solo delante de Neuer. Agotado, no lo vio, como tampoco verá Alemania la final, donde sí estará España.