As de Espadas

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torero con estoque

TOROS | PAMPLONA

Una oreja de un Miura para Fortes antes del "Pobre de mí"

El malagueño estuvo valiente en su debut con la divisa de Zahariche. Esfuerzo de Rafaelillo, y Castaño, que sufrió un corte en la cara con la espada.

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Una oreja de un Miura para Fortes antes del "Pobre de mí" Ampliar
Saúl Jiménez Fortes. | SUSANA VERA

Debutaba Fortes con una de Miura, y le salió uno de dulce. Con las hechuras y la alzada de Zahariche pero con nobleza, incluso profundidad en sus embestidas. Su arrojo le llevó a sufrir dos volteretas, una nada más saludarlo a portagayola y otra más en las postrimerías de una faena esencialmente valiente, que con la ayuda de una efectiva estocada le reportó la última oreja de la feria. Más duro y correoso resultó el resto del envío. Rafaelillo aplicó veteranía e inteligencia para resolver la complejidad de su lote mientras Castaño lo intentó sin resultado en ambos turnos.

Han afinado los 'miuras' el tipo sin perder las hechuras tan prototípicas de su encaste. El lote que presentaron en San Fermín se caracterizó por su larga viga. Agalgados, de frente ancha, amplios, serios y más finos de mazorca que en otras ocasiones, tuvieron luego un comportamiento desigual. Con las complicaciones propias de esta ganadería, los hubo listos y de cuello ágil como el lote de Rafaelillo, y otros de viaje corto pero sin empuje para desarrollar en malo como segundo, quinto y sexto. Pero la golosina de la tarde fue el tercero.

Amplio y fuerte, grande y alto, empezó arrollando a Fortes luego de perder pie el malagueño tras saludarlo a portagayola pero tras cumplir en los primeros tercios derrochó nobleza en la muleta y hasta embistió con calidad y recorrido ocasiones. Por los dos pitones. Fortes lo empujó para delante en el inicio pero pronto acortó la distancia buscando ese terreno de cercanía que tanto frecuenta, cuando quizá el toro le hubiera respondido dejándole la muleta en la cara y dándole sitio. Cotizó con todo su valentía -volvió a ser cogido en las postrimerías de la faena- y sobre todo una estocada de efecto rápido, fundamental a la hora de demandar el trofeo.

Enlotó luego otro de escasa raza y poder, que se afligió en el último tercio, pero al menos tuvo una conducta pacífica. Si Fortes sorteó el lote de menos complicaciones, el de más agria conducta cayó en manos de Rafaelillo. Plantó batalla primero por el pitón derecho al que abrió plaza, con recursos y capacidad, y luego por el izquierdo, por donde el viaje del toro era ligeramente más largo, pero con todo, lo mejor fue la estocada, uno de los espadazos de la feria, tras el que hubo de dar la vuelta al ruedo. El cuarto fue una prenda que nunca pasó del embroque y se quedó siempre en las zapatillas. El murciano volvió a poner en liza su profesionalidad y le anduvo con solvencia sobre las piernas.

Castaño trató de imprimir variedad en su primero al que principió faena en una silla, pero después de un inicio airoso el toro acometió sin terminar de humillar y quedándose corto. El toro quinto pareció lastimarse durante la lidia, pues se movió con cierta descordinación. Cada vez esa merma se hizo más evidente. Castaño no se desesperó, incluso trató de meterse entre los pitones, pero los movimientos imprevisibles, que acabó volteando al torero, impidieron que la faena cobrase cuerpo. A la hora de matar el toro despidió la espada, que impactó en la cara del salmantino, propinándole un severo corte.

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