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Rusia pretende reducir las emisiones de CO2 en el Ártico con una central nuclear flotante

Mientras los creadores del Akademik Lomonosov defienden que sustituye a una central térmica de carbón y a una obsoleta central nuclear, las organizaciones ecologistas temen un "Chernóbil flotante".

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HANDOUT AFP

La única central nuclear flotante del mundo, desarrollada por Rusia, ya ha llegado a su lugar de destino, la localidad de Pevek, al noreste del país, tras un viaje de 5.000 kilómetros por el Ártico, culminando así un proyecto que ha durado más de una década. La Akademik Lomonosov, que debe su nombre al científico ruso y fundador de la Universidad de Moscú, Mijail Vasilievitch Lomonosov, pretende estar operativa a finales de año.

La Akademik Lomonosov es una mole de 21.000 toneladas sin motor por lo que tuvo que ser remolcada desde Múrmansk, localidad próxima a la frontera noruega, para completar su viaje. La central, de 144 metros de largo y 30 metros de ancho, consta de dos reactores con una capacidad de 35 MW cada uno, lejos de los 1.000 MW de un reactor en una central clásica de nueva generación.

La central nuclear flotante pretende cubrir el consumo de 100.000 personas y servir principalmente para alimentar las plataformas petrolíferas de la región, mientras que Rusia desarrolla la explotación de hidrocarburos en el Ártico. De igual forma, sus creadores defienden que Rusia reducirá sus emisiones de CO2 en el Ártico como consecuencia de sustituir la central térmica de carbón de la Pevek y una obsoleta central nuclear, situada en Bilibino.

Las organizaciones ecologístas alertan sobre el riesgo que entraña.

"Puede ser un pequeño paso hacia el desarrollo sostenible en el Ártico, pero es un paso gigantesco hacia la descarbonización de zonas remotas fuera de la red y un punto de inflexión en el desarrollo de pequeñas centrales nucleares modulables en el mundo", explica Alexei Likhatchev, director general de Rosatom, empresa responsable de la Akademik Lomonosov.

‘Chernóbil flotante'

Pero reducir las emisiones de CO2 en el Ártico puede ser una misión no exenta de riesgo que puede tener “graves consecuencias”. Al menos es lo que denuncian numerosas organizaciones ecologistas como Greenpeace, que directamente ha rebautizado a la Akademik Lomonosov con el ‘Chernóbil flotante’.

¿Qué podría salir mal? ¿un tsunami?. Había barcos varados en tierra en el tsunami del sur de Asia en 2004 o el norte de Japón en 2011, ¿ya hemos olvidado esas imágenes? Si este desarrollo no se detiene, la próxima catástrofe nuclear bien podría ser un Chernobyl on ice o un Chernobyl on the rocks”, denunciaba en su momento a través de una misiva Greenpeace.

De igual forma, los detractores del proyecto aseguran que existen mejores opciones y energías alternativas a la nuclear y que, en el fondo, Rusia lo que pretende con esta ‘mejora’ es explotar todavía más los recursos minerales y el petróleo, abundantes en la zona. Sin embargo, desde Rosatom defienden que el proyecto cumple todos los estándares de seguridad, y que aspectos como las pocas horas de sol, las bajas temperaturas y el escaso viento impiden emplear energías renovables, teniendo que optar por el carbón o la energía nuclear.

La Akademik Lomonosov, es el primer buque de su clase, pero no será el único ya que las autoridades rusas planean ampliar la flota de este tipo de embarcaciones. Para desgracia de los defensores del medio ambiente, que cruzan los dedos para que no suceda ninguna catástrofe de proporciones incalculables.