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El regreso a casa de Muñiz, míster báscula

El Málaga presentará la próxima semana a Juan Ramón Muñiz, que empezará su segunda etapa en el club blanquiazul. Querido en los vestuarios, pero duro, el asturiano también tendrá peso en los fichajes como en su primera etapa. La relación de confianza con Sanz ha sido determinante.

Muñiz no es Max Merkel, míster látigo, pero va recto por la vida. Por eso es bien respetado en los vestuarios y ha hecho carrera. Weligton y Baha ya bromeaban hace unas semanas cuando empezó a correr el rumor sobre su vuelta. "Va a haber que tener cuidado con la comida este verano". Se podría decir que Muñiz no es míster látigo, pero sí míster báscula. Controla la alimentación y el peso de sus trabajadores hasta el extremo. Jugadores como Hélder, que este año han tenido algo más de manga ancha , ya sabe lo que le espera este año.

De perfil medio y con dos pasiones, fútbol y familia, la carrera de Muñiz ha ido a velocidad de vértigo. Después de pesar un tiempo en el Sporting, se la jugó en Marbella, en un club lleno de problemas económicos, en Segunda División B y lejos de su tierra. Los vínculos que le unían a Málaga sólo tenían que ver con su época de segundo entrenador de Juande Ramos. Pero Fernando Sanz recordó que Muñiz, que entrenaba específicamente a los defensas cuando él jugaba, tenía madera. Y le llamó para que se embarcase en una aventura de riesgo. El 1 de noviembre de 2006, cuando firmó su contrato, el Málaga estaba a punto de empezar su proceso concursal. Y se vio obligado a lidiar con un ambiente infernal en el club, con el vestuario roto, algún jugador apartado, otro descontento. Y poco compromiso. Pero, sobre todo, un equipo de poca calidad que Marcos Alonso no había trabajado lo suficiente.

Muñiz demostró cintura y cambió el sistema. El primer año en Segunda jugó con un 4-3-3 porque no tenía artistas para otra cosa (casi ni para eso). Y luego, cuando al fin pudo construir junto a Fernando Sanz un equipo para ascender, cambió a un 4-4-2 con variaciones. Muñiz no hace distingos. Para él vale lo mismo el jugador número uno o mejor pagado que el último en el vestuario. Y no quiere que nadie le falle. Eso le da credibilidad. "Papá", llegó a llamarle Álvaro Silva en la fiesta del ascenso. Fue manteado y admirado, y decidió marcharse por cuestiones personales de calado, no por dinero como se dijo equivocadamente. Muñiz, que en la primera etapa también fue nombrado director deportivo, no ostentará el cargo esta vez, pero casi. Aumentará un poco más su sueldo base porque Fernando Sanz cree a pies juntillas en él y quiere que trabaje codo a codo con Ricardo Rodríguez y Sandro en la secretaría técnica. Será presentado el lunes y posiblemente demuestre que las segundas partes también pueden ser buenas porque llega más experto, más maduro y más entrenador. Los utilleros, cuentan ya le están quitando el polvo a las básculas...

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