A sus 70 años, Miguel tiene claro lo que busca en una pareja: una relación abierta dispuesta a descubrir nuevas aventuras en el amor y el sexo. El comensal, que reconocía durante su cita con Ana que era "muy sincero", no tuvo reparo en confesarle lo que le gustaba e incluso se atrevió a revelarle su fetiche sexual.

Miguel le advirtió a su cita que no le considerara "puerco ni marrano" por lo que iba a confesarle: "Para Reyes quiero una muñeca hinchable, pero como si fuera natural... Con pelo de verdad". Ella, lejos de toda desagradable sorpresa, se lo tomó con toda la naturalidad del mundo. Le dedicó una sonrisa a Miguel y añadió durante la cita paralela a la cena que "le parece muy bien", ya que al ser soltero "con algo tiene que animarse".

El comensal también le confesó que le gustaría tener una relación "más abierta que cerrada", pero esta vez Ana no estuvo de acuerdo: "yo no", contestó ella tajantemente.

A pesar de que ambos resultaran ser de mentalidad abierta, la cita no terminaba de cuajar. Ana confesaba a las espaldas de Miguel que el comensal no la escuchaba y que parecía que llevaba el discurso preparado para la cena. "Es un encanto de señor, pero no escucha mucho", destacó la comensal.

Durante la decisión final, Miguel estaba seguro de que tendría "no una, sino tres cuatro y cinco" citas más. Sin embargo, Ana no estaba tan segura y cumplió con las bajas expectativas de la cita: para sorpresa de Miguel, la comensal confesó que no tendría una segunda cita con él porque tienen "hobbies diferentes".

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