A simple vista parece que claro que la percepción sobre el Sistema Nacional de Salud es positiva. No en vano, 7 de cada 10 personas consideran que funciona bien, mientras que de la 3 restantes, 2 opinan que necesita cambios y la última en discordia considera que hay que rehacerlo. Todo es mejorable, pero hay una mayoría que está a favor.

Y no es para menos, ya que el español es un sistema muy bien considerado a nivel internacional y una clara referencia en muchos ámbitos. Entre otras cosas porque en nuestro país se invierten unos 100.000 millones de euros al año. De esa cifra, 71 millones corresponden a gasto público mientras que los otros 29 millones a gasto privado. En total, el gasto sanitario alcanza el 9,3% del Producto Interior Bruto (PIB) nacional.

Gasto por habitante

Así pues, el gasto medio sanitario por cada ciudadano es de 2.152 euros al año. En el sistema público, que gasta 10.000 millones de euros en recetas de medicamentos, 7 de cada 10 euros están destinados a asistencia curativa, rehabilitación y cuidados de larga duración. En el caso de la sanidad privada, 8 de cada 10 euros son pagos directos de los hogares, principalmente asistencia curativa y rehabilitadora (incluida la atención dental), medicamentos (incluido el copago), lentes y audífonos.

El gasto sanitario público, gestionado por las comunidades autónomas, también incluye el pago al personal, servicios de atención especializada, farmacia, conciertos o atención primaria, entre otros.

Todas estas cifras permiten comprender el esfuerzo que realizamos entre todos para contar con un Sistema Nacional de Salud puntero en el mundo. Pero también ayudan a concienciar sobre la necesidad de cuidarlo entre todos y no abusar de sus bondades. Debemos ser consecuentes, aprender a utilizarlo, fomentar unos hábitos de vida saludables y aliviar, en la medida de lo posible, la carga que soporta para mejorar todavía más su funcionamiento. El sistema debe ser lo más sostenible posible para que la de los españoles, siga siendo una salud de hierro.