Cúper le amargó y Capello le enseñó a ser un líder

Primera | Fabio Cannavaro

Cúper le amargó y Capello le enseñó a ser un líder

Cúper le amargó y Capello le enseñó a ser un líder

A sus 32 años, busca el éxito que antes se le negó

Fabio Cannavaro (Nápoles, 13-09-1973) ha tenido un reconocimiento tardío, aunque comenzó a despuntar muy pronto. Fue en las categorías inferiores del Nápoles, cuando Maradona lideraba al primer equipo (llegó a cubrirle en un entrenamiento). Su salto al fútbol profesional fue el 7 de marzo de 1993 en Delle Alpi. Su contundencia en defensa convenció a Nevio Scala para llevárselo al Parma en 1995 junto a Stoitchkov y Pippo Inzaghi. Fabio sólo tardó un año en ser el líder de la zaga junto a Thuram, ya con Ancelotti en el banquillo. Esa misma temporada también llegó al club su amigo Buffon y juntos llevaron al Parma a conseguir su mejor clasificación en 1997: segundos. Este éxito le valió su debut con la selección italiana el 22 de enero de 1997 frente a Irlanda del Norte. Con la azzurra cumplió 100 partidos en la final del último Mundial, siendo el tercer jugador que más veces ha jugado con la selección tras Maldini (126) y Zoff (112).

En 1999 consiguió sus primeros títulos con el Parma: la Copa de Italia y la UEFA, una edición en la que eliminó al Atlético.

Al Inter.

Año tras año su proyección era increíble pero necesitaba jugar en un grande. El Inter llamó a su puerta en 2002 pero su relación con Cúper no era buena ya que el argentino apenas confiaba en él y le utilizaba como lateral. Cannavaro dio un bajón físico ese año y no brilló. Pero lo mejor estaba por llegar de la mano de Capello, quien lo fichó para la Juve en 2004 y le enseñó a ser un líder. En Turín recobró su ambición y ganó su primer Scudetto en su debut con la Vecchia Signora (con 31 años). Uno después repitió.

Las circunstancias le han hecho degustar el triunfo demasiado tarde pero, tras ser campeón del Mundo en Alemania y llevarse el Balón de Plata, hasta que no consiga una Champions no parará. Su objetivo es ganar ahora lo que no consiguió antes para que sus tres hijos lo vean. A pesar de que está recogiendo lo que sembró durante 14 años nunca dejó de sonreír. Le llueven los elogios y en Italia los gays lo quieren como icono aunque a él no le agrada: "Prefiero gustarle a las mujeres".