Si te gusta poner mantequilla en tus patatas asadas, tostadas o pasta, probablemente hayas sentido esa pequeña culpa al poner ese ingrediente en tu plato por ser muy calórico. O peor, puede sentirte en conflicto y confundido sobre si debes quedarte con la mantequilla o cambiar a la margarina u otra variedad.

A pesar de ser un elemento básico de la dieta estadounidense, muchos europeos también la consumimos, sobre todo en el desayuno, y fue objeto de polémica cuando sus altos niveles de grasas saturadas se asociaron con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca. Muchas personas aceptaron la desaparición de la mantequilla con calma, evitando la pérdida de su sabor salado, pero aceptando que su efecto sobre el corazón podría ser un precio demasiado alto para pagar. Oportunamente cambiaron a la margarina, como sugirieron investigadores y nutricionistas.

Entonces, los peligros de la margarina salieron a la luz. Las margarinas más viejas tenían altos niveles de grasas trans que empaquetaban un mayor riesgo de enfermedad cardíaca al elevar los niveles de LDL (colesterol malo) y bajar los niveles de HDL (colesterol bueno). Muchas personas se sintieron traicionadas y engañadas. La revista Time publicó un número que titulaba “come mantequilla”, ya que los estudios hasta entonces habían estado confundidos o sesgados.

La verdad es que nunca hubo pruebas fehacientes de que usar margarina en lugar de mantequilla reducía las posibilidades de tener un ataque cardíaco o desarrollar una enfermedad cardíaca. Hacer el cambio fue una suposición bien intencionada, dado que la margarina tenía menos grasa saturada que la mantequilla, pero pasaba por alto los peligros de las grasas trans.

Hoy la cuestión de la mantequilla contra la margarina es realmente falsa. Desde el punto de vista de la enfermedad cardíaca, la mantequilla permanece en la lista de alimentos para ser usada con moderación porque tiene un alto contenido de grasas saturadas. Las margarinas, sin embargo, no son tan fáciles de clasificar. Las margarinas más antiguas resultaron ser claramente peores que la mantequilla. Algunas de las margarinas más nuevas que son bajas en grasas saturadas, altas en grasas insaturadas y libres de grasas trans están bien, siempre y cuando no se consuman en exceso (son ricas en calorías). Esta revisión de Cleveland Clinic aclara mucho el tema sobre mantequilla, margarina, carne y bacon, entre otros alimentos ricos en grasas.

Las alternativas más saludables a la mantequilla o la margarina incluyen el aceite de oliva y otros productos a base de aceite vegetal, que contienen grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas beneficiosas.