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Jason Collins y los vientos de cambio

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Un blog para tratar el pasado, presente y futuro del baloncesto tanto nacional como internacional: ACB, ULEB, Euroliga, Eurocup y la NBA.

Autor: Juanma Rubio

Jason Collins y los vientos de cambio

 La noticia es conocida, ya vieja en estos tiempos de exposición instantánea y aireo en escalada geométrica de la información: Jason Collins se convirtió, en una portada de Sports Illustrated que ya es parte de la historia del periodismo deportivo, en el primer deportista en activo de una de las cuatro grandes ligas estadounidenses -NFL,MLB,NBA,NHL- en reconocer su condición de homosexual. “Tengo 34 años, soy pívot de la NBA. Soy negro. Y soy gay”. Aquí está la historia de una frase que no es una frase: es un antes y un después, una cabeza de puente en la lucha por la igualdad de derechos. De todos los derechos y de los derechos de todos.

JC1

El ecosistema de la liga envió un abrumador mensaje de comprensión y aceptación. Salvo excepciones porque seguimos sin estar a salvo del fundamentalista religioso de turno -en este caso, sorpresa, un periodista de ESPN- o del joven atleta desbocado por el éxito y las hormonas que cacarea en formato paladín el anticuado mantra: “hay demasiadas mujeres en el mundo como para hacerse gay”. El axioma es fallido, claro. La mentalidad, también. Pero la montaña se mueve. Casualidad o no, en los últimos meses el baloncesto estadounidense ha abierto una de esas brechas que ya sólo e pueden seguir creciendo de forma inevitable. El viento de los tiempos trae progreso por mucho que algunos sigan soplando a carrillo lleno en dirección contraria.

Antes de la revelación de Jason Collins, Kenneth Faried mostró su apoyo público a la igualdad de derechos para gays, lesbianas y transexuales. Faried creció con su madre y la mujer de esta y con ellas grabó un vídeo en el que transmitía, por encima de muchas otras cosas, normalidad. Faried, por cierto, es uno de los jugadores más físicos e intensos de la liga. Manimal, así le apodan precisamente por eso, fue criado por dos madres: bofetón a otro tópico rancio.

Faried

Además, la número 1 del draft de la WNBA acaba de reconocer su condición de lesbiana. Se llama Brittney Griner, está llamada a marcar una época en el baloncesto femenino y Mark Cuban flirteó con la idea de draftearla para los Mavericks: “No puedes saber si funcionaría hasta que no lo intentas. Si entrena con nosotros y responde bien a las pruebas, no tendría ningún problema en contar con ella. Si fuera la mejor entre los que podemos elegir, la elegiría”. Si escuchas el sonido de una montaña de prejuicios que se resquebraja, es el viento de los tiempos, que arrecia.

Entre las muchas opiniones sobre la revelación de Jason Collins y la explosión de neutrones mediática que le siguió me encontré repetidamente con una casi siempre bienintencionada pero (creo) también fallida: perfecto por él, pero esto no debería ser noticia. No al menos semejante noticia. No estoy de acuerdo y no sólo porque su condición de hecho extraordinario lo convierte automáticamente en noticiable. No lo estoy porque me parece un paso necesario y valiente, que merece y necesita luz y taquígrafos. Una historia hermosa, compleja o sencilla (un tipo en paz consigo mismo, finalmente), que se enfrenta a una oxidada pero vigente raigambre de desigualdad y prejuicios. Había que contarlo porque desde luego no es normal que hasta 2013 ningún deportista en activo haya hablado con naturalidad de una condición sexual que, por lo tanto, sigue siendo tabú. Como historia de superación, como punto de partida y como denuncia de un arquetipo que todavía hace sufrir a muchas personas que no deberían sufrir. No por amar, desear, sentir atracción o simplemente meterse en la cama de personas de su mismo género. O de distinta raza, o de otra condición social... Debería ser una obviedad pero no lo es. Y por eso había que contarlo.

Porque el deporte es el escaparate de lo mejor pero también de mucho de lo peor que queda en nosotros: nosotros como hecho social, nosotros como personas. La homofobia está fuertemente enraizada en el machismo y germina en el mismo caldo de cultivo que todos esos otros malditos ismos: racismo, sexismo, clasismo… El deporte es una cuestión de género que se imbuye en contacto con la alta competición de valores tradicionalmente masculinos, de la fuerza física al instinto de prevalecer por encima del resto. La feminización perpetua del gay lleva a considerarlo menos apto. Con la lesbiana y su masculinización se aplica el prejuicio contrario. Mientras, los medios de comunicación y la descomunal industria que finalmente define al deporte de elite hacen poco por cambiar estos estereotipos.



Detrás de la diferencia mal entendida está el prejuicio y al doblar la esquina de este, el odio. Sexismo o racismo, engranajes de una estructura social y cultural que sigue finalmente definida por barreras y estratos socioeconómicos.

Girls

 El ojo menos entrenado que se acerque a cualquier partido de la NBA o la NFL descubrirá un porcentaje muy alto de negros en la pista o el campo y de blancos en las gradas. Y aunque hay una cuestión de genética, la realidad es que el deportista negro no se ha convertido en una versión posmoderna del súperhombre de Nietzsche. El fundamento final es cultural, económico, social. De clase. No se trata sólo de genes superiores aunque finalmente la diversidad también muestra la democratización que alcanza a los deportes que requieren menos medios y casi ninguna infraestructura. Los jóvenes negros de los suburbios de Estados Unidos tienen acceso a canchas de baloncesto. En Kenia o Tanzania, donde apenas tienen nada, sólo pueden correr. Y en eso son los mejores.

Cancha

Pero los mandamases, habitantes de despacho y dueños, incluso los periodistas, siguen siendo mayoritariamente blancos… y heterosexuales, aunque en este sesgo pensamos mucho menos a menudo. El blanco acaba representando el poder político, la moral oficialista, la racionalidad o el progreso mientras que el blanco, o en otro lugares el gitano, representa lo sensual, lo artístico y, en un perverso giro de este pensamiento, cierto nivel de patología cultural. ¿Y el gay? En algunos terrenos, con el deporte a la cabeza, es el último de la fila, un tabú del que nadie se libra o un cliché del que nadie se preocupa. Los insultos en los estadios valen como ejemplo obvio.

La sociedad occidental, por influencia de lo estadounidense, ha sido siempre muy sensible a la diferenciación blanco/negro. Todo lo avanzado en ese terreno es el espejo en el que se tiene que mirar la carrera por la normalización de la condición sexual, un asunto necesario porque su negación implica desigualdad. Y la desigualdad es injusticia y la injusticia es el arma de ese maldito odio que infecta las mentes ignorantes. La lucha por una sociedad en la que se celebre la diferencia desde la igualdad ha llegado a nuevos terrenos pero es una historia tan vieja como conocida. Y en Estados Unidos, recuerdo, la esclavitud fue abolida hace menos de doscientos años y su sombra se extiende hasta nuestros días. El Ku Klux Klan, que siguió a la Guerra de Secesión, no es precisamente una institución medieval en un país en el que muchos se frotaron los ojos cuando un negro, Barack Obama, llegó a Presidente. Era 2008.

Cartel

La fuerte identidad de raza de los jugadores negros de la NBA es un hecho tan asumido hoy como inimaginable hace poco más de medio siglo, cuando el baloncesto estadounidense participaba de una segregación racial que era norma: cines, restaurantes, hasta baños públicos diferentes para los negros. Todos saben que Bill Russell ganó once anillos pero no todo el mundo conoce su no siempre bien comprendida lucha por la igualdad de derechos entre razas. Víctima de abusos raciales desde su infancia en West Monroe, se convirtió después en integrante del primer quinteto inicial completamente negro de la historia y en el primer entrenador negro del deporte estadounidense posterior a 1929. Todo en Boston, una ciudad que él mismo llegó a llamar “un mercadillo de racismo” y en los Celtics del añorado Red Auerbach, mito y entrenador de raza blanca que llevó a su equipo a nueve títulos pero también a draftear jugadores mirando el talento y no el color de la piel o a jugar con ese legendario quinteto completamente negro: Tom Sanders, Sam Jones, KC Jones, Willie Naulls Y Bill Russell, que alargó su cruzada hasta, harto de prejuicios, no personarse en las ceremonias de la retirada de su camiseta o de su inducción en el Hall of Fame. Un tipo que dignificó su deporte y su sociedad, que dignificó al ser humano igual que lo hizo Auerbach o Bob Cousy, jugador blanco que abandonó hoteles junto a sus compañeros negros que eran enviados a dormir a otra parte y que aseguró que no entendía “la raíz de tanto odio salvo que viniera de la inseguridad que muchos sienten hacia los que son diferentes”.

Byn

La inseguridad, el miedo, el odio. Los diferentes. Un caballo de batalla eterno, el mismo que combatió Billie Jean, tenista blanca que nació en 1943 y que no reconoció abiertamente su condición de homosexual hasta 1998. Seis veces ganadora de Wimbledon y pionera que con 29 años derrotó a un hombre de 55, Booby Riggs, en una escenificación -“la batalla de los sexos”- que puso en vilo a América y que el New York Times explicó así: “No fue una cuestión de físico lo importante. Demostró que una mujer puede lidiar perfectamente con situación de máxima tensión y que los hombres también pueden verse atenazados por los nervios”. Ella, que después peleó para dar forma a un circuito de competición femenina que acabó tomando forma en la WTA, aseguró que antes de jugar sentía que si perdía “los situación de las mujeres retrocedería 50 años”.

  Martina Navratilova, tenista que ganó 18 títulos de Grand Slam, lesbiana y activista, aseguró que Billie Jean era “una cruzada que peleó por todos, la encargada de llevar la bandera”. Quizá hoy esa bandera la lleven Jason Collins, Kenneth Faried o Brittney Griner. Encargados de hurgar en las zonas de confort de una sociedad que se jacta de que apenas quedan barreras cuando en realidad muchas siguen ahí, enredadas en nuestra cultura, nuestras tradiciones o nuestro deporte. Esperando a que se las lleve un golpe de ese viento del cambio que es en realidad la voz de muchos. Cuantos más, mejor. Griner, recién reconocida su condición de homosexual, habló sobre su vivencia en una texto en carne viva del que tomo prestado este extracto:

Es una cuestión de ser honesto con uno mismo y sentirte feliz con quién eres. Igual que ser jugadora de baloncesto no define completamente quién soy, tampoco lo hace mi condición de lesbiana. Mi vida no ha sido fácil, crecer así no ha sido fácil. Se me ha ofendido e insultado de todas las maneras imaginables, la peor las agresiones verbales y los instintos. Y eso en mi caso porque como siempre fui alta y fuerte, nadie se atrevía a pegarme. En el instituto todos los días me insultaban por ser negra y por ser lesbiana. Todos los días alguien dudaba de si era una mujer… y aún así, no es nada comparado con lo que me dicen ahora. El que no se lo crea, que eche un vistazo a mis cuentas de Twitter e Instagram… Nadie merece pasar por algo así, por tantos y tantos abusos... Cuando eres joven, intentas fingir que no duele. Pero duele mucho, estás sola y triste. Me ha costado mucho superarlo, comprender que todos somos distintos y tenemos un lugar distinto en el mundo. Ahora sólo quiero ser yo misma y mucha gente se me ha acercado a darme las gracias por haber dado ejemplo. Supongo que eso he de hacer ahora: ser una luz que inspire a otros”.

Bjean



A Bill Russell, uno de los mejores jugadores de la historia del baloncesto, le echaban de restaurantes por ser negro. Eso hoy ya no sucede. A Brittney Griner, camino de la leyenda en el baloncesto femenino, le insultaban en el autobús camino del instituto porque su apariencia no era lo suficientemente femenina y le insultan ahora porque no se siente atraída por los chicos. A ella y a tantas y tantos sin su porvernir ni los altavoces que éste le procuran. Por eso había que contarlo. Para que el viento sople. Por todos los que sufren y por todos los que quieren dar ejemplo. Y por eso era noticia: para que algún día, en un futuro que cabalga a nuestro encuentro, por fin haya dejado de serlo.

Griner


8 Comentarios

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Javierjm

Enhorabuena por el artículo. Yo opinaba que no debería ser noticia. Me has convencido. un saludo.

05/07/2013 07:27:41 PM

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Miguel Mateos

Fantástico artículo. El viento de cambio debe soplar muy fuerte en la cultura del deporte y es importante el apoyo desde los medios con artículos como éste. Felicidades

05/07/2013 08:12:40 PM

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Asathor

Sencillamente maravilloso tu artículo. ¡Felicidades!

05/08/2013 01:26:40 AM

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Alejandro

No lo entiendo. Yo era seguidor de tu blog, Juanma, y tras casi 3 meses sin escribir, y a las puertas de una final four con dos equipos españoles, ¿te pones a escribir sobre racismo y homofobia en la nba? No creo que vuelva por aquí en mucho tiempo.

05/08/2013 01:19:19 PM

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Diego

Sensacional artículo, simplemente brutal!!! Enhorabuena!!

05/08/2013 01:35:54 PM

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Mar

Buen artículo. A mi me da igual con quien se acuesten los deportistas y cualquier persona. Es su vida privada.

05/08/2013 03:54:23 PM

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constanza

hola! no conocía tu blog llegue porque estaba leyendo de la noticia! muy buen artículo!

saludos desde Chile!

Coni

05/09/2013 05:09:59 AM

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pinganillo barato

muy buen articulo, ya era hora de que alguien rompiera una lanza a favor de este tema, no podemos consentirlo más. Hay que ser respetuosos

05/13/2013 04:36:37 PM