Un golpe de suerte desatasca al Atlético

primera | AT.MADRID 4 -VALLADOLID 3

Un golpe de suerte desatasca al Atlético

Un golpe de suerte desatasca al Atlético

Felipe Sevillano

Definitivamente, el Atlético no sabe manejar las ventajas en el marcador. No lo hizo por dos veces en el último duelo en el Calderón ante el Villarreal y tampoco supo administrar su diferencia en el electrónico ante el Valladolid.

Un golpe de suerte, en forma de tanto en propia meta de Pedro López en el último suspiro, desatascó al Atlético ante el Valladolid, al que venció 4-3 en un encuentro loco que los locales no supieron jugar con renta a favor, ni tampoco cerrar cuando todo estaba de cara.

Comentó Javier Aguirre hace quince días que sus discípulos debían aprender a cerrarse, a no irse alegremente al ataque en busca de más dianas, aunque eso no fuese lo más bonito para el espectáculo. Y, efectivamente, esa lección era aplicable el día del Villarreal, cuando con 3-2 en el marcador y sólo 25 minutos para concluir el envite, los visitantes voltearon los guarismos y se llevaron los tres puntos.

Pero hoy el rival era el Valladolid. Un equipo modesto, recién ascendido y tradicionalmente una "perita en dulce" para los rojiblancos en el Manzanares, donde les han vencido en las últimas seis temporadas.

Gol temprano

Salió el Valladolid al césped del Calderón consciente de estos datos y por ello se presentó timorato, sabedor de sus limitaciones. Además se encontró con un tanto en contra en el minuto 2. El portugués Maniche concluyó un bonito pase del Kun Agüero para, dentro del área, batir al francés Butelle.

Otra vez se dibujaba un escenario perfecto para los locales y otra vez no supieron como desenvolverse en él. La obligación del Atlético ante una situación de esas características y un enemigo inferior es tener el balón y buscar más tantos para cerrar el partido. Era lo que todo el mundo esperaba, incluido el rival, que de repente se encontró con la pelota y la iniciativa del juego casi sin quererlo.

Y aprovechó el Valladolid la increíble gentileza del Atlético para de nuevo descubrir las tremendas carencias de los rojiblancos en defensa. Con Seitaridis y Perea de baja por lesión y sanción, respectivamente, la línea de retaguardia de los locales volvió a naufragar. Lo hizo Juan Valera por el lateral derecho y el portugués Ze Castro por el centro.

Avisó el Valladolid en el minuto 18 por mediación de Llorente y en el 33 a través de García Calvo, hasta que en el 39, Víctor, un jugador que empezó a jugar al fútbol en la cantera del Real Madrid, estableció el primer empate, tras aprovechar un bonito pase de Llorente. El Atlético, que sólo había tenido una ocasión en botas del Kun Agüero, volvía a pecar de lo mismo y su técnico se volvía a equivocar.

Locura de tantos

Por si fuera poco, nada más comenzar la segunda mitad, Sisi llevó el drama a la grada al anotar el 1-2 tras un regalo de Ze Castro, horrible en un despeje. El Atlético se había metido solo en el agujero y solo debía salir. Y con Diego Forlán preparándose para saltar al campo, un minuto después Maxi Rodríguez empató a dos.

El partido se volvió loco en esos compases, en la que se vivió una ruleta de goles. No tardó Llorente en aprovechar otro obsequio de la defensa y portero local para hacer el 2-3 e, inmediatamente después, de nuevo Maxi hizo el 3-3.

Era el minuto 54, se habían marcado seis goles y el Atlético había encajado diez en los últimos tres partidos de Liga, síntoma claro de su grave debilidad defensiva. Y lo que tenía que haber hecho Aguirre en la primera mitad, lo intentó en la segunda. El técnico sacó a Forlán, castigó a Ze Castro por sus fallos y se lanzó sin vacilar a por la victoria. En plena avalancha atlética, Juan Valera fue expulsado al ver la segunda cartulina amarilla. Los locales se quedaban con diez hombres y tres defensas, Pablo, Pernía y Raúl García, que atrasó su posición.

A pesar de ello, lo siguió intentando el Atlético, pero era ya una lucha a impulsos y contra el reloj. Y a base de coraje lo consiguió. García Calvo salvó el tanto en la raya de gol en el último suspiro y Pedro López en propia meta lo firmó provocando el éxtasis en el Calderón.