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Si convertimos La Fiesta en un trámite hacemos del toreo algo absurdo. Sin sentido. Y si le quitamos el sentido no nos hacen falta anti taurinos. Una de Couto de Fornilhos, respetando al hierro y la vacada, es en 2014 una ocurrencia capaz de convertir la tarde en un coito de querer y no poder. Querer de los toreros que hicieron un esfuerzo grande con un arrimon desperado de Ritter a última hora. Esta corrida trámite, este toreo trámite, esta una más, le quita sentido incluso a la posibilidad de la cornada. Que pudo haberla en el caso del colombiano. Desrazada, con un toro calco de un santacoloma, otro basto y otro de hechuras de carreta, fue remendada por dos toros serios de Gerardo Ortega que no interrumpieron el coito de una tarde taurinamente asexuada. Vaya el titular como reclamo para ser leída y no para faltar respeto. Para ser leída y que se tome nota. Esto es Madrid.El tercero fue una prenda. Manso y violento, derrotando y metiéndose por dentro, cogió a Ritter para hacerle daño en el comienzo de faena. Hubo momentos angustiosos con el joven a merced de la bestia, antes de que las cuadrillas llegaran a socorrerlo. Expuso con sinceridad el colombiano, a pesar de su escueto bagaje como matador, pero ni toro ni público fueron agradecidos a la entrega del torero. Luego en el sexto, un toro muy ofensivo, que llegó muy parado al últiomo tercio, se pegó un arrimón de órdago, que el tendido no acabó de ver ni reconocer. Se dejó llegar los pitones a los muslos en varias ocasiones, incluso las puntas le acariciaron la taleguilla en ocasiones. Después de un pinchazo y una estocada baja fue aplaudido.

De frente ancha, acapachado, musculado el segundo. Se movió saliendo suelto y Morenito lo aprovechó para gustarse en un saludo capotero concluido de torera media, a modo de recorte. El toro fue pronto en varas, pero salió suelto del primer puyazo y, en la muleta su movilidad no estuvo acompañada de clase, pues tendió a soltar la cara derrotar a final de cada pase. Morenito escogió el pitón derecho para armar una faena que no tuvo eco ni calado por la condición del toro. Volvió a destacar con el capote el burgalés antes de hacer un sincero esfuerzo con el manso quinto, un cárdeno que pareció santacoloma, que nunca se entregó y siempre se quiso ir. La espada le restó reconocimiento.

Amplio, bajo y fuerte, pero muy bien hecho el de Gerardo Ortega que abrió plaza. Se estiró Paulita a la verónica y se hizo aplaudir en una elegante quite por chicuelinas. Entre medias, se aquerenció el toro de la divisa onubense hasta incluso apoyar los cuartos traseros en tablas. Luego en la muleta su recorrido fue corto y su embestida, insulsa. El cuarto, muy en Atanasio, también abrió mucho la cara. Paulita, con la mitad del público pendiente de un combate de boxeo improvisado en la grada del ocho ¿Dónde estaba la policía?, hizo un esfuerzo con él porque el toro, de embestida amoruchada, que miraba por encima del palillo. Sólo se tragó algún muletazo por inercia y en paralelo en el tercio. El resto nada.