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EL GRAN DRAMA DE INFANCIA

Preguntamos a varias personas cómo descubrieron 'lo de los Reyes'

El hecho que marcó para todos un antes y un despúes en la vida.

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Preguntamos a varias personas cómo descubrieron 'lo de los Reyes'
Kiko Huesca EFE

Si hay algún hecho que marca un antes y un después en tu vida es el descubrimiento de que los Reyes Magos no existen. Ya no hay vuelta atrás: te han roto la inocencia. De repente, un día, descubres que esos señores barbudos y emperifollados en extraños trajes brillantes no venían de Oriente sino de pintarse y vestirse -y de forma bastante cutre, por cierto- en un cuartucho del ayuntamiento o del centro comercial de turno.

Eso sí, las risas al recordar cómo te enteraste de la noticia y a quién odias a muerte a partir de ese momento por contártelo no te lo quita nadie. Por eso, en Epik hemos hecho un breve estudio nada científico para conocer algunas de las anécdotas más divertidas.

El hermano pitoniso

"Me enteré por culpa de mi hermano mayor. Un 6 de enero, antes de ir a casa de mis abuelos me dijo exactamente qué me iban a regalar los Reyes. Acertó y ahí empecé a tener la mosca detrás de la oreja. Al año siguiente me dijo que mirase debajo de la cama de mis padres y ahí estaban todos los regalos que luego me darían unos días después". Eduardo (Madrid, 1992).

Crueldad infantil

"A mí me lo contó un compañero de clase -su familia era atea y nunca habían celebrado los Reyes- en el bus de vuelta del colegio. Yo le dije que no podía ser y me dijo que sí, que yo era una infantil por pensar que los Reyes existían. La noticia, evidentemente, me traumatizó". María (Córdoba, 1992).

"Me lo dijo una vecina en un momento de maldad. Yo le pregunte a mi madre por la noche después de andar todo el día dándole vueltas si en realidad los Reyes eran los padres y ella me dijo que serian los suyos, porque mis reyes eran Melchor, Gaspar y Baltasar. Y me quede tan tranquila unas navidades más". Beatriz (Ávila, 1992).

 "En el patio del colegio. Los niños no tienen tacto y son unos terroristas de la inocencia del resto. Fue uno de mis primeros dramas". Rosa (Murcia, 1991).

La flema del camello

"Cuando era pequeña, mi prima se levantó el día de Reyes a por los regalos, estornudó y le salió una flema considerable sin darse cuenta. Al rato, vio la flema en el salón, se creyó que eran babas de camello y fue a decírselo a mi tía, que se partió de risa. Mi prima estuvo pensando durante mucho tiempo que los camellos le habían dejado un regalito extra. Tiene gracia, porque vivían en un quinto sin ascensor. A saber cómo se creía mi prima que entró el camello". Andrés (Madrid, 1992).

Eh, Melchor, yo te conozco

"Mi hermana se enteró porque uno de los Reyes que participaban en la Cabalgata de mi barrio era amigo de mi padre de toda la vida . Después de la Cabalgata y vestido todavía de rey, le saludó y se destapó todo el pastel". Alba (Madrid, 1994). 

 Ay, el alcohol

"Me enteré en mi pueblo cuando era niño y tras escuchar a unos borrachos gritar eso de ¡los Reyes son los padres! Años después fui yo el que me emborraché y fui destrozando la infancia de varios niños por las calles de mi pueblo". Roberto (Badajoz, 1991).

Tatatachán

"Estaba ayudando a mi madre a limpiar y en una de las tazas de una colección de tazas que estaba haciendo mi hermano estaban los tickets regalo de Reyes de mi hermano y de mi tío". Virginia (Madrid, 1992).

Los Reyes vale, pero... ¿y el Ratoncito Pérez?

"Me enteré en 2º de Primaria. La cosa es que mi madre solamente me dijo que los Reyes eran los padres, así que viví durante unos cuántos meses más creyendo que Papa Noel y el Ratoncito Pérez sí existian. Hasta que un día mi madre me dijo que qué quería que me comprasen por ese diente que se me acababa de caer. Actué con naturalidad para no parecer un imbécil". César (Almería, 1992). 

"Deja eso que no es tuyo"

"Yo me enteré al ver un balón envuelto y medio escondido en el bar que tienen mis padres. Le pregunté a mi madre y me dijo que no lo tocara, que era de uno de los camareros. El día de Reyes el mismo regalo estaba en mi casa y como siempre fui muy inteligente pues até cabos". Eric (Zamora, 1991).

Intentando cazar a Sus Majestades

"Me enteré en el patio del colegio unos días después de Reyes. El tonto de turno empezó a decir que no existían y se armó bronca con los profesores porque se enteraron. Me quedó la duda pero no me lo acabé de creer. Un par de años después, mis padres nos llamaron a mi hermano y a mí y nos lo contaron, sobre todo porque yo el año anterior había puesto un cordón en la puerta para que se tropezasen y cazarles. Cuando me enteré me puse un poco 'plof' porque siempre queda el gusanillo y esa ilusión por los regalos". Amaia (Madrid, 1992).