Me dice que tiene 46 años pero yo le veo como siempre, incluso con esas piernas arqueadas tan suyas de cuando jugaba.
Nunca tuve lesiones y me mantengo ahora como técnico del Calahorra, partiendo otra vez de cero, pero con la ilusión de siempre. En esto del fútbol lo que nunca puedes hacer es perder la ilusión, en las duras y en las maduras. Siguen las piernas arqueadas, Damián, pero las rodillas ya molestan.
Usted ha sido santo y seña en etapas distintas del histórico Logroñés y, de hecho, los tres últimos años su director deportivo. Supongo que usted estará sufriendo mucho esta con esta penosa situación.
Imagínese. Cuando analizo las cosas, me digo a mí mismo que yo he vivido en primera persona lo mejor y lo peor del Logroñés. Porque aquella etapa histórica con el equipo en Primera, con Las Gaunas llenándose siempre y con entrenadores y futbolistas de enorme calidad, todo eso no se borra de un plumazo.
Sí vino gente de lustre por aquí, sí.
Hay muchos compañeros, muchos nombres conocidos y otros algo menos, pero siempre formamos un equipo unido, en el césped y en el vestuario, cuando subíamos, cuando bajábamos... Alzamendi y Ruggeri, por ejemplo, llegaron aquí como campeones intercontinentales, fue una explosión en el fútbol español. Y jugué con Amarildo, Setién, Sarabia, Cléber, José Ignacio, Campbell, Salenko, Sánchez Lorenzo, Lopetegui, Cristóbal
¿Y qué ha pasado entonces en apenas doce años, o también todo esto resulta algo inexplicable para usted?
En estos últimos años ha faltado aunar fuerzas políticas y sociales en la ciudad, de hecho creo sinceramente que el club ha sido incluso utilizado como arma arrojadiza por mucha gente. Han pasado propietarios de muy diverso estilo y a veces cuando parecía que podría remontarse, zas, otro batacazo, así hasta el final. Y me da rabia porque veo que otros clubes de por ahí tienen incluso más deudas que el Logroñés y reciben ayudas importantes de las instituciones. No creo que ahora se vaya a cambiar, soy pesimista Es como si a algunos les interesaran sus descensos, su desaparición, al punto de que llegaron a crear aquel otro equipo en la ciudad, el Recreación...
¿Cuál ha sido su peor momento?
Es difícil, pero quizá cuando decidieron destituir como entrenador a Quique Setién, lo hizo el propietario anterior, Juan Hortelano, y lo pasé muy mal. Ahí viví personalmente uno de los peores momentos de mi vida profesional.
Inevitable que le acabe preguntando por su paso por el Atlético de Madrid.
Nos fuimos traspasados a la vez Ruggeri al Madrid y yo al Atlético, que entonces presidía Jesús Gil. Se me hizo muy dura aquella temporada (la 89-90), pero hablo más allá del aspecto futbolístico, de jugar más o menos. Era un vestuario siempre angustiado por las urgencias, las polémicas, era trabajar, cobrar puntualmente (eso sí), pero callar ante muchas cosas y muchos problemas.
Gil y Clemente el mismo año, para no acordarse...
Empezamos la temporada con Clemente, pero luego se le echó y vino Peiró y al final Briones. Por cierto, todo el mundo pensó siempre que yo llegué por recomendación de Clemente, pero en realidad quien sugirió mi fichaje fue Briones. Fue la época de Goiko, Pizo Gómez, Bustingorri, Solozábal, Alfredo, Ferreira, Elduayen Creo que faltó respeto siempre en momentos difíciles, vivíamos más en las oficinas, en reuniones tensas y casi permanentemente cada vez que se perdía un partido. No me sentí cómodo. Tenía dos años más de contrato y pedí marcharme aún perdiendo dinero. La afición siempre fue extraordinaria y lo sigue siendo, pero con el tiempo creo que me equivoqué...
