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La resistencia a los antibióticos está más cerca de lo que crees

Los genes resistentes a los antibióticos, y los patógenos resistentes a los antibióticos, están aumentando en las fuentes de agua debido al uso excesivo de antibióticos.

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as.com

La mayoría de los antibióticos que consumimos y que se emplean en nuestro día a día son producidos por microorganismos, desde bacterias hasta hongos, y suelen ser de origen ambiental. Estos organismos productores de antibióticos disponen de mecanismos de resistencia que les eviten la toxicidad de sus propios productos, los llamados genes de resistencia.

Por eso, la presencia en el medio ambiente de antibióticos y microorganismos es algo normal, sobre todo en el agua. Sin embargo, el uso excesivo, inadecuado y apenas controlado de los antibióticos ha incrementado la presencia de estos microorganismos resistentes a los antibióticos. Esto supone una modificación de la población bacteriana. Y la alteración de las poblaciones de microorganismos presentes en el agua puede afectar los procesos que ayudan a mantener el agua en buenas condiciones.

Una investigación nos alerta

Investigadores de diversas universidades estadounidenses han demostrado, en un estudio publicado en la revista 'Environmental Science & Technology Letters', que los genes resistentes a los antibióticos (ARG) prevalencen en las aguas subterráneas.

Estos genes resistentes y patógenos resistentes a los antibióticos están aumentando en las fuentes de agua por el uso excesivo que estamos haciendo de los antibióticos. En el ciclo de tratamiento de agua más habiutal, las aguas residuales se tratan primero en una instalación de tratamiento de aguas residuales, si bien en el estudio se observó que esta agua sigue siendo alta en ARG, por lo que persisten durante todo el proceso de tratamiento.

El agua destinada a su reutilización para que sea potable se purifica aún más gracias a técnicas físicas y químicas, como la ósmosis inversa, un proceso donde se utiliza una membrana permeable para purificar el agua potable. En un esquema de reutilización indirecta, el agua purificada se volverá a transmitir a un acuífero subterráneo para, más tarde, extraerse y tratarla en una planta de agua potable antes de agregarla al suministro público de agua.

Dado que las plantas de tratamiento de aguas residuales no suelen estar diseñadas para la eliminación de los antibióticos, éstos tienden a persistir en los sistemas de tratamiento, lo que lleva a altas densidades de bacterias resistentes a ARG en diferentes procesos del tratamiento.

Así que cuando esta agua se introduce en un acuífero, donde los ARG ya se producen de forma natural, puede contaminarse con más ARG y bacterias resistentes a los antibióticos. Y para complicar aún más el problema, los ARG se transfieren fácilmente a través de la transferencia horizontal de genes, lo que aumenta el riesgo de patógenos resistentes a los antibióticos.