Ridículo en Dortmund, o cómo demostrar que el fútbol italiano está en crisis. Bastaron 45 minutos para que el Borussia hiciera trizas las ilusiones del Calcio de colar dos representantes en la final de la Copa de la UEFA. El Milán ya esta fuera, K.O., tan eliminado en Europa como lo está en la Liga o en la Copa Italia. Y pensar que antes del partido el club rossonero pidió (al igual que el Borussia) que los finalistas de la Copa de la UEFA tuvieran plaza garantizada en la próxima Champions League. Ingenuo Adriano Galliani, su vicepresidente, que fue quien reconoció dicha propuesta a los periodistas, e ingenuo el fútbol italiano, que pretende seguir ordeñando una vaca que desde hace tiempo está seca.

Un fútbol-talonario que desde hoy intentará pescar a Amoroso, que, él solito, sentenció al Milán con tres goles —el segundo, tras sombrero a Laursen— en apenas 38 minutos. Marcio lideró la tripleta canarinha (junto a Dede y Ewerthon) que desquició al equipo italiano. Él puso la guinda al buen fútbol tejido por Heinrich (autor del 4-0), Rosicky y compañía.

El Milán, por su parte, pagó cara la racanería de su técnico, Ancelotti, que con Shevchenko lesionado, no dio entrada a Rui Costa. ¿Todo su coraje? Meter a Serginho por Albertini tras el descanso. Una traición a la pizarra que no sé si le habrá dejado dormir.