Capaz de alimentarse a base de café, agua, una manzana y una lata de atún al día (250 Kcal aproximadamente) para perder 27 kg y quedarse en los 55 kg con los que interpretó a su personaje en ‘El maquinista’ (2004) o llegar al extremo contrario e ingerir unas 4.000 Kcal al día para lograr el físico imponente que requería la ocasión para dar vida a Batman en la gran pantalla, lo cierto es que Christian Bale (45) ha vivido en una continua montaña rusa en lo que a su peso se refiere.

Pero ha llegado el momento de decir basta. El actor británico tiene claro que no volverá a protagonizar una nueva historia de transformación para encarnar otro papel. Probablemente su salud se lo agradecerá, pero los cinéfilos van a perder la vertiente más camaleónica de uno de los actores más respetados de Hollywood.

"Sigo diciendo que he terminado con los cambios drásticos de peso. Me he vuelto un poco más aburrido con la edad y siento que si sigo haciendo lo mismo que hasta ahora, voy a morir. Así que prefiero no morir. Me gustaría no morir", asegura Bale en una entrevista concedida a Enews con motivo del estreno de su nueva película ‘Ford v Ferrari’ (Le Mans '66), que llega a España el próximo 15 de noviembre.

Y es que, además de su extrema delgadez en ‘El maquinista’ o de su potente físico para interpretar a Bruce Wayne (Batman), el actor británico mostró de nuevo un aspecto famélico en ‘The Fighter’ (2010), lo que le valió un Oscar, y tuvo que engordar alrededor de 19 kilos para su papel en 'American Hustle' (2013).

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Prácticamente la misma cantidad de peso que necesitó ganar para dar vida al ex vicepresidente de los Estados Unidos, Dick Cheney, en 'Vice' (2018). Y de ahí, otra vez una carrera contrarreloj para adelgazar unos 30 kilos y ponerse en la piel de Ken Miles, el esbelto piloto británico de carreras al que interpreta en su última cinta.

Casi media vida adelgazando o engordando

Así pues, si echamos cuentas, Christian Bale se ha pasado los últimos 15 años de su vida adherido a dietas hipocalóricas o hipercalóricas en función de las exigencias del guión, protagonizando alguno de los cambios físicos más salvajes de la historia del cine y que, a la postre, constituye una práctica de riesgo ya que está científicamente demostrado que la pérdida y recuperación de peso de forma repetida es perjudicial para la salud.