Fue el propio Platini el que decidió que el trofeo se volviera a entregar en el palco de honor de los estadios que albergan las finales europeas, y en esta ocasión se empezó en el Hampden Park de Glasgow.
Navarro le cedió el trofeo al entrenador, Juande Ramos, y a su vez al presidente del Sevilla, José María Del Nido, quien se acercó al Príncipe de Asturias para que éste también lo alzara, aunque don Felipe le dio las gracias y rehusó a hacerlo por respeto al Espanyol, de Barcelona.