As de Espadas

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torero con estoque

SAN ISIDRO

Uceda Leal cortó una oreja

La corrida de Fuente Ymbro fue un muestrario de hechuras, pues amalgamó toros bastos y espesos junto a otros más hechurados y armónicos.

MUNDOTORO

Uceda Leal cortó una oreja Ampliar
El diestro José Ignacio Uceda Leal tras cortar una oreja a su primero en el decimoctavo festejo de San Isidro, en el que ha compartido cartel con Curro Díaz y Matías Tejela, con toros de Fuente Ymbro, esta tarde en la Monumental de Las Ventas. | Kiko Huesca

Esta feria se parece tanto a la vida que anuncia tardes favoritas de un pasado reciente. O algo lejano. Poco. En medio del Rosario de carteles, junto a su nombre aparece visualizada y narrada la tarde entera. La tarde favorita de la feria ha de tener una faena de Uceda Leal, esta vez a un toro de movilidad sin clase humillada. Uceda y la feria van de la mano. No se trata de relanzar ese nombre apegado a un toreo excelente y a una espada imposible. Se trata de que siga siendo el favorito de la tarde favorita de un pasado reciente que, cómo no, cuenta con ese toro bueno que no se torea bueno, y con ese lote ni tu ni fa que correspondieron por este orden a Tejela, que forma parte de tardes no tan favoritas de pasado reciente y a Curro Díaz, a quien urge hallar un presente de favor.

La corrida de Fuente Ymbro fue un muestrario de hechuras, pues amalgamó toros bastos y espesos junto a otros más hechurados y armómicos, todos dentro del trapío que exige Madrid, con la última parte del envío de mayor trapío y presencia. Esa variedad de conformación la tuvo también la corrida en su comportamiento. Dentro de un denominador común de cierta mansedumbre, característica habitual en los últimos encierros de Gallardo, emergieron dos toros. Primero y tercero. El que rompió plaza se movió mucho pero no siempre bien, pues tendió a soltar la cara y a violentarse cuando tropezó los engaños. Tuvo en cambio transmisión y fiereza en sus acometidas, y esa manera tan agresiva de comerse el trapo trepó enseguida por el tendido. También percibió el de arriba la calidad y clase del tercero. Con ese punto de mansedumbre que le hizo abrirse de los vuelos sin terminar de irse, el fuenteymbro colocó la cara de escándalo, y sobre todo por el pitón derecho puso en bandeja el triunfo a su matador.

Como apuesta segura dentro de los destacados de cada San Isidro, Uceda mojó en su primera comparecencia isidril. Conoce Madrid su toreo elegante, compuesto, más apasionado y desgarrado ahora que en sus comienzos, y el de Usera lo puso en práctica con el que aperturó el espectáculo. Sin llevar nunca la cara colocada, con más movilidad que clase, el de Gallardo sin embargo se meneó con nervio, y a pesar de descomponerse un tanto cuando tropezó las telas, su ímpetu fue clave en la arrebatada faena de Uceda. Hubo en medio del intenso trasteo dos series con la derecha muy reunidas y poderosas y una con la zurda de excelente factura. El resto fue naturalidad, armonía, regusto en las salidas y entradas. Torería. Y una estocada de libro. Faena que, sin desatar pasiones, se vivió con agrado. Porque Uceda está visto pero gusta, y porque un San Isidro sin él es como un Rosario sin estaciones. La oreja, nadie la protestó. El cuarto no mintió. Porque sus malos modos de salida (se dolió y no se empleó en el peto) los enseñó luego en el último tercio, al que llegó áspero y a la defensiva.

Por calidad y clase, el toro de la corrida fue el tercero. Hondo, acochinado, corto de cuello, y más reunido de sienes que los hermanos que le precedieron, el animal tuvo ritmo y son desde que tomó contacto con el capote de Tejela. Marcó querencia para los adentros tras pasar por el caballo, pero esa mácula resultó virtud, puesto que le hacía despegarse de los engaños pero sin llegar nunca a rajarse. Y como además embestía con suavidad, resultó ideal para hacer el toreo. Tejela, que brindó a su amigo Capea, alternó momentos álgidos con otros menos consistentes. Cimas con simas. Y en esos dientes de sierra se desarrolló una faena que tuvo alguna serie con la mano derecha de toreo relajado y vertical, sobre todo la penúltima, la más redonda del conjunto, junto a otras fases de menos acople y mayor desajuste, fundamentalmente con la mano izquierda, por donde hubo menos ligazón. Luego el sexto no ratificó en la muleta la condición que apuntó en los primeros tercios y la faena del alcalareño discurrió sin eco.

El lote de Curro Díaz fue de los que se quedan entre dos aguas. A mitad de camino. Ni buenos ni malos. Y en esa indefinición navegaron las dos faenas del torero de Linares. A su primero, reservón y sin entrega. Curro se lo sacó al tercio y se puso firme por el pitón derecho, tirando en redondo de su embestida. Muy cruzado con la zurda, de uno en uno extrajo muletazos que el animal admitió a regañadientes. Pero como no hubo hilazó aquello no prendió. Y cuando el toro se sintió podido, se quedó en la cadera. El espadazo de remate, poco tuvo que envidiar a los de Uceda. El quinto apuntó calidad, pero le faltó emotividad para desarrollarla. Quiso embestir con cierto recorrido, pero se aburrió enseguida. Y los buenos muletazos de Curro, no hallaron continuidad ni sirvieron para mejorar el devenir de un espectáculo con momentos de Dejà Vu, de esto ya lo he visto, de esas en las que el pasado parece presente. Y que a veces, quizá lo es.

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