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Esta colina de Nueva Zelanda tiene el nombre más largo (e impronunciable) del mundo

Lo diremos una vez: Taumatawhakatangihangakoauauotamateaturipukakapikimaungahoronukupokaiwhenuakitanatahu.

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Esta colina de Nueva Zelanda tiene el nombre más largo (e impronunciable) del mundo
Wikimedia Commons

Taumatawhakatangihangakoauauotamateaturipukakapiki-
maungahoronukupokaiwhenuakitanatahu.

Es es el nombre de una colina de Nueva Zelanda que cuenta, según el Libro Guinness de los récords, con el topónimo más largo del planeta.

En total son 86 caracteres en uno de los dialectos maoríes, sin guiones (nosotros lo hemos puesto porque sino no se podía leer entero), sin pausas, sin espacios, sin nada. No sabemos cómo lo hace la gente para llegar hasta allí poniéndolo en Google Maps, aunque hemos probado y con Taumata o Taumata Hill -el nombre corto que usan los vecinos para facilitar la conversación- también lo reconoce el buscador.

¿Pero qué significa? Atendiendo a la traducción literal que propone la enciclopedia de Nueva Zelanda, Taumata[...] podría traducirse en español como "La cima donde Tamatea, el hombre de grandes rodillas, el escalador de montañas, el devorador de tierra, el viajero incansable, tocó su flauta a un ser querido". Eso mismo, pero con una sola palabra.

El nombre tiene su origen en una antigua leyenda maorí que cuenta que Tamatea, un príncipe de su tribu, se midió a otra junto con su hermano. Consiguieron la victoria, pero el hermano de Tamatea falleció en combate, lo que provocó que el príncipe fuera consternado a tocar la flauta a esa colina.

Existen otras acepciones que amplían la descripción de Tamatea de forma un poco más exhaustiva, como: "La colina de la flauta tocada por Tamatea —quien soplaba desde lejos, tenía un pene circuncidado, raspó sus rodillas escalando montañas, cayó a la Tierra y la rodeó— para su ser querido", pero no creemos que la circuncisión del príncipe sea tan reseñable.

La colina en cuestión se encuentra en la isla norte de Nueva Zelanda, y hoy es un punto turístico por su reserva natural y por el enorme cartel en el que se puede leer su nombre, del mismo tamaño proporcionalmente que su denominación.