El Barça fue...

El Barça fue...

...un equipo con la lección aprendida para no tropezar dos veces en la misma piedra. Tanto pavor tenía a los tres goles que encajó en un plis la temporada pasada, que salió a matar el partido. A Mourinho tampoco le importó. Dejó el Barça pasar el tiempo manoseando el esférico lo que le permitía el campo de cebollas que es Stamford Bridge en la actualidad. Con un triangulo en su línea medular -Motta y Edmílson, con Deco por delante-, Rijkaard imitó a Co Adriaanse, otro holandés, técnico que lo hace en el Oporto. El tridente mágico sólo apareció en sociedad una vez, a los 19 minutos. Tembló el Chelsea, pero faltó definición.

Poco a poco, con un Chelsea que juega así, agazapado a la espera de una contra letal, el tiempo pasaba, el 0-0 era bueno y Ronaldinho y Motta lo intentaron sin acierto. Eso hasta que a Tauge le pudo la mala conciencia por haber obviado un hachazo previo de Del Horno a Messi y echó al español a la calle por un encontronazo. Con uno más, el Barça no apuró. Ni metió otra marcha ni el Chelsea enloqueció. Tauge, para arreglarlo, obvió un penalti

por mano de Geremi.

Rijkaard no reaccionó de primeras en la reanudación. Y así le fue. Los 'blues' se adelantaron en un regalito entre Motta y Valdés, al que no hay que darle muchas facilidades para que se la coma. Lo que pasa, también, cuando se alinea a alguien poco habitual y que sale de una lesión como el italo-brasileño. Ese 1-0, soñado por Mourinho hasta en un once contra once, aceleró a los del chaleco reflectante. Otra vez en el terreno que quería el estratega portugués. Porque el Chelsea, con Drogba ya, se anunciaba peligroso.

Cuando Larsson salió por Motta todo era posible. Hasta que el sueco fallara un gol cantado de cabeza (67'), se supone que su especialidad, o que Messi se la liara igualmente a Paulo Ferreira. Sylvinho debutó en la actual Champions (y quizás debió hacer como titular) para que el Barça acabara el partido a lo grande. Aunque echaba de menos a Ronaldinho y Etoo, ausentes el Día D a la Hora H, el brasileño del 'o jogo bonito' puso como los ángeles la falta del empate, de Terry, que tampoco quería. Luego Messi al palo, Larsson rebañando a punto y hasta Sylvinho pisando el área rival. El Chelsea se achicaba ante la máquina culé. Messi, Etoo, otra pena máxima no pitada al argentino, el caso es que el Barça fue el Barça. Sin concesiones, con el fútbol rondo veloz que lo caracteriza en su mejor versión. Y por eso ganó. Una carrera de Ronaldinho, el centro de Márquez tras la pausa de Larsson y el plástico cabezazo de Etoo. La cara que se le quedó a Mourinho...